La educación emocional al servicio del currículum

La sociedad se enfrenta a numerosos desafíos en el campo de la convivencia y las relaciones interpersonales, lo que conlleva que ese desafío también se presente en nuestras escuelas.  Asistimos atónitos a cambios legislativos en materia de educación que parecen venir a solucionar tales dificultades, sin percatarnos de que la verdadera transformación personal y social ocurrirá a partir de nuestras aulas y de manos de los docentes.  

Cuando el profesorado realmente se empodere y sea consciente de que su influencia en el alumnado es trascendental y también lo es su sello personal didáctico, esta sociedad irá encaminada al éxito y a la transformación que necesita y que, siempre y en todos los grandes periodos de la Historia, ha estado marcada por la cultura y la ciencia dispuestas al servicio de la enseñanza. 

Elisa María García Gómez | Maestra de Educación Primaria

Introducción

La Educación es comúnmente conocida como la llave que abre las puertas al conocimiento, pero al mismo tiempo se la considera un poderoso medio de transformación social.

En la actualidad conocemos la necesidad de un desarrollo integral del alumnado en nuestras escuelas. Decía Hernández1 en el 2000 que «la escuela ha pasado de ser un lugar “para saber”, a un lugar “para saber pensar” y que, en la actualidad se quiere que sea también un lugar “para aprender a vivir”»

Y es que sabemos que el éxito en la vida ya no viene garantizado por los conocimientos académicos adquiridos, sino que se trata de una combinación ganadora de una serie de habilidades, capacidades y actitudes que nos proyectan hacia ese logro. 

Todo ello se ha conocido como resultado de los avances en Neurociencia, Psicología y Educación, que han transformado el concepto de inteligencia, de la que ha dejado de hablarse en singular para hacerlo en un término plural que abarca varias capacidades. 

Evolución del concepto de inteligencia

Este nuevo debate educativo y en términos de capacidades se lo debemos principalmente a Howard Garner2 (Premio Príncipe de Asturias 2011) quien, con sus estudios de neuropsicología y psicología, pondrá de manifiesto que la inteligencia es una capacidad, con lo que ello implica de no innato y, por tanto, sujeto a transformación y evolución a lo largo de la vida. 

Dejando atrás los albores de la ciencia moderna del siglo XX, en los que Alfred Binet3 creaba un test para medir la inteligencia de las personas asociadas a pruebas psicométricas en las que se tenía en cuenta las capacidades espaciales y lógico-matemáticas, será en 1993 cuando cuaje verdaderamente el concepto de Inteligencias Múltiples, entre las que se mencionan: Inteligencia lingüística, Inteligencia musical, Inteligencia lógico-matemática, Inteligencia espacial, Inteligencia cinestésico-corporal, Inteligencia interpersonal, Inteligencia intrapersonal e Inteligencia naturalista. Y ello, indiscutiblemente. va a transformar el concepto de coeficiente intelectual.

Será el psicólogo y antropólogo Daniel Goleman4 quien en 1995 popularice, que no formule, el término Inteligencia Emocional, como resultado de las inteligencias que conforman a la persona, la cognitiva, procedente de la mente racional, y la emocional, procedente de la mente emocional. Tan relacionada a su vez esta última con las inteligencias inter e intrapersonales de Garner. Se trata de un nuevo concepto de inteligencia que va más allá de los aspectos cognitivos tales como la resolución de problemas, la memoria, etc. 

Necesidad de una nueva pedagogía

Estos avances nos han llevado a la necesidad de educar a los niños y niñas de este siglo según este enfoque, tanto en los hogares como en los centros escolares. 

Y esta pedagogía humanística que permite conocernos y reconocer al otro, ser libres dejando que otros también lo sean, empatizar, etc., entre otros valores, es la llamada también Pedagogía del Amor, que promueve el desarrollo integral humano en nuestras aulas en un clima de armonía y enriquecimiento mutuo. 

Ya el filósofo Aristóteles, aproximadamente en el 350 a.C., hablaba de que “educar la mente sin educar el corazón no era educar en absoluto”. Y Einstein en el siglo XX volvía a incidir en la importancia del amor cuando establecía que “el amor es la fuente de energía más poderosa del mundo, porque no tiene límites”. Es en esa consciencia de la importancia de un individuo y una sociedad empática, justa y armoniosa, producto de un ser equilibrado emocionalmente, se sitúa la actual Ley Orgánica por la que se modifica la LOE de 2006, de 3/2020, de 29 de diciembre, también conocida como LOMLOE, en cuyo preámbulo ya hace mención explícita a la Educación Emocional, también en su artículo 19, como parte de los Principios Pedagógicos de la enseñanza básica y la posibilidad de situarla como optativa para tercer ciclo, en aquellos centros escolares que así lo deseen, además de ser aconsejado su tratamiento desde todas las áreas del currículo.

Y es que Educar para la Vida es el nuevo reto escolar. Para ello, el docente tiene un papel fundamental de guía-mediador, que lo sitúa como parte indiscutible del proceso de transformación personal y social en las escuelas del siglo XXI. Un rol docente que acompaña en el proceso de aprendizaje de cada uno de sus alumnos/as, facilitando no solo la adquisición de conocimientos, sino también el logro de las competencias y capacidades fundamentales para la vida, tratando siempre de formar alumnos y alumnas competentes y felices. 

La Inteligencia emocional desde la Neurociencia y su influencia en el ámbito educativo

Entre estas capacidades, como hemos mencionado anteriormente, se sitúa la Inteligencia Emocional, que se define como la capacidad cognitiva para percibir, comprender, expresar y gestionar las emociones propias y de los demás, de modo que posibiliten el autocontrol y la regulación emocional, mejorando la propia vida, el bienestar y el clima del aula, un clima que requiere de forma inexorable un bienestar personal en el alumnado, que facilite la práctica docente. 

Si tenemos en cuenta que la literatura científica acredita cuatro pilares básicos para el bienestar tales como la motivación, la nutrición, la regulación mental y el ejercicio físico, las escuelas podrían nutrirse de estos pilares, o al menos tres de ellos, en el caso de carecer de comedor escolar, para asentar las bases de ese buen clima. 

No debemos olvidar que nuestro cerebro equipara el dolor físico al emocional, por tanto, deben evitarse y gestionarse situaciones de rechazo social o dolor emocional mal gestionado, que promueven la activación de áreas cerebrales determinadas relacionadas con el dolor y que impiden o interfieren en el buen transcurso del día escolar. 

Por ello es importante llevar a cabo lo que me gusta definir como Medicinal Emocional Escolar Preventiva. Y es que existe una medicina curativa, como todos sabemos, que sale al paso de nuestras enfermedades para paliarlas, disminuirlas o eliminarlas en la medida de lo posible. Sin embargo, existe una medicina preventiva que se adelanta y anticipa, invirtiendo en realidades y presente. Es decir, invirtiendo en niños felices y evitando adultos rotos. 

Por ello, la comunicación que establecemos en el aula es de suma importancia, y no solo se da de manera verbal y no verbal como aparece en nuestros libros, sino que sabemos que también se lleva a cabo a través de la microbiota, como ha quedado de manifiesto con el SaRs-CoV2. Y actualmente se estudia la relacionada con el campo electromagnético que abre el corazón, lo que nos lleva hablar de nuevo de empatía, de conexión y de pedagogía del amor. 

La Educación Emocional, una apuesta ganadora

Por ello, la elección como docente de la Educación Emocional como parte de nuestra práctica educativa debe realizarse no de forma impuesta sino voluntariamente y con gratitud. Algo que me gusta asemejar con la utilización de un bastón clásico o de trekking. Y es que, en el primer caso, el bastón clásico es un instrumento que solemos usar cuando tenemos dificultades en la movilidad o equilibrio, pudiendo ser algo autoimpuesto o prescrito médicamente. Sin embargo, el bastón de trekking o senderismo es usado de forma voluntaria cuando vamos a recorrer un camino, sirviéndonos para equiparar las partes del cuerpo en caso de llevar mochila, mejorar la marcha y prevenir lesiones (lo que antes se mencionaba de adultos rotos).

De modo que elegir la ayuda de la Educación Emocional para la práctica docente y ponerla a su servicio a través del desarrollo de la Inteligencia Emocional del alumnado nos permitirá desarrollar las competencias emocionales que les capaciten para la vida y aumenten su bienestar personal y social, una Inteligencia Emocional de base, que viene siempre condicionada por las experiencias vividas, la forma en la que se han percibido, comprendido y gestionado las diversas situaciones personales. De ahí la necesidad de la empatía en nuestras aulas, que nos permite tener en cuenta esas “mochilas de vida” de nuestro alumnado, que les hacen expresarse de un modo acorde a lo vivido y a la Inteligencia Emocional hasta entonces desarrollada.  

Mejorar y aumentar la Inteligencia Emocional de nuestro alumnado promoverá de forma directamente proporcional el bienestar personal y, como resultado, el clima del aula tan necesario en los centros escolares y más aún en aquellos de difícil desempeño situados en barrios deprimidos socialmente.

Mostrar límites y directrices emocionales, reconocer y nombrar emociones, familiarizarse con ellas y normalizarlas, sentirse escuchados y acompañados, lograr una apertura a la emocionalidad del otro, etc. serán los medios a través de los que validaremos emociones en el aula. 

Y todo ello en un ejercicio diario que permita la creación de un hábito y, por tanto, de un comportamiento que finalmente desembocará en una forma de sentir, de pensar y vivir. Y promoverá ese alivio de carga que supone el “peso” de cada “mochila de vida” y ese cambio en el enfoque de cada mirada hacia el mundo y los demás.

Invertir un pequeño espacio de tiempo diario en Educación Emocional permitirá a largo plazo el ahorro, no solo de minutos, sino también a largo plazo la reducción y prevención de conflictos, la rápida solución de problemas, la mejora de las relaciones, el desarrollo de una comunicación asertiva e inclusiva, e incluso la disminución de los niveles de estrés escolar tanto en el alumnado como en el equipo docente y en toda la comunidad educativa. 

Conclusión

Acoger como maestros/as con pasión e ilusión nuestro papel como agentes de cambio escolar y social, en este maravilloso reto de redescubrir y reinventar la educación desde las aulas, hará que esta maestría que se requiere para ejercer la docencia quede implícita en la práctica docente, cargando de significado y contenido la palabra MAESTRO/A al capacitar a personas del futuro para la vida. 

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NOTAS

1 Hernández, 2000, pp. 220-221. “Enseñanza de valores socioafectivos en un escenario constructivista: bienestar subjetivo e inteligencia intrapersonal”. En Jesús A. Beltrán (Coord.), Intervención Psicopedagógica y currículum escolar (pp.217-254). Madrid: Pirámide.
2  Psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard, conocido en el ámbito científico por sus investigaciones en el análisis de las capacidades cognitivas y por haber formulado la Teoría de las Inteligencias Múltiples
 Alfred Binet, pedagogo, grafólogo y psicólogo francés. Se le conoce por su esencial contribución a la psicometría y a la psicología diferencial como diseñador del test de inteligencia.
4  Daniel Goleman, (1993) Inteligencia Emocional. Traducción de David González Raga y Fernando Mora. Editorial: Kairós. Barcelona.
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Bibliografía

  • Gardner, H. (1983). Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences. Nueva York:  Basic Books. 
  • Gardner, H. (1993a). Multiple lntelligences: The Theory in Practice. Nueva York: Basic Books.
  • Gardner, H. (1993b). The Unschooled Mind: How Children Think & How Schools Should Teach. Nueva York: Basic Books.
  • Goleman, D. (1993). Inteligencia Emocional. Traducción de David González Raga y Fernando Mora. Editorial: Kairós. Barcelona
  • Hernández, P. (2000). Enseñanza de valores socioafectivos en un escenario constructivista: bienestar subjetivo e inteligencia intrapersonal. En J. Beltrán (Ed.) Intervención psicopedagógica y curriculum escolar. Madrid: Pirámide
  • Mayer, J. D. y Salovey, P. (1993). The intelligence of emotional intelligence
  • Resting Heart Rate Variability, Facets of Rumination and Trait Anxiety: Implications for the Perseverative Cognition Hypothesis http://doi:10.3389/fnhum.2017.00520
  • Frequent Bullying Involvement and Brain Morphology in Children http://doi:10.3389/fpsyt.2019.00696