La mujer que floreció
Un relato de un proyecto de trabajo vinculado al Patrimonio, a la primavera y a la mirada de la infancia sobre la ciudad; contado a tres voces: la arqueología, la docencia y, la más importante, la de los niños y niñas de cinco años, quienes protagonizan esta historia.
LA ARQUEOLOGÍA Y MARROQUÍES BAJOS EN JAÉN
La arqueología es una ciencia con un fin esencial: producir conocimiento histórico sobre la memoria material de nuestros antepasados e incluso sobre la esencia de nuestra naturaleza humana.
Pero la arqueología también transfiere conocimiento a la sociedad y, por tanto, contribuye reflexivamente a la transformación del mundo, ya que tras el conocimiento crítico del pasado nos permite en el presente construir un mundo mejor.
El trabajo arqueológico hace visible y tangible un patrimonio cultural que nos pertenece a todos. Su importancia y relevancia como herencia de nuestros antepasados ha permitido identificarlo como bien público y, como tal, se han elaborado leyes dirigidas a su protección y conservación. Estas leyes aseguran su disfrute por todos los ciudadanos y garantizan su permanencia como legado a generaciones futuras.
Entendido así, el patrimonio cultural se convierte en un claro instrumento de cohesión social1. La capacidad de una sociedad para promover su conservación y puesta en valor es un indicador muy relevante del nivel de bienestar general, la calidad de vida de los ciudadanos y su modelo de desarrollo económico.
En este sentido, el patrimonio cultural es también un importante recurso económico, su conversión en producto turístico se refuerza por un hecho objetivo: el turismo se ha erigido en uno de los sectores más productivos y generador de empleos asociados.
Desde este marco conceptual el Ayuntamiento de Jaén ha proyectado la creación de un “Parque arqueológico” en el epicentro de la “Zona Arqueológica de Marroquíes Bajos en Jaén”.
La Zona Arqueológica de Marroquíes Bajos ha sido para la ciudad un todo, un antes y un después. Los más de 25 años de intervenciones arqueológicas han permitido una importante revisión de la historia de nuestro municipio.
Es uno de los asentamientos más importantes del sur peninsular, no solo por la extensión de más de 130 ha., sino porque contiene una de las secuencias culturales más completas y complejas de la historia de la arqueología en nuestro país. La magnitud y la importancia del yacimiento dieron lugar a su inscripción con carácter específico en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz con la categoría de Zona Arqueológica (Orden de 22 de octubre de 2003).
Su forma de ocupación se orienta a la explotación de los recursos agrícolas y al desarrollo de las técnicas hidrológicas necesarias para su aprovechamiento intensivo. Los sistemas de canalización se suceden en el tiempo y bajo las acequias, aún en funcionamiento, se han localizado drenajes del siglo XVII; atarjeas, canales y molinos de noria islámicos; molinos, albercas y canales romanos; y soportándolo todo, el gran sistema hidráulico prehistórico que continúa aún hoy decidiendo sobre las trayectorias de las aguas subterráneas en la zona.
La presencia de poblamiento continuado en este lugar tiene mucho que ver con su valor estratégico. El norte de Jaén, donde se encuentra Marroquíes Bajos, está dominado por la cuenca fluvial del arroyo La Magdalena y donde confluyen otros arroyos menores creando una pequeña cuenca hidrográfica que ha tenido un enorme valor estratégico y económico a lo largo de nuestra historia. Los aportes aluviales de estos cursos de agua han acabado formando una cubeta sedimentaria agrícolamente muy fértil.
Marroquíes Bajos es un yacimiento con una complejidad espacial y diacrónica importante. Se han documentado hasta 19 fases que abarcan desde el neolítico medio hasta la actualidad.
Las excavaciones arqueológicas se han sucedido en el tiempo en Marroquíes Bajos, pero desde el verano del año 2020 tomaron un nuevo rumbo. En la parcela del Parque Arqueológico se han iniciado diferentes trabajos de adecuación y puesta en valor del patrimonio que allí existe y se conserva. Entre esos restos arqueológicos están los primeros fosos y cabañas del periodo calcolítico (2.800 a.C.), estructuras hidráulicas de época romana (siglo I a.C., una gran cisterna y un pozo), restos de un cementerio tardorromano (siglo VI d.C.) y diversas construcciones y viviendas de época musulmana (siglo IX-X d.C.).
De esta forma, el verano del año de la pandemia nunca olvidaremos que se iniciaron los trabajos arqueológicos en dicha parcela, después de llevar más de veinte años parados, realizamos un Campo de Voluntariado en Arqueología en Marroquíes Bajos.
Uno de los hallazgos arqueológicos que más nos sorprendió fue la tumba de una mujer adulta de época tardorromana, orientada perfectamente con los pies hacia el este, hacia la salida del sol y fechada hacia el siglo VI d.C. Lo más increíble es que en la posición en la cual se localizaba la cabeza del enterramiento había florecido un árbol que tuvimos que talar para poder realizar la excavación arqueológica del enterramiento. Conforme íbamos excavando el enterramiento nos percatamos que las raíces del árbol habían invadido por completo la tumba y que se habían apoderado por completo del esqueleto de la romana. El “árbol del amor” o “árbol de judas” (Cercis siliquastrum) comenzó a brotar de nuevo ya que tuvimos que mojar la tierra del enterramiento en varias ocasiones por la dureza de los sedimentos y para reblandecer la tierra.
LA MUJER QUE FLORECIÓ
A veces una imagen es una llamada, una señal. La mujer romana que el campo de trabajo de verano en Marroquíes Bajos descubrió, entre cuyos restos un árbol había vivido durante a saber cuánto tiempo, y que con sus raíces adornaba su cráneo, a modo de tocado de vida, bien pudiera ser el símbolo del renacer de un sitio arqueológico que esperaba, dormido, a que la iniciativa de Vicente Barba Colmenero, desde su puesto de arqueólogo del Ayuntamiento, encontrara la manera de abordar de nuevo, tras casi veinte años de abandono, el yacimiento arqueológico más importante de la capital, que guarda la memoria de las culturas asentadas en nuestro territorio desde el calcolítico hasta al menos la época musulmana.
Una imagen provocadora, casi poética, que refleja esa contradicción de la Historia, que une el pasado con el presente, y que florece en el momento menos esperado para cobrar sentido en la actualidad; que nos advierte de que el pasado nunca está muerto del todo.
A veces los docentes nos atrevemos a compartir esa emoción, esa que nos aborda desde una imagen, con nuestro alumnado. Y así nace un proyecto, desde el convencimiento de que la infancia puede aportar a la cultura de hoy, a lo que es noticia, a la comunidad de la que forma parte. Y la decisión de que en un momento determinado, esta imagen va a ser la desencadenante de un proyecto de trabajo que empodere al alumnado de infantil en la idea de que el Patrimonio también les pertenece, y puede ser puesto en sus manos.
Pero un proyecto no empieza en el aula, sino en la emoción y en la curiosidad, en este caso de la mano docente, que intenta acercar la vida al sentir del alumnado diseñando un itinerario de situaciones adecuadas a su momento evolutivo y vital. Por ello, un proyecto comienza “estudiando” para que la selección de los contenidos sea rigurosa: a pesar de su corta edad, tienen derecho a la verdad.
PREPARAR EL PROYECTO
El reconocimiento previo del sitio es crucial para sentirlo, para dejarse llamar por los elementos que se ajustan a los intereses y al pensamiento infantil. ¿Cómo problematizar o transformar en una cuestión vital el descubrimiento de los tesoros que una ciudad apenas excavada, con solo algunos elementos aún visibles, al alumnado de infantil?. Escuchar la voz experta de la arqueología es el punto de partida, emocionarse para diseñar la mediación entre la escuela y la cultura.
El primer contacto fue una tarde, sobre el terreno el arqueólogo y las docentes recorrimos todos los restos arqueológicos de la gran parcela de más de 8000 m2. Comenzamos con el reconocimiento del terreno de forma cronológica, desde lo más antiguo hasta lo más reciente: el foso calcolítico fechado con C14 su construcción hacia el 2.800 a.C., las cabañas prehistóricas, los restos de época romana con las estructuras hidráulicas de una gran cisterna y pozo datados en el siglo I a.C., la necrópolis tardorromana del siglo VI d.C. y las estructuras y viviendas del periodo islámico (siglos IX-XII).
Uno de los elementos más importantes que hemos denominado “mediador” entre los restos arqueológicos y el colegio ha sido la diosa Minerva. Esta diosa fue localizada en forma de terracota en el interior del pozo durante la excavación del mismo hace 20 años y fechada en el siglo I a.C. En la mitología romana Minerva es la diosa de la sabiduría, las artes, la estrategia militar, además de la protectora de Roma y la patrona de los artesanos, de esta forma era la figura perfecta para conectar el conocimiento del lugar con las enseñanzas que se querían proyectar a los más pequeños.
PROYECTAR
Tras la visita, la tarea de proyectar ocupa el trabajo docente. Minerva será la intencionalidad escondida para mantener encendido el conflicto vital que supone un proyecto, lleno siempre de pequeños hitos que vamos resolviendo poco a poco. Unos objetos concretos, que se puedan tocar, nos hablarán de la vida pasada en cada uno de los lugares escogidos. Unas fotografías de los mismos, para garantizar su reconocimiento. La posibilidad de realizar una visita final al yacimiento con el fin de celebrar un ritual que de algún modo reivindique la importancia del mismo. Y nada más. Con estos elementos, ponemos rumbo al proyecto que transformará para siempre la visiòn que tenemos de la historia y de nuestra ciudad.
LA LLAMADA DE MINERVA
Una mañana en el panel del espacio de la asamblea la fotografía del cráneo del que sale un árbol ocupa todas las miradas del grupo. Fuente de hipótesis, florecen las primeras ideas: un dinosaurio perdido, un cementerio, un cráneo, “se le ven los dientes”, un bogavante de piedra, ¿o es de madera?
Puesto que comienza el mes de marzo, el calendario que mes a mes elabora el alumnado nos llega ya hecho, con palabras que no conocemos, letras que se repiten en lugar de números, y una carta, con una tipografía “latina” firmada por Minerva que en palabras de Alberto, “se puede leer pero no se entiende nada de lo que dice”. La primera reacción es informar a la Dirección del centro, pues no entendemos quién ha permitido a alguien la entrada al centro en pandemia. Como la directora asegura que ella no sabe nada, queda servida la primera fuente de incertidumbre. Por equipos, intentamos dar explicación a las palabras de Minerva en relación a la imagen, y después de esta primera reflexión, decidimos buscar en internet la imagen: calavera con árbol, cráneo con árbol… hasta que por fin podemos ir tejiendo un diálogo entre el imaginario infantil, su mundo interior, sus saberes y las realidades que las evidencias nos ofrecen.
En este camino de preguntas, en la que todas las ideas son válidas, ya estamos documentando y evaluando. Documentar como un proceso democrático y democratizador en que todas las ideas tienen cabida, desde el acogimiento de la diferencia, la transformación de la informaciòn en conocimiento, la puesta en valor del proceso que sigue el pensamiento; evaluación, porque nos permite echar la vista atrás para contrastar nuestras antiguas creencias con el desarrollo que produce acercarnos poco a poco al objeto de todo lo que hacemos. Y todo ello desde la palabra escuchada, leída, hablada y escrita; desde la representación artística que interpreta las imágenes para apropiarse de ellas, desde la dramatización de lo que acontece, desde las fortalezas de cada cual.
Elegimos los objetos que nos llevarán de la mano hacia Marroquíes bajos: una aguja en bronce del pelo para el sitio del enterramiento de la mujer romana, una estatuilla en barro de Minerva para el pozo, una vasija reproducción fidedigna en barro a fuego para la choza calcolítica, una fabulosa imitación en vidrio de punta de sílex para el tramo de foso elegido. Todos ellos fieles a la historia, sin ambages; no son burdas imitaciones, ni objetos para niños: hablan de la verdad. Aparecen en clase de mano de más cartas de Minerva, que nos van acercando progresivamente a desvelar los misterios, siempre acompañados de fotografías del sitio real al que pertenecen.
De este modo, en unos días la curiosidad desata el trabajo con los números romanos, muchos imitan la grafía de Minerva en sus escritos, el mundo romano antiguo llena nuestra biblioteca de aula, se toma nota de todo lo que creen que les puede servir para responder a las provocaciones de Minerva, los mosaicos invaden los juegos de cada día, el calcolítico deja de ser una palabra desconocida para configurar un modo de vida de las personas de la Edad del Bronce.
Minerva y todos los dioses con sus historias mitológicas pueblan nuestros dibujos, narraciones y dramatizaciones. Aracne y Medusa son reconocidas en obras de arte de todas las épocas, desde Carmen Montoro en el presente hasta Las Hilanderas de Velazquez o Las medusas de Paul Klee.
Todo ello, para dar respuesta a una narrativa sugerida por la docente, a través de las cartas de Minerva, quien tras este personaje toca las claves curriculares, pero que a su vez, desde la espera a cada carta, va recogiendo la narrativa del alumnado.
Hasta que finalmente, todo cobra un sentido: Minerva, quien en su día pobló con la ofrenda de los giennenses el pozo, nos llama para vivificar Marroquíes Bajos, porque la mujer romana encontrada “es la señal” que esperaba; y confiando en la sabiduría de la infancia, de la que ella es protectora, nos convoca a ritualizar el sitio para que se reconozca la riqueza del mismo; es una apuesta por poner en manos de los niños y las niñas la responsabilidad de defender y publicitar un sitio arqueológico olvidado por el mundo adulto.
La intervención de Vicente Barba, como segundo mediador, es crucial para alentar al alumnado, para que verifique o descarte las hipótesis elaboradas por el grupo. El alumnado propone una entrevista virtual con él, para aclarar dudas y recabar información final antes de atreverse a afrontar toda la información que hasta ese momento les está llegando en forma de pequeñas píldoras.
De esta forma, se realizó una videoconferencia en tiempo real desde el propio yacimiento arqueológico. El arqueólogo muestra de esta manera el sitio planteando nuevas dudas, ampliando el conocimiento y resolviendo principalmente las preguntas y cuestiones que han ido surgiendo en clase. Se enseña a través de imágenes en tiempo real los diferentes restos arqueológicos, los espacios, las estructuras y la propia parcela.
De esta forma, el arqueólogo invita a los niños a que vengan a la excavación, sin olvidar los objetos que han de restituir en su lugar; para que ayuden a Minerva en su función de mediadora y conocedora de la historia real del lugar, deben ayudarla a realizar un ritual para que el conocimiento regrese al yacimiento arqueológico de Marroquíes Bajos.
TENEMOS UNA CITA
A partir de ahora, toda la actividad del aula se centrará en la celebración del ritual, y en la resolución de las cuestiones de intendencia, tales como estar en posesión del permiso de la familia para salir, cómo ir vestidos y en su caso, confeccionar los trajes y sus complementos, recoger el dinero necesario y, sobre todo, diseñar el ritual y fabricar todo lo necesario para ello. Toda la gestión puesta en manos del alumnado.
No hay romana sin aguja, pero los niños también quisieron diseñar una para sus madres e investigar sobre peinados.
Para el ritual retomaron todos los elementos de recogimiento que como grupo clase habían vivido: situarse en círculo, una música tranquila, un recipiente que pasa de mano en mano con agua, sin que se nos derrame, como una prueba de concentración y atención plena, “para que el pozo vuelva a tener agua”, una sencilla danza emulando las posturas de los exvotos ibéricos que ya conocemos.
Y, como nuevos elementos aprendidos a lo largo del proyecto, que pasan ya a formar parte de nuestra manera de expresión: una estatuilla en barro de Minerva para recoger en nuestro rito las voces de nuestros antepasados que hicieron lo propio para pedir deseos y que se cumplieran; unas palabras a modo de oración para devolver cada elemento a su lugar, como si de una ofrenda se tratase.
Una estela para la mujer romana, de quien nadie sabe casi nada, pero que bien merece un panegírico para que los ciudadanos de Jaén la conozcan, con la frase que han descubierto en las imágenes de las estelas que han observado en internet, “sit tibi terra levis”; y unas ofrendas de primavera, sugerencia de las docentes puesta en la voz de Minerva, con humus, arcilla y semillas atrayentes de insectos, idea que la artista Lucía Loren nos regaló.
Y por fin, el día de antes, una lista interminable de todo lo que no se nos puede olvidar: el agua, las ofrendas, las estatuillas, la estela, el documento que recoge el ritual...
Las docentes, junto con Vicente Barba y Sara Soto, quien interpretaría a Minerva en la visita, diseñan la otra parte del ritual, que arropa y pone en valor las ideas del alumnado. Decidimos que la figura de Minerva intervenga siempre en tono misterioso, al hilo de las cartas un poco crípticas que ha recibido el alumnado y que tantas situaciones de anticipación y de construcción de inferencias a partir de palabras desconocidas y pequeños textos en latín han propiciado. “Sapere aude”2, repetido como un estribillo, hasta el punto que los niños y las niñas puedan recordarlo e interesarse por el valor de esta frase, acompaña siempre su intervención. Una égida de cuero con la imagen de Medusa, un casco romano cedido por la Agrupación de Cofradías y una túnica blanca, atributos suficientes para una diosa que vive en un pozo. Y un arqueólogo respetuoso con la infancia a la que, por lo tanto, se dirige con la verdad, seguro de su capacidad, dispuesto a tomar sus saberes de partida, como anclaje para contarles todo lo que sea posible para moverles el corazón y alimentar su amor por el patrimonio.
Nos damos cita la tarde de antes de la visita, para disponer el lugar del ritual marcándolo con unas piedras blancas con el nombre de cada uno de los miembros del grupo. Para ultimar detalles y compartir ese nerviosismo y esa emoción que solo reconocemos quienes nos movemos en el principio de incertidumbre que supone la escucha de la voz del alumnado hasta el último momento, hasta las últimas consecuencias, que tan bien conocemos quienes nos movemos en el campo del ABP.
EL RITUAL
Tras la acogida de Vicente al círculo del ritual, Minerva aparece al fondo de la parcela, lejana como todos los dioses… y con su visión de fondo, se hace el silencio mientras la diosa recita acercándose:
Y ahora id a ofrendad, tempus fugit.
Comienzan las primeras ofrendas de los objetos al punto del que partieron, de donde un día desaparecieron inexplicablemente (así se lo contamos, aunque realmente se trata de reproducciones de muy buena calidad, puestas en manos sensibles y dedos curiosos de la infancia) y que hoy los niños y niñas de infantil vienen a restaurar. Llevan escritos los lugares y los ritos de cada sitio, para no olvidarlos; y por equipos se acercan con la ayuda del arqueólogo a un patrimonio que hoy más que nunca les pertenece.
Cuando están centrados en cada ofrenda, Minerva se acerca al grupo, en el más absoluto silencio, y les dice:
in terra firme se ha de ofrecer.
Especialmente emotiva fue la ofrenda de la estela funeraria, sobre todo cuando Minerva puso voz a la romana que en la tumba yacía y dijo:
que en esta tumba descanso
La última ofrenda, la del pozo, con la presencia de Minerva que expresa con la fuerza de sus manos más que con la palabra, con la cadencia calma de su cuerpo, el agradecimiento del agua derramada tantos siglos después. Las estatuillas adornan las piedras del borde del pozo.
Y para terminar, nos dirigimos juntos, pero a distancia, al círculo que nos acogió. Allí Minerva danza alrededor de nosotros, se celebra el ritual con sus sabias invocaciones, repetimos sus palabras y sus gestos, y regamos con su agua la tierra, y nuestras ofrendas, para que la tierra florezca…
círculus vitae, círculos vitae...
Minerva se aleja a su pozo, a su época, dejando sembrados en nuestros corazones su semilla de eternidad, habiendo depositado en nosotros, en la infancia y en sus dones, la confianza en que Marroquíes bajos sea reconocida en toda su riqueza patrimonial.
EL AULA DIDÁCTICA
Días después de nuestra visita, las autoridades de Jaén inauguraron el aula didáctica financiada por La Caixa. Las producciones de nuestro alumnado la pueblan, como testimonio de que el poder de la infancia participa de algún modo en la promoción de la cultura. Su mano creativa, ilusionada, el vínculo emocional que se produce entre ella y el Patrimonio, contribuye sin duda a perpetuar la comunicación entre la Historia y el presente.
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NOTAS
1 TROITIÑO VINUESA, M.A. (1998):” Turismo y desarrollo sostenible en ciudades históricas”. Rev. EVIA, nº 47, pp 221 – 228.
2 Sapere aude: Atrévete a saber.
3 Estos textos han sido escritos por Sara Soto, guía del Ayuntamiento de Jaén, que se ofreció desde el primer momento a colaborar en este proyecto y a representar el personaje de Minerva, con emoción y maestría, y que sin duda con su presencia dibujó un “agujero en el tiempo” que unió por unas horas la antigua Roma con el presente.