"Luz de color" en el aula, seguimos investigando un año después

Un año después de las primeras investigaciones serias sobre “luz de color” en centros educativos andaluces, también llamado “dynamic colour”, el trabajo sigue en marcha, aunque en un contexto muy diferente, dado que se ha cambiado el entorno urbano por el rural, para mayor diversidad y generalización de datos. En el ámbito de la educación primaria, se trata de un estudio pionero a nivel mundial, según la literatura científica existente, con consecuencias que podrían ser altamente beneficiosas para el desarrollo de los procesos cognitivos y afectivos de todo el alumnado de estas edades, siempre en un contexto de desarrollo de las “smart classroom” ampliamente entendido y, por añadidura, bien entroncado con el entendimiento de los ambientes de aprendizaje y su influencia educativa.

José Antonio Quiles Rodríguez | CEIP Carmen Borrego, El Rubio (Sevilla)

Casi un año después de los primeros resultados obtenidos en España, y por ende en Andalucía, sobre la afectación de la “luz de color” (conceptualizada originalmente como “dynamic colour”) sobre los procesos cognitivos, sociales y afectivos del alumnado, el equipo de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona (universidad pública de dicha ciudad) sigue profundizando en su estudio. De nuevo, dirigidos por el doctor Ramon Palau y coordinados por el profesor José Antonio Quiles, esta vez el contexto de estudio ha cambiado, pasando de un centro urbano de 3 y 4 líneas de la provincia de Málaga (CEIP El Tejar) a uno rural de 2 y 1 línea de la provincia de Sevilla (CEIP Carmen Borrego). Con esta variación, que no ha sido la única, el estudio permitirá una mayor generalización de los datos obtenidos, tratando de aportar mayor validez a los mismos y, por tanto, mejores elementos para una puesta en marcha real y prototipada de las mejoras educativas estudiadas.

A nivel específicamente técnico, los procesos cognitivos del alumnado se han vuelto a medir centrados en la atención, control del impulso y creatividad figurativa (esta, a su vez, subdividida en originalidad, capacidad de elaboración, flexibilidad y fluidez), a lo que añadimos un estudio sobre los aprendizajes instrumentales principales (competencia matemática y lingüística) y una encuesta de autopercepción sobre procesos afectivos (extraída de un artículo de Suh et al., 2020). A diferencia del estudio elaborado en el CEIP El Tejar hace un año, que contaba con grupo experimental y control, en esta ocasión la investigación en el contexto del CEIP Carmen Borrego tan solo ha dispuesto de un grupo experimental, si bien sí que ha sido posible realizar pre-test y, además, no ha sido diseñado como “contrabalanceado incompleto”, sino que todo el grupo experimental ha realizado en todo momento las mismas pruebas, lo que ha espaciado longitudinalmente el estudio. De cualquier forma, sí se ha respetado el estudio de los colores naranja-verde-violeta, definidos técnicamente a través de su luminosidad, temperatura de color y espectro de color.

 Aula experimental en tonalidad violeta

Como ya aludíamos el año pasado, las Smart Classroom, o aulas inteligentes, entendidas como aulas que deben estar relacionadas con al menos un dispositivo digital que mejore el proceso de enseñanza-aprendizaje, bien sea espacialmente, contextual o culturalmente (Kopper, 2014), están cada vez mejor estudiadas, aunque no son suficientemente conocidas. Tanto es así que en un reciente estudio entre directores de escuela en Cataluña, desarrollado por la propia Universidad Rovira i Virgili, se reconoce que aunque hay un número creciente de estudios sobre aulas inteligentes y escuelas inteligentes, su variedad sugiere la falta de un marco común y una concepción general (Mogas et al., 2021). Recordamos, así mismo, que nuestra investigación pretende aunar el aspecto tecnológico con la concepción más tradicional de ambiente de aprendizaje, o entorno de aprendizaje, donde unos de los estudios más concluyentes fueron los elaborados por el profesor Barret et al. (2015, 2017) en la Universidad de Saldford, U.K., demostrando que casi hasta un 25% del aprendizaje del alumnado está determinado por las condiciones físicas de su entorno educativo.

Estando aún a la espera de la publicación de nuestros resultados empíricos en revistas científicas de prestigio internacional, no podemos ser precisos en la aportación de los mismos en este instante por respeto a la propia investigación. Aun así, sí podemos adelantar que la “luz de color” sí parece mostrarse incidente en los diferentes procesos cognitivos y afectivos estudiados, tanto en beneficio como en perjuicio, lo que lleva a considerar su “dinamismo” como más determinante aún si cabe. Los nuevos datos obtenidos en este 2022, no analizados todavía en su totalidad, dada la gran cantidad de los mismos (320 pruebas con unas 1500 indicaciones específicas), marcarán diferencias respecto a los anteriores, o ahondarán en lo ya establecido y, por tanto, serán más concluyentes.

El alumnado participante ha mostrado una gran expectativa, si bien se ha restado importancia a la misma hasta la conclusión de las pruebas realizadas, al desarrollarse todo en un ambiente natural y normalizado de clase para no alterar la obtención de datos. Bien es verdad que, concluido el estudio, hemos dedicado un día completo a explicarlo, su importancia y contextualización, su comparación con el estudio del año anterior, resolviendo todas las inquietudes guardadas tanto tiempo, provocando un interés creciente en el proceso científico vivido (método científico) y su forma de resolver los problemas. Todo ello resulta de enorme impacto curricular, no solo por la propia naturaleza de las pruebas seleccionadas, sino por el propio proceso en sí y su vinculación al campo científico de primera magnitud, en el que han mostrado sentirse satisfechos de poder participar y, más aún, por poder contribuir a mejorar la vida escolar de los niños del futuro.

El presente estudio, no concluido aún, como decíamos, pretende continuar al menos 2 o 3 años más, dependiendo del rigor de los datos que vayamos obteniendo, conformando un corpus potente del que iremos dando sucesiva cuenta en esta revista digital educativa andaluza.

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Referencias bibliográficas

- Barrett, P., Davies, F., Zhang, Y., & Barrett, L. (2015). The impact of classroom design on pupils’ learning: Final results ofaholistic, multi-level analysis. Building and Environment. https://doi.org/10.1016/j.buildenv.2015.02.013

- Barrett, P., Davies, F., Zhang, Y., & Barrett, L. (2017). The Holistic Impact of Classroom Spaces on Learning in Specific Subjects. Environment and Behaviorhttps://doi.org/10.1177/0013916516648735

- Koper, R. (2014). Conditions for effective smart learning environments. Smart Learning Environments, 1(1), 1–17. https://doi.org/10.1186/s40561-014-0005-4

- Mogas, J., Palau, R., Fuentes, M. & Cebrián, G. (2021). Smart schools on the way: How school principals from Catalonia approach the future of education within the fourth industrial revolution. Learning Environment Research. https://doi.org/10.1007/s10984-021-09398-3

- Suh, J. K., Park, E. K., & Iwamoto, D. (2020). Color-filtered lighting: Visual and emotional impact in learning environments. International Journal of Architectonic, Spatial, and Environmental Design. https://doi.org/10.18848/2325-1662/CGP/V14I01/41-55