2.- Semblanzas: Joaquin Guichot y Antonio Domínguez Ortiz

 

Con el fin de promover y distinguir aquellas experiencias y trabajos de investigación y de innovación que contribuyen al tratamiento educativo de los valores propios de nuestra identidad andaluza y a modificar y mejorar, en general, la práctica docente en los centros y en las aulas, la Consejería de Educación convoca anualmente un concurso para el fomento de la investigación e innovación educativa, al que dan nombre dos insignes figuras que sirven de inspiración para el trabajo innovador e investigador en el aula: Joaquín Guichot  y Antonio Domínguez Ortiz. Pero, ¿quiénes fueron estas dos personalidades?

Fueron historiadores, separados por un siglo, cuya trayectoria docente e investigadora se desarrolló en Andalucía en dos momentos distintos, pero a los que les unió la pasión por la historia en general y  la  cultura andaluza en particular. Estos ciudadanos ilustres, cada uno en su época, se consagraron a la investigación histórica y a su enseñanza, realizando aportaciones esenciales para el conocimiento de nuestro pasado. 

 

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Joaquín Guichot y Parody

Historiador, profesor, escritor, dibujante, traductor y periodista, sevillano de corazón, aunque nació en Madrid en 1820. A partir de 1879 ocupó plaza en la Academia de Buenas Letras de Sevilla. Murió en esa ciudad, de la que fue cronista oficial durante el último tercio del siglo XIX,  a los 86 años.

Hijo de un francés y una malagueña de ideas liberales, que sufrieron persecución política, vivió en el exilio en Sevilla, Gibraltar y Burdeos.

Con veintiséis años se instaló en Sevilla definitivamente y desarrolló un amplio campo de actividades polifacéticas: docente, catedrático de dibujo lineal en la Escuela Industrial de Sevilla y después en el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza, donde adquirió una buena base para potenciar la exactitud de sus trabajos; periodista, que   trabajó en el diario “El Porvenir” durante treinta años consecutivos,  redactor y colaborador de diversas publicaciones de la mayoría de periódicos que se editaban en Sevilla, en los que escribía principalmente sobre política y por la causa liberal. A partir de 1850 llegó a dirigir El Artista y a fundar la revista literaria El Teatro. Pero su nombre  ha quedado unido permanentemente a Andalucía por su faceta de historiador, en la que  se concentró en investigar sobre la historia de Sevilla y de Andalucía. Entre 1869 y 1875 se publicó su obra de varios tomos Historia General de Andalucía en el que es visible su gran esfuerzo de síntesis, además de testimonio historiográfico, y  entre 1873 y 1886 , también de varios tomos, Historia de la ciudad de Sevilla y pueblos más importantes de su provincia desde los tiempos más remotos hasta nuestros días y en 1896  Historia del Excmo. Ayuntamiento de la Muy Noble, muy leal, muy heroica e Invicta Ciudad de Sevilla.

En sus obras se centró mucho más en la narración de los hechos que en su interpretación. Le interesaron todos los aspectos posibles, desde la política y la sociedad a la cultura y los sucesos. Incorporó documentos muy valiosos. Además declaró su intención de proceder científicamente para lo que proponía una metodología caracterizada por ajustarse a los principios de exigir la verdad, imparcialidad, y formas grandiosas para tratar de justificar los destinos de la humanidad, por una parte; y realizar una crítica histórica que permitiera establecer la diferencia que existe entre la verdad demostrada y las conjeturas, la hipótesis y la paradoja, por otra.

Su legado no solo quedó en sus obras sino también en su hijo Alejandro Guichot Sierra, que prosiguió las investigaciones  y, además de ser un gran historiador y escritor, fue creador del ideal andaluz junto con José María Izquierdo y Blas Infante en los años 1913/1914.

Por ser precursor en su trabajo investigador sobre Sevilla y Andalucía, así como por su labor  docente, la Consejería de  Educación de la Junta de Andalucía, al crear el concurso para potenciar la Cultura Andaluza en las aulas y fomentar el reconocimiento de la labor del profesorado andaluz, eligió el nombre de este insigne historiador.

 

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Antonio Domínguez Ortiz pensador, humanista, incansable investigador, ilustre historiador social, catedrático, divulgador...  nació en  Sevilla en 1909. Falleció en 2003, a los 93 años,  en Granada.

De formación inicial  autodidacta, sus estudios universitarios en Sevilla los realizó con la ayuda de trabajos ocasionales en el Archivo de Indias. En Sevilla tuvo algunos buenos profesores, como Francisco Murillo,  Jorge Guillén, Juan de Mata Carriazo o  Jesús Pabón, que influyeron en su trayectoria...

Fue un catedrático de instituto que, en un contexto ni política ni profesionalmente fácil, y a partir de una capacidad de trabajo excepcional, se dedicó a la investigación por pura pasión por la historia y fue libre de espíritu para asumir su propio proyecto de vida y su oficio de historiador.

Autor de numerosas publicaciones, incide en multitud de temas diferentes, pero su condición de historiador social es evidente a lo largo y a lo ancho de las mismas.

En sus análisis históricos, primó el sentido común sobre cualquier otro criterio ideologista o sectario.  Su honestidad intelectual  fue su guía permanente.  Su teoría de la historia es ecléctica, nunca determinista ni parcial.   Por encima de todo le caracterizó su pasión por la historia social,  el talante liberal, la ilusión por contribuir a cambiar el rumbo de la historiografía española.

Su vida de trabajo docente en el bachillerato mereció el reconocimiento académico y social. Fue académico de la Historia, académico de la British Academy, de la Academia de la Historia de Venezuela, de la Academia de Buenas Letras de Sevilla, de la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba y recibió infinidad de premios y distinciones, entre las que destacan el Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 1982 y el Menéndez Pidal de Investigación Histórica de 1986, la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio o la condición de Andaluz Universal por designación de la Junta de Andalucía en 1983.

Publicó más de cuatrocientos trabajos: libros, monografías, artículos, ponencias, reseñas bibliográficas, prólogos, y su magisterio ha sido decisivo en los historiadores de dos generaciones e incluso ha obligado a reconsiderar periodos decisivos de la historia de España.

Aportó también sus conocimientos sobre la historia de Andalucía. Sus libros sobre los moriscos adquirieron una importancia capital y a comienzos de los ochenta, en pleno renacer de la conciencia histórica andaluza, coordinó una Historia de Andalucía en ocho volúmenes.

Conferenciante en varias universidades europeas y americanas, ponente en numerosos congresos históricos en España y el extranjero, supo compaginar su cotidiana tarea docente con una labor tenaz, continua e ilusionada de investigador.

Por su capacidad de buscar nuevas respuestas  a interrogantes clásicos, por divulgarlas, por la modernidad de su obra, por la coherencia con su propia trayectoria, por ser un referente intelectual para docentes, la  Consejería de Educación de Andalucía al crear la modalidad de premios destinados a investigaciones educativas así como a experiencias y materiales educativos, sobre cualquier tema educativo, dirigidos a la innovación y mejora de la práctica educativa, eligió el nombre de este insigne historiador social.

 

Fuentes:

sevillanosilustres.com

Historia Social nº 47, IV 2003