Teatro en el Odón Betanzos

Beatriz Uceda López
Profesora de Música y Artes Escénicas - Jefa de Estudios
IES Odón Betanzos Palacios (Mazagón)

Recuerdo aquel uno de septiembre de 2016 con total claridad. Era un día soleado, de esos que todavía pertenecen al verano, y la luz de Mazagón me enamoró. Supe al primer instante que mi alma de artista errante había llegado a su destino, que el famoso “kit de interino”, ese con el que había viajado por media Andalucía, —con un poco de suerte—, igual se desintegraba por unos años y que yo iba a hacer todo lo posible por que así fuera.

El primer vistazo al edificio mostraba que allí trabajaba gente con vocación por la enseñanza: los cuadros de Don Manuel, las plantas bien cuidadas… pequeñas pinceladas que lo hacían todo más acogedor. Me recibió Alejandro, nuestro director, y tras una pequeña entrevista de mis andanzas artísticas y docentes soltó la pregunta que ya me haría plantearme si aquello era verdad o me estaban grabando para un programa de esos de cámara oculta: “Oye, ¿tú querrías dar teatro?”. Creo que las pupilas se me dilataron de la emoción y mi piel se erizó como si soplara esa brisilla fresca que viene directa desde la playa. “Sí, ¡por supuesto!”. Y así empezó todo. Era la primera vez que alguien de un centro de enseñanza pública me ofrecía compartir mi experiencia escénica sin tener que rogarlo. ¡Qué gran regalo de bienvenida!

Después de eso, todo fue sorpresa tras sorpresa: tres grupos de teatro ese año que hicieron las delicias tanto de mis compañeros y compañeras como de las familias de los pequeños actores y actrices. Estrenamos tres obras aquel año: El bosque encantado con 1º ESO, donde Elsa nunca me perdonará que la pusiera de árbol; Aulularia en 2º, donde los gritos de Dani clamando por su olla y el latín de Fernando nos hacían llorar de la risa y Antígona en 3º, la única tragedia, —el gran reto—, donde demostraron su pasión por las tablas y enseñanzas que les había dejado mi predecesora en esto del teatro, mi querida compañera Paqui. Hablamos del curso 2016-17.

Al año siguiente, cuando volvimos de las vacaciones, yo tenía claro por dónde empezar. Había pasado el verano leyendo y buscando obras para mis artistas y los guiones venían calentitos: La asamblea de las mujeres para 2º, con los mantos, las barbas postizas y las tres viejas que tanta guerra daban; La gorgoja para 3º, creo que fue el momento en el que Cori se enamoró de los personajes frescos y caraduras pero sensibles de corazón, Cristina aprendió a hacer de borracha y todos bailamos swing al son de Alison; y La vida de Brian para 4º, donde yo perdí la cuenta de cuántos cambios de vestuario hacían Marcos y Dani, Sanae marcó un hito imitando la voz de la madre de Brian, María rompió las famosas y odiadas carcasas, Ana aprendió a hacer la salamanquesa y hacíamos cada cambio de escena al ritmo de los payasos de la tele con ayuda de aquel curso de clown que yo había hecho y con el que estaba tan emocionada.

Tan divertida nos quedó La vida de Brian que nos aventuramos a llevarla al Festival Juvenil de Teatro Martínez Montañés en Sevilla. Íbamos cargados de ilusión y de incertidumbre, era la primera vez que participaban en un concurso de teatro y además a nivel andaluz, un reto. Fuimos premiados con “La mejor puesta en escena”, una alegría para todos, ya que competíamos con alumnado de bachiller y asociaciones de teatro de toda Andalucía. ¡Qué orgullosa estaba de ellos!

Por si fuera poco, este mismo grupo comenzó en el mes de febrero el montaje de Antígona, pues La vida de Brian nos había ocupado solo cuatro meses del curso escolar y necesitaban un reto más. Una tragedia de nuevo, digna de ser vista por el mismo Sófocles. Aún me emociona recordar a María Juliana llorando, a Marta en el papel de Casandra vaticinando maldades, loca y poseída, a Rosa guiando al coro con el movimiento flexible de su cuerpo y su voz melodiosa y firme. Supieron expresar en el escenario sentimientos que apenas comprendían: la muerte de un hijo, la soledad de una viuda, la crueldad del poder.

Aquel mismo año llegó alumnado nuevo al taller. Para ellos no tenía nada preparado porque es muy difícil pensar un guion cuando no conoces a tus pequeños actores y actrices. La idea me la dio Patricia, una mente creativa e inquieta que, voluntariosamente y sin pedir nada a cambio, me ofreció hacer un guion en inglés, “tú sabes, por eso de incluir el bilingüismo”, me dijo, “algo sencillito”. El musical de The Lion King empezó a fraguarse en nuestras cabezas y fue poco a poco ganando peso frente a otras ideas así que, decididas, embarcamos a Miguel, el compañero de plástica en aquel momento y nos pusimos manos a la obra.

El atrezo, compuesto de gorros y disfraces de gomaespuma quedó impresionante. El guion era, tal como prometió Patricia, asequible. Los bailes y movimientos estaban inspirados en Broadway. La aventura resultó increíble: Eva y Blanca hacían un dúo divertidísimo, Camino y Quela parecían hechas para el papel, los leones eran majestuosos, las hienas traviesas y torpes y Carlos destilaba en su interpretación maldad y altivez, la propia de su personaje. Mis queridos animales de la selva paseaban por el escenario felices: cebras, jirafas, elefantes…

Tan mágica fue la aventura que, al año siguiente, decidimos retomarla y presentarla al Festival del Martínez Montañés, un año más compitiendo con esos bachilleres de artes escénicas y asociaciones de teatro, siendo ellos los más pequeños en edad, pero no en cualidades artísticas. Fuimos premiados con “Mejor vestuario y maquillaje”. Esto no habría sido posible del todo sin las mejoras pertinentes que sugirió María, “la de mates”, que acompañó nuestro maquillaje y gorros con barriguitas, colas, pelos y plumas, haciendo que los animales lucieran todavía más espectaculares.

Al año siguiente, representaron Grease y me toca hacer mención y dar mil gracias a las familias que tanto se implicaron en el vestuario de este montaje. Siempre recordaremos las gafas de diamantes de Aiyi, las trocherías de Alejandra y Celia, el día en la playa grabando a Carlos y Clara y el desparpajo de Marina cantando Sandra Dee. Nunca olvidaré vuestros bailes de chicos, la frescura que tenéis cuando subís al escenario, vuestros ojos cargados de emoción antes de actuar, los nervios, las lágrimas… prometo que ya estaba pensando el reto del curso siguiente.

A este musical de Grease, se le sumaron ese año dos más. El año de los musicales, como me gusta llamarlo, fue pistoletazo de salida al I Festival de Teatro del Odón Betanzos (2019), donde disfrutamos también de Chicago, llevado a escena por el alumnado de 3º, con Martyna y Elsa cabareteras y un tango de la cárcel que ponía la piel de gallina y Mamma Mia, del alumnado de 4º, que nunca imaginó que le gustaría tanto la música de ABBA. He visto tanto compañerismo entre vosotros y vosotras que me confirmáis que merece la pena, pues renovabais mis fuerzas cada día, —aunque fuese lunes a primera— y juntos, cargábamos las pilas para toda la semana. Gracias por las risas y los bailes y estar siempre dispuestos a montar y desmontar, recoger, ordenar y compartir.

Junto a estos musicales, disfrutamos de El sueño de una noche de verano, representada por el alumnado de 1º con vestuario griego y final rompedor, bailando al ritmo de Swish-swish, el que me enseñaron ellos a bailar y con el que nos divertíamos cada semana.

Y no podía dejar de nombrar nuestra recién fundada compañía Kairós Teatro, formada por alumnos y ex-alumnos del Odón Betanzos, que ese mismo año estrenó Cuadros de Amor y Humor, al fresco en la 13 Dadá Trouch Gallery de Huelva, llenando la sala y sorprendiendo a familiares, amigos y desconocidos con un humor fresco y actual, maduro para sus cortas edades, demostrando el arte que tienen y la pasión con el que lo defienden. Tan exitoso fue el estreno que tuvimos el placer de acudir invitados a Gibraleón, para compartir esta divertida obra con el alumnado de su instituto, sumando un éxito más al grupo. Ahora nos encontramos inmersos en el montaje de nuestro próximo estreno, Las Bacantes, cambiando así el tono humorístico por el trágico.

Y llegamos al curso actual que comenzamos cargados de ilusión montando el musical de Mecano, Medea y una obra de guion propio pero este maldito virus nos hizo parar y despedirnos, dejar el atrezo en clase y reinventarnos a través de redes educativas y sociales. Pero no dudéis en ningún momento… el show volverá, siempre continúa. Es tanto lo que el teatro puede aportar en la vida de las personas y tanta la satisfacción que me produce aportar mi granito de arena que solo me queda dar las gracias. Gracias a todos los componentes humanos del Odón Betanzos de Mazagón por acogerme, por hacer posible esta aventura y siempre tender la mano y, en especial, a su director, su apuesta y apoyo han sido el pilar sobre el que se ha cimentado esta gratificante experiencia (ojalá más directivos apostando por las artes escénicas). Gracias a las familias, sin ellas esto no sería posible. Gracias infinitas a cada uno de mis alumnos y alumnas, aunque estéis cansados de oírmelo decir, sabéis que os llevo en mi corazón.