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Estrategias de adaptación al cambio climático: soluciones basadas en la naturaleza
Las ciudades de las regiones continentales del sur
de Europa están sometidas a un periodo estival cá-
lido y seco, al que se suma un sobrecalentamiento
extra causado por el efecto isla de calor, hasta tal
punto que sólo es posible mantener una calidad
de vida aceptable a costa de un alto consumo de
energía. En condiciones de cambio climático global,
además, se prevé que este problema va a aumentar
en amplitud (número de meses estivales) e intensi-
dad (máximos de temperatura alcanzada) hasta ex-
tremos insostenibles desde el punto de vista social
y económico.
A la mitigación de esta situación acuden multitud
de instrumentos y tecnologías que permiten me-
jorar la eficiencia energética de edificios o despla-
zamientos motorizados. Sin embargo, no todo el
peso de la adaptación puede recaer sobre la me-
jora de las condiciones internas de edificios y ve-
hículos, mientras que el espacio público abierto al
exterior queda expuesto al rigor climático. Por el
contrario, la adaptación al clima y al cambio climá-
tico debe realizarse a diferentes niveles, recayendo
el peso más importante sobre el propio diseño de
la ciudad.
Las características y distribución de los materiales
inertes y la vegetación, junto a la gestión del agua
de riego y lluvia, son los puntos claves que permi-
ten a una ciudad minimizar el efecto isla de calor, o
incluso revertirlo, creando islas frescas o ciudades
oasis.
La arquitectura vernácula es una fuente ilimitada de
ideas para la adaptación a climas cálidos, hacien-
do hincapié en aspectos muy importantes como
la distribución y características de los materiales,
manejando radiación solar y ventilación para crear
ambientes confortables. En este sentido, la vegeta-
ción en la arquitectura y el urbanismo entra a formar
parte en este esquema como un material más, cuya
distribución y formas permiten realizar un manejo
de la radiación solar para proyectar sombras a las
horas y lugares más idóneos para mejorar el confort
climático.
J.J. Guerrero Álvarez.