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Informe de
Medio Ambiente en Andalucía
Sin embargo, ésta es una visión muy limitada de los servicios que pueden aportar las plantas a la hora de
controlar el clima. Este escenario de conocimiento ha derivado con frecuencia en la sustitución de elemen-
tos vegetales por objetos que cumplen semejante función de sombreado y que no demandan el mante-
nimiento tan delicado que requiere una planta. Las plantas, y por antonomasia los árboles, sin entrar en
temas artísticos y sensoriales, no son sólo sombra, y es muy importante entender la razón. Los vegetales
terrestres despliegan sus hojas para capturar los rayos del sol y realizar la fotosíntesis, la mayor y más im-
portante industria del planeta, donde el 98% de la materia viva está plenamente dedicada a dicha función,
y en la que se basa prácticamente el 100% de la alimentación de los seres vivos.
Para poder mantener las hojas frescas a una temperatura óptima, las plantas terrestres deben ensamblar a
la función fotosintética un sistema de refrigeración eficaz, muy potente y que no consuma energía: la trans-
piración estomática. La transpiración es un mecanismo físico que, a 20
o
C, permite disipar calor a un ritmo de
585 Kcal por cada litro de agua consumido por las raíces. Es lo que se denomina enfriamiento evaporativo
o adiabático. En climas cálidos, las plantas aprovechan, y por tanto evacuan hasta el 3% de la radiación
solar por medio de la fotosíntesis, mientras que para proteger su delicado funcionamiento, las hojas deben
disipar entre el 30 y 70% de la radiación solar, desviándola hacia calor latente de vaporización, mediante la
transpiración foliar. Sin plantas y agua esta energía procedente del sol se invertiría en recalentar el suelo y
la atmósfera. La transpiración de los vegetales no sólo es capaz de reducir la contribución de una zona al
calentamiento del ambiente, sino que también puede hacerse cargo de evacuar un porcentaje importante
de calor procedente de lugares colindantes.
J.J. Guerrero Álvarez.
J.J. Guerrero Álvarez.