Razas autóctonas

Las razas autóctonas, gracias a su gran capacidad de adaptación a las condiciones ambientales y de explotación existentes en sus hábitats de difusión natural, son los únicos recursos ganaderos que permiten el mantenimiento de la actividad agraria de forma compatible y sostenible con su entorno dado que, por su elevada rusticidad resultan ser animales de escasas exigencias y bajo coste, especialmente, en el caso de las razas en peligro de extinción, las cuales generalmente se ubican en las zonas más difíciles y agrestes, en muchos casos en sistemas de producción netamente extensivos.

RAZAS AUTÓCTONAS

En este sentido, podríamos citar como ejemplo la explotación de la oveja Merina de Grazalema y la cabra Payoya en el Parque Natural de la Sierra de Grazalema y la Serranía de Ronda, la presencia de las cabras de raza Blanca Andaluza y Negra Serrana en Sierra Morena, con especial concentración en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, o bien las razas bovinas Berrenda en Colorado, Berrenda en Negro, Cárdena Andaluza y Negra Andaluza en las áreas más agrestes de la Dehesa o incluso el ganado explotado en condiciones de marisma, ya sea el Parque Nacional de Doñana o su entorno.

Los procesos de intensificación y homogeneización comercial de la actividad agraria han llevado al borde de la desaparición a numerosas razas ganaderas autóctonas menos productivas que otras razas foráneas, aunque más dependientes de recursos externos. Generalmente, se trata de preservar la combinación de sistemas tradicionales de explotación con la utilización de razas autóctonas mediante el uso racional de los recursos existentes. Así las cosas, la adopción o implementación de técnicas de producción ecológica o producción integrada puede contribuir a la mejora de la rentabilidad económica a través de la puesta en valor tanto de la bondad de estas tecnologías de la producción respetuosa con el medio ambiente como de la calidad organoléptica de los productos. Estas recomendaciones suponen un refuerzo a favor de la biodiversidad, al permitir la el mantenimiento o conservación in situ de algunas razas autóctonas amenazadas de desaparición como también el incremento censal de otras razas ganaderas autóctonas que podrían garantizar su supervivencia en el actual contexto productivo y económico.

En cualquier caso cabe resaltar la importancia de la conservación de los recursos genéticos de los animales domésticos propios de nuestro agro con el fin de garantizar el mantenimiento de la variabilidad genética existente en dichas especies ya que, actualmente, desconocemos la importancia que tales genotipos podrían albergar de cara a la mejora y progreso genético del futuro, de forma que estas razas sean portadoras de genes de gran interés relacionados con la capacidad adaptativa de estas especies en las próximas generaciones, todo ello sin menospreciar el valor histórico y cultura que estas razas poseen como parte indisoluble de nuestros paisajes.
 

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