Pablo Gutiérrez. Profesor de Secundaria y Escritor

 

 

 

Pablo Gutiérrez, además de ejercer como profesor de Lengua y Literatura en el IES Juan Sebastián Elcano de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), es una de las jovenes voces narrativas más prometedoras del panorama literario actual en nuestro país. A pesar de los diversos premios que han jalonado su carrera literaria y del éxito de crítica y público obtenido con su novela Democracia, no parece muy interesado en alcanzar la fama ni convertir la escritura en su principal oficio. Dice no frecuentar ni pertenecer a ningún círculo literario, ni tener intención de dejar de vivir junto al mar.


 

Sabemos lo dífícil que resulta vivir de la literatura e incluso hacerse un hueco en el panorama editorial. En su caso, ¿cómo ha sido ese camino hasta llegar a convertirse en un autor revelación?

Vivir de la literatura, como dices, me parece imposible, pero por fortuna existen muchas editoriales pequeñas con cierta independencia que siempre están buscando nuevos autores. Algunas no admiten manuscritos, pero otras sí, y probablemente el camino más sencillo para encontrar un hueco es escribir una buena novela y llamar a la puerta de un pequeño editor. A mí me ocurrió algo parecido.  

¿Cómo fueron sus inicios en el terreno de la creación? ¿Tuvo que llamar a muchas puertas antes de que le publicaran su primer libro?

Frustrantes, aunque sin desesperación. Creo que hay que escribir un par de novelas impublicables antes de encontrar un texto que te satisfaga. Es necesario acumular muchas páginas de desecho, tóxicas, y prescindir del propio ego tanto como sea posible. No debes aferrarte a lo que escribes como si fuera valioso sólo porque lo has escrito tú. Yo no tuve que llamar a muchas puertas, pero sí tuve que aprender a renunciar a muchas de las cosas que escribía y que no servían para nada, hasta que encontré entre tantas páginas de basura algunas que contenían una historia.

La escritura es un acto solitario. ¿Cuándo comenzó a escribir y a darse cuenta de que lo que escribía era realmente bueno?

Todo comienza en la adolescencia, no sólo la escritura, sino el resto de las pasiones. El juicio acerca de lo que haces siempre está distorsionado por la confusión de esos años, y a no ser que seas Arthur Rimbaud es mejor tener paciencia y esperar a que se forje un estilo y que acumules suficientes experiencias vitales para poder escribir sobre ello. Nunca sabes, ni antes ni ahora, si lo que escribes es bueno hasta que el lector no lo refrenda.

En el año 2001 quedó finalista del Premio Miguel Romero Esteo de dramaturgia con su obra 'Carne de cerdo'. Era usted muy joven. ¿Cómo surgió el presentarse a este premio?

El teatro era entonces la pasión literaria que me conmovía. Sintiéndome incapaz de actuar, creí que era la mejor manera de acercarme a ese mundo que me apasionaba.

¿De dónde procedía esa pasión?

No sabría definirlo, pero a pesar de su falsedad el teatro siempre me pareció la expresión literaria más creíble, más eficaz.

Pablo Gutierrez 2 ((c) Paco Moscoso 2.JPG)

 

 

 

"Las competencias lingüísticas del alumnado son un reflejo de las competencias lingüísticas del conjunto de la sociedad. ...En un mundo donde la tecnología se convierte en un fetiche que sustituye al conocimiento resulta hipócrita ofenderse porque nuestros alumnos no sepan escribir ni sean capaces de comprender textos complejos"

 

 

 

¿Qué opinión le merecen los concursos literarios? ¿Cree que siempre ganan los mejores?

Ni los frecuento ni los conozco. No tengo ningún juicio más allá del que casi todo el mundo tiene, es decir, que suelen estar amañados por intereses editoriales. Pero una cosa sí tengo clara: no existen buenas novelas guardadas en ningún cajón que los editores rechacen porque provienen de un desconocido. Eso no pasa. Si la novela es buena, si cuenta cosas y el autor conoce el oficio de la escritura, encontrará un editor. No hay ninguna persecución contra autores malditos a los que nadie quiera publicar.

¿En algún momento ha llegado a planterase la escritura como un modo de vida?

En absoluto. No es un oficio para mí.

Usted estudió Periodismo y creo que ejerció esta profesión durante algún tiempo. ¿Cómo dio el salto a la docencia?

Asqueado por la corrupción del periodismo, de las redacciones de los periódicos locales que pastelean la información con los gabinetes de prensa de las instituciones y de los partidos políticos. Dando clases, sin embargo, encontré la honestidad de un oficio donde, al menos al principio, me sentía libre.

¿Disfruta de sus clases como profesor de Lengua y Literatura?

Mucho. Es el contacto directo con los lectores. Supone un aprendizaje esencial para saber de qué modo se reciben los textos literarios por parte de lectores que, casi siempre, carecen de los conocimientos necesarios para descifrarlos.

¿Ha encontrado entre sus alumnos o alumnas a potenciales ecritores con talento?

Pocos, pero algunos he encontrado. Aunque con la edad de mis alumnos es mejor que no deseen convertirse en escritores, sino en lectores.

Imagino que despertará la admiración entre su alumnado. ¿Supone esto una ventaja a la hora de enseñar?

No creo que haya ninguna admiración. Sólo soy su profesor de literatura y de gramática, el que pone las notas al final de trimestre y les corrige los cuadernos. Hay poco encanto en todo eso.

Desde su experiencia como docente, ¿qué valoración hace de las competencias lingüísticas del alumnado en la actualidad y que podemos hacer para mejorarlas?

Son un reflejo de las competencias lingüísticas del conjunto de la sociedad. ¿Escriben y comprenden mejor los adultos que los adolescentes? Tal vez el que se detenga a leer esta revista sí lo haga, pero la mayor parte de los padres de mis alumnos o bien no tienen ninguna clase de estudios o apenas saben leer ni escribir. ¿Se valora la corrección ortográfica, la expresión y la lectura en el mundo de los adultos? El sector de la población que más libros lee al año, según las cifras, es el de los adolescentes. En un mundo donde la tecnología se convierte en un fetiche que sustituye al conocimiento resulta hipócrita ofenderse porque nuestros alumnos no sepan escribir ni sean capaces de comprender textos complejos. ¿Quién es capaz de hacerlo?

¿Cree que es una batalla perdida el empeñarse en que los jóvenes lean cuando no muestran interés en hacerlo? ¿Qué alternativa nos queda?

Se les obliga a leer igual que a hacer cálculo matemático. Luego habrá algunos que se apasionen por las matemáticas y otros por los libros, pero los lectores siempre serán una minoría. Siempre han sido una minoría. ¿Cuándo, en qué época se leyeron y se publicaron más libros que ahora? ¿Qué edad dorada hemos perdido? ¿Los años en los que la educación obligatoria terminaba a los catorce y arrojaba montones de iletrados a la calle? Leerán, como siempre ha ocurrido, quienes tengan padres que lean, quienes hayan recibido desde casa ese aprendizaje emocional. Y mientras tanto los profesores tendremos que seguir obligándolos a leer igual que a aprender geografía, porque además de una pasión la lectura también es una destreza.

A partir de la experiencia con su alumnado, ¿comparte la idea de que gran parte de los jóvenes carecen de inquietudes o interés por el conocimiento?

En la misma proporción que los adultos.

 

Pablo Gutierrez 1 ((c) Clea Martí Gamito 2.JPG)

 

             

      

   "No participo de ningún círculo, no conozco a  otros escritores, no tengo amigos escritores ni me muevo en el mundo artístico, así que prefiero vivir cerca de la  playa"

 

 

 

 

 

 

 

La prestigiosa revista británica Granta le eligió como  uno de los 22 mejores escritores jóvenes de la narrativa española. ¿Se siente más reconocido en el extranjero que en España?

No, sólo una novela mía ha sido traducida.

¿Qué importancia le da al talento innato en lo referente a la creación literaria?

Cero, la literatura no es un músculo. Se aprende a escribir leyendo. Y leyendo cosas diversas, especialmente.

¿A qué escritores o escritoras admira y por qué?

A Milan Kundera y a Martin Amis, por su capacidad para introducir el humor, la hipérbole y la poesía en historias apasionantes.

¿Tiene algún referente literario que se refleje en su forma de escribir?

No creo.

¿Qué aspectos de  esa forma  cree que son los que mejor conectan con los lectores? ¿Piensa en ellos a la hora de escribir?

Siempre se forma la imagen de un lector en la mente, un lector invisible que raras veces coincide con quien leerá finalmente tus novelas.

¿Quién le inculcó el placer de la lectura? ¿Se puede aprender a descubrir ese placer?  ¿Cómo lo hace usted con su alumnado?

Mejor no forzarlo, y que cada cual lo descubra a su manera. Son los libros quienes deben hacer eso, y no los prescriptores. Yo comencé a leer porque en casa había libros. Nadie se levanta una mañana en una casa sin libros y siente una repentina necesidad de leer novelas. Si los libros no están ahí, cerca de ti y esperando tu aburrimiento, nunca leerás nada. Pero las casas están vacías de libros. Comprar un libro se considera una fruslería, o en el mejor de los casos un obsequio.

Y a escribir creativamente, ¿le ayudó alguien?

No creo. La mejor escuela de escritura es el método científico: ensayo, error.

En el año 2010 recibió el Premio Ojo Crítico de Narrativa por "su  capacidad de mezclar situaciones dramáticas con el sentido del humor y su habilidad para retratar el mundo adolescente de forma lírica y descarnada". ¿Es este un recurso buscado o simplemente es el modo en el que ve la realidad?

También es el modo en el que me salen las cosas. No tiene otra explicación. Lo más difícil de definir de un texto literario es el estilo, que es como la manera de andar o de vestirse. Cuando se sobreactúa, resulta ridículo. Si es coherente con la persona, puede encajar con naturalidad que lleves el pelo verde y un gabán morado.

 

Pablo Gutierrez democracia (Democracia.jpg)

 

 

 

 

 

"No deseo ninguna carrera literaria ni aspiro al oficio del escritor. Escribiré hasta que me canse, y dejaré de escribir cuando no tenga nada que decir o cuando comience a decir tonterías. Pronto, me temo"

 

 

 

 

En su novela Democracia aborda una problemática de máxima actualidad, la exclusión de la sociedad que supone el desempleo (el personaje protagonista, Marco, aparejador, se ve despedido de la empresa en la que trabaja) en el contexto de la crisis económica en la que estamos inmersos. Llama la atención el modo en el que ha organizado el libro, como si de un glosario se tratara...

La novela se construye con una trama en paralelo donde, además, se intercalan citas y referencias que sirven para construir una historia compleja y pretendidamente confusa, como confusos son los acontecimientos históricos que nos tocó vivir.

Además, la novela es rica en voces narrativas y discursos de índole filosófica, científica y artística. ¿Se documenta mucho a la hora de escribir o parte más de la experiencia personal y el mundo que le rodea?

En una novela como Democracia, donde la economía y las finanzas desempeñaban un papel muy importante, fue necesaria cierta documentación para poder elaborar un discurso coherente. Pero el exceso de documentación puede hacer que la novela caiga en el documentalismo, es decir, que el autor sepa tanto del tema que aborda que no sea capaz de resistirse a apabullar al lector con todas las cosas que ha aprendido. Es un equilibrio complicado.
 

La pregunta de rigor. ¿Qué puede hacer un joven escritor que quiera publicar su primera novela? 

Tirar esa novela, que probablemente será muy mala, tragarse el orgullo y escribir otra después de haber aprendido de los errores de la anterior. Y cuando tenga entre las manos un texto bueno, muy bueno, entonces resultará fácil que cualquier editorial pequeña se interese por él. 

Trabaja en un centro de Sanlúcar de Barrameda. ¿No ha sentido la necesidad de irse a Madrid o Barcelona donde supuestamente se mueven los círculos literarios de nuestro país?

No participo de ningún ciírculo, no conozco a otros escritores, no tengo amigos escritores ni me muevo en el mundo artístico, así que prefiero vivir cerca de la playa.

¿Cuál es su máxima aspiración como escritor?

Ni deseos ni aspiraciones, no deseo ninguna carrera literaria ni aspiro al oficio del escritor. Escribiré hasta que me canse, y dejaré de escribir cuando no tenga nada que decir o cuando comience a decir tonterías. Pronto, me temo.