Con la Reconquista y el descubrimiento de América, la Iglesia se erigió en un gran centro de producción musical.
La Reconquista y el descubrimiento del Nuevo Mundo propiciaron una floreciente economía para la construcción de nuevos templos y catedrales y, con ellos, nuevas plazas para la música religiosa propia de los cultos y oficios. La Iglesia se erigió en un gran centro de producción musical, junto a la Corte y las casas nobiliarias.
Andalucía fue referente de la música eclesiástica en España con la Capilla Real de Granada al frente, dirigida por maestros como Rodrigo de Ceballos y Ambrosio de Cotes, y también como pionera de ciertas prácticas, entre ellas, la impresión de incunables musicales y la contratación de ministriles. La Catedral de Sevilla fue la primera en asalariar a músicos instrumentistas.
Pero Andalucía destacó, sobre todo, como cuna de los más importantes compositores del género religioso, como los sevillanos Cristóbal de Morales y Francisco Guerrero, punta de lanza de cientos de maestros y músicos de las capillas andaluzas, y de los teóricos musicales más destacados: de San Isidoro de Sevilla, el gran erudito de la Edad Media, al baezano Bartolomé Ramos de Pareja (siglo XV), el ecijano Juan Bermudo (siglo XVI) y el gaditano Jorge de Guzmán, sochantre de la Catedral de Cádiz (siglo XVIII), entre otros.
Representación de "lo español"
Es a partir de mediados del siglo XVIII y durante el siglo XIX cuando Andalucía comienza a ejercer una gran fascinación en el exterior, convirtiéndose en representación misma de "lo español" a través de la ópera. La ciudad de Sevilla se convierte en paradigma que inspira al mito de Don Juan; al personaje de Fígaro, reinterpretado por Pasiello y Rossini ('El barbero de Sevilla') y Mozart ('Las bodas de Fígaro'); a la femme fatale ilustrada por la 'Carmen' de Bizet...
Pero no solo Sevilla, también Granada y Córdoba conforman una exótica Andalucía que causa furor en Europa con el poderoso y sugestivo imaginario de sus bailes y danzas, con la tauromaquia y la figura del torero, los bandoleros, sus fiestas populares y el magnetismo de paisajes y monumentos como la Alhambra y la Mezquita.
Esta presencia de lo andaluz en los argumentos, en las ambientaciones o en la música no sólo estaría presente en las producciones de italianos, franceses y alemanes.
La inevitable evocación sevillana y también el orientalismo de la ciudad de Granada -el "alhambrismo"- fueron temas recurrentes de la lírica española. Desde España resonaron en Europa grandes compositores e intérpretes como el sevillano Manuel García o los violinistas Jesús de Monasterio y Pablo Sarasate.