Noticias de la Junta de Andalucía

Discursos

Discurso del Hijo Predilecto de Andalucía 2015, Alberto Rodríguez, en el acto de entrega de distinciones con motivo del Día de Andalucía

28/02/2015
Vista impresión Aumentar fuente Fuente normal Disminuir fuente

Señora presidenta de la Junta de Andalucía, señor presidente del parlamento, autoridades, amigos y amigas...

Me toca agradecer en nombre de todos, la distinciones que nos habéis otorgado, y a mí en particular el honor de ser nombrado hijo predilecto -título que no se aún si merezco- y que de hacerlo tiene que ver más con un colectivo, del que luego hablaré, que conmigo.

Preferiría hacer primero referencia a las medallas de Andalucía concedidas este año: la empresa Aertec, el magistrado Emilio Calatayud, la médico María Elisa Cordero Matía, la investigadora Elena González Rey,  el poeta Antonio Hernández, la cantante Malú, la cooperativa hortofrutícola Vicasol, y me van a permitir que me detenga especialmente en cuatro de las medallas: la concedida a la profesora María Josefa Martín Pérez ..... Mi madre fue muchos años maestra de adultos y de niños en un barrio conflictivo y difícil y entiendo que su desvelo sería parecido. Sobre todo en estos días en los que la educación pública se está viendo tan comprometida. Hay que seguir resistiendo y lo digo también por los universitarios que ahora luchan y con toda la razón.

La medalla que se le concede a Radio Sevilla, a los que también hay que felicitar por su noventa cumpleaños, que nos han acercado a todos la vida de la ciudad y nos han acompañado siempre. Todos los días de mi vida creo haber escuchado la radio, siempre encendida en casa de mis abuelos y mis padres, ahora me sirve para dormir. Una historia breve: mi bisabuelo fue uno de los fundadores de EAJ5, una radio pionera allá por los años 20 que terminó siendo absorbida por Radio Sevilla. También se llamaba Alberto, hoy se cierra un círculo para mí y para mi familia.

La medalla a Concha Caballero, de quien me gustaría leer el último texto que publicó en El País. La cantidad de mujeres trabajadoras y luchadoras que hay en mi familia no me perdonarían si no lo hiciese. Se titulaba: Mujeres: asignatura pendiente.  Y cerraba ese artículo diciendo esto: "La crisis no puede, como pretenden, ocultar esta realidad, convertir lo blanco en negro o servir de manto para ocultar los desastres de un sistema laboral que no sabe ni quiere salir de la mentalidad del siglo XIX. Si, de verdad lo hablamos y deseamos, podemos cambiar esta realidad ahora. Pongámoslo en la agenda, en las demandas, en los papeles, en las conversaciones y en la vida. Aunque no esté de moda hablar de igualdad"

Y por último la de mi compañero Paco León, y todos los León que son una familia maravillosa. Por tu talento, tu capacidad para contar historias, para reírte y llorar con lo que tienes más cerca, para mirarte y ser capaz de mostrarte sin complejos.  Y sobre todo –Paco- lo que me une a ti es lo mismo que me une a un colectivo entero y la razón por lo que estoy aquí esta mañana. Y aprovecho para empezar a hablar de mí.

Crecí en un patio con un limonero, como Machado, de un pueblo cercano a Sevilla y mi infancia seguro que aún corre por ese jardín perseguida por la de mi hermana.

Pasé buena parte de mi niñez escuchando flamenco porque mi padre es un auténtico aficionado, un purista. Recuerdo irme a la cama y oír la guitarra y la gente cantando. Tengo la suerte de tener gracias a él grandes amigos artistas, (gitanos y payos), y probablemente de no tener ni idea de  flamenco pero saber cuándo es bueno o malo simplemente porque lo he vivido.

Debería ser el arquetipo del andaluz amante de sus fiestas y sus celebraciones, pero no lo soy. Me quedo con la capacidad del andaluz de disfrutar de la vida. Pero soy un andaluz hacia dentro; los que me conocen bien saben que encajo poco en el tópico.

Empecé a hacer cine, junto a un grupo de amigos que veníamos de muy diversos ámbitos: el centro andaluz del teatro -la mejor escuela de teatro que nunca vi, nunca entendí porque la cerraron, más rentable no ha podido ser y si no repasen los nombres que de ahí han salido- la universidad, el instituto de formación profesional y la televisión... Veníamos todos de la contracultura en general, éramos lo que hoy se llamaría un movimiento contestatario. Estábamos en contra de la política de gasto social y cultural que se estaba haciendo en ese momento. De hecho, empezamos a hacer cortos para denunciar que no había apoyo institucional a los que empezábamos en el cine. En ese grupo había gente como Santi Amodeo, Chiqui Carabante, Paco Baños, Ana Rosa Diego, Daniel Cuberta, Óscar Clemente, David Cantero, Gervasio Iglesias, Álvaro Alonso, Daniel de Zayas, Manuela Ocón, Belén Sánchez, Juan González, Alex Catalán... Actores como Julián Villagrán, Manolo Solo, Paco Luna, Paco León, Verónica Sánchez, Paz Vega o José Luis García...

Teníamos desde el principio una sola idea en mente hacer cine por encima de lo que fuese: de la falta de recursos, de la falta de apoyos, de la falta de infraestructuras.... Simplemente teníamos la necesidad de rodar, de comunicarnos y de contar historias... Y creo que porque desconocíamos que era prácticamente imposible, conseguimos sacar adelante aquellos proyectos.

Lo único que considero común a ese grupo tan heterogéneo, lo que nos ha dado poder y fuerza a lo largo de todos estos años es la solidaridad y el cariño con el que nos hemos tratado los unos a los otros. Si te hacía falta un foco o una mano para transportar lo que fuese o cualquier otra cuestión-de esas cuestiones tan extrañas que muchas veces necesitamos en el cine... (desde una escopeta a un perro salchicha), siempre había alguien que te ayudaba a conseguirlo. Siempre había alguien a tu lado.

Me considero un aprendiz, buscando una voz propia, empezando a darme cuenta de la necesidad de construir un estilo que aún no tengo. Esta distinción me coloca en una situación en la que tendré que exigirme más, hacer mejores películas. Me obliga a no defraudar a la gente que ha puesto su mirada y su ilusión en nosotros.

Debo decir dos cosas que también considero importantes: la primera es que nuestro punto de vista siempre ha sido limpio, sin complejos; que me siento -y creo que mis compañeros de oficio también lo ven así- un andaluz crítico con mi tierra y libre para interpretarla y representarla desde mi punto de vista. Las películas que he hecho, como creo que ocurre con todos los relatos, no son más que preguntas sobre mi entorno, preguntas para tratar de explicarme a mí mismo y el mundo en el que vivo. Andalucía ha sido, y sigue siendo, representada de manera tópica y falsaria. Nunca me ha interesado esta representación. Siempre, como decían los Pata negra, me he quedado con una de las dos partes, no las de los turistas sino la otra, donde vive la gente. Tenemos que revisar nuestro ideario, nuestra identidad porque el tópico no se ajusta a ninguna de las realidades de una tierra que conozco bien porque la he pateado de punta a punta grabando infinidad de programas durante una década.

La segunda cuestión tiene que ver con lo conseguido hasta el momento, nosotros empezamos en un páramo en el que unos cuantos románticos, Bollaín, Perales, los García-Pelayo, Bautista..., habían empezado a hacer películas allá por los años ochenta. Donde, más tarde, Benito y Antonio y aquella película llamada Solas encendieron una mecha, probablemente la primera que prendió con fuerza, y que dejo rescoldos suficientes para que siguiéramos quemando leña los años venideros, gracias en mi caso también al trabajo de José Antonio Félez y Gervasio Iglesias.

Este año lleno de éxitos cinematográficos no es casual, es fruto del esfuerzo de un gran colectivo, y de una apuesta institucional, y a eso quería referirme: no podemos dejar de apoyar lo que hay. Es una pequeña planta brotando que cualquier mal temporal se llevará. Hay que ayudarla a crecer, hay que conservar y reforzar lo conseguido y hay que ayudar a los que vienen detrás, una generación nueva, pidiendo paso y que está mejor preparada de lo que lo estábamos nosotros.

Mientras escribía esto estaba amaneciendo y mis dos hijos dormían, en ellos está el futuro. Y pienso en la obligación que tenemos de dejarles una Andalucía mejor.  Decía Azcona que un guionista deja de tener contacto con la realidad cuando deja de coger el autobús porque ya no escucha a la gente de la calle. Yo de vez en cuando sigo haciéndolo y lo que escucho se parece un poco a una murga que cantaba Carlos Cano hace casi 40 años en la que pedía algo que parece muy sencillo y que hoy me parece el mejor de los deseos para todos: "se acabe el paro y haya trabajo, escuela gratis, medicina y hospital, pan y alegría nunca nos falten, que vuelvan pronto los emigrantes. Haya cultura y prosperidad"

De todo esto nos falta y queda mucho por hacer.

Muchas gracias a todos.