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Discurso de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, en su toma de posesión

14/06/2015
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Les agradezco de corazón su presencia en este acto. Pero permítanme que mis primeras palabras se dirijan a los millones de andaluces que son los que no están aquí y a los que tengo, como siempre, porque es mi obligación y porque lo siento, en mi pensamiento.

A esos millones de andaluces quiero agradecerles, en primer lugar, la confianza que han mostrado en nuestras instituciones de autogobierno en Andalucía. Y en lo que a mí respecta, quiero agradecerles el cariño, el apoyo, el ánimo y el aliento que me han brindado desde que soy presidenta por los rincones de nuestra tierra.

Sin ese ánimo que recibo cada día, en cada rincón de Andalucía, no tendría la fuerza que tengo para acometer la tarea que tenemos por delante. Y si siento esa fuerza, es gracias a ese apoyo, pero también a la convicción de que es mucho lo que tengo que devolver a los andaluces y andaluzas.

Les hablo a ustedes, que están aquí presentes. Pero les confieso que mi pensamiento está, como cada día, en los lugares más sencillos de Andalucía, donde se viven, en muchas ocasiones con angustia, las preocupaciones cotidianas que tiene la gente de nuestra tierra.

Mi cabeza está donde están las madres preocupadas porque no pueden garantizar dar las tres comidas al día a sus hijos; mi cabeza está con los pensionistas que estiran las pensiones para ayudar a sus hijos y nietos; con aquellas familias que temen no tener para pagar la hipoteca de su casa y que ven amenazada no solo perder su vivienda, sino con ella su proyecto de vida, suyo y de su familia.

Mi pensamiento está con los autónomos, que hoy muchos de ellos habrán tenido que abrir las puertas de sus comercios y de sus negocios porque temen no poder llegar a final de mes, no poder seguir manteniendo lo que es su proyecto de vida en el que han arriesgado su pecunio y el de su familia. Con los trabajadores sin empleo y también con aquellos que, incluso teniendo empleo, han visto reducirse su salario y sus derechos.

También estoy con los empresarios, con aquellos a los que no les llega el crédito pese a que tienen unas ganas enormes de emprender en Andalucía y que pueden ayudar a sacar adelante que hay en Andalucía, y que pueden y tienen la posibilidad de crear el empleo que esta tierra necesita. Ese emprendimiento que se extiende en nuestra tierra al ámbito de la cultura, cargada de talento y que está siendo un ejemplo en el conjunto de España, y que es reflejo de esa creatividad que tienen los andaluces y las andaluzas.

Me siento cerca de todas esas realidades: cerca de las que implican sufrimiento y preocupación, y también cerca de la realidad que implica una ilusión y esperanza por lograr una vida mejor dentro de una Andalucía mejor, que creo que es la aspiración que todos tenemos y todos deseamos.

Hace treinta y cinco años, el pueblo andaluz decidió emprender un nuevo camino, el del progreso, la igualdad y la justicia social. Lo hicimos asumiendo nuestro autogobierno dentro del marco de la cohesión y de la solidaridad que establece la Constitución española.

Ese momento histórico, aquel 28 de febrero, marcó un punto de inflexión en nuestro recorrido como Comunidad y otorgó a la autonomía andaluza singularidad, dentro del Estado español, acorde con la robustez, con la personalidad y con la fortaleza que tenemos los andaluces como pueblo.

Por eso, al tomar posesión como presidenta de la Junta de Andalucía, mis primeras palabras han de ser la expresión de mi compromiso firme con Andalucía, con su autonomía, con sus instituciones y con la ciudadanía andaluza en general.

Compromiso con nuestra tierra andaluza que, en la nueva etapa que hoy comienza, sigue teniendo una guía para la acción que son, precisamente, esos valores que consagra el Estatuto de Autonomía: la libertad, la igualdad, la justicia social y el pluralismo político para todos los andaluces, en un marco que tiene que ser de igualdad y solidaridad con las demás comunidades autónomas de España.

Fruto de ese esfuerzo colectivo, ahora nos encontramos en un nuevo tiempo en el que muchas cosas no son, ni podrán ser, como han sido antes.

Es la sociedad andaluza la que nos impulsa los cambios, porque es la propia sociedad andaluza la que ha cambiado, la que afortunadamente ha cambiado y ha sufrido un amplio y profundo proceso de transformación. Y una concepción cabal y rigurosa del concepto mismo de democracia nos obliga y nos empuja a liderar esos cambios que nos exigen los ciudadanos.

Hoy, la gente nos demanda que los tengamos siempre, en cada momento, presentes a la hora de gobernar. La gente nos pide cercanía, sensibilidad, honestidad, rigor y mucha transparencia. Y así voy a gobernar.

Quiero ser la presidenta de todos los andaluces, de los andaluces que el pasado 22 de marzo me votaron y votaron al Partido Socialista, de aquellos andaluces que votaron a otras fuerzas políticas y de muchos que, por distintas razones, ni siquiera fueron a votar esa jornada.

Ser la presidenta de todos y de todas no puede ser solo una mera declaración retórica. Al contrario, esa voluntad de integración, esa convicción profunda de que represento a todos y a todas, va a ser la guía de actuación que mantenga como presidenta y que exigiré al conjunto del Gobierno que presida.

Estoy segura de que la ilusión de la inmensa mayoría de la sociedad andaluza y, desde luego, la mía, es alcanzar cuanto antes un futuro mejor para nuestra tierra, con más y mejor empleo, con más bienestar, con más progreso y, sobre todo, con más igualdad de oportunidades.

He dicho muchas veces, y lo repito hoy aquí, que los mejores años de Andalucía empiezan ahora. Pero no llegarán solos, tenemos que hacer muchas cosas para conseguirlo. Y ahora, más que nunca, tenemos que hacer estas cosas juntos.

De ahí esa convicción profunda a la que hacía referencia: cuanto más unidos estemos, más y mejor avanzaremos.

Convicción y guía para nuestra labor, porque los andaluces, el pasado 22 de marzo, dijeron con claridad quién querían que los gobernara y cómo querían que lo hiciera. Dijeron que querían que lo hicieran desde el diálogo, desde el acuerdo y, más aún, desde esa generosidad que consiste en mirar el interés general, la defensa del interés general de los andaluces, por encima de los intereses de los distintos partidos que representamos. Y serán legítimos cada uno de los intereses particulares, pero por encima de ellos tiene que estar el interés general de Andalucía.

Es verdad que estos días pasados hasta la investidura no han sido el mejor ejemplo. Asumir que en ocasiones no hacemos las cosas bien debe formar parte de nuestra cultura democrática. La gente puede entender que nos equivoquemos pero si no reconocemos nuestros errores, erraremos doblemente y tardaremos más en encontrar el rumbo adecuado, el que conduce verdaderamente a lo que tiene que ser nuestro objetivo: la solución a los problemas y a las demandas del conjunto de los ciudadanos. Para eso, y para ninguna otra cosa, estamos aquí y nunca debemos olvidarlo.

Quiero que sepan los andaluces y andaluzas que así quiero actuar siempre, sin volver la cara, sin huir de mis responsabilidades, rindiendo cuenta ante el Parlamento que me ha designado y, sobre todo, ante el conjunto de la ciudadanía.

Solo tengo un patrimonio: mi palabra y la fuerza de los valores que represento y con los que me identifico. Para algunos será un escaso patrimonio, para mí es un patrimonio inmenso, y sé que con dos cosas tan sencillas como esas, mi palabra y los valores de igualdad, solidaridad, libertad y justicia social, puedo estar a la altura de lo que esperan los andaluces.

Por eso, respetando mi palabra y haciendo honor a esos valores que representa el partido por el que he concurrido a las elecciones, el Partido Socialista de Andalucía, es como quiero gobernar. Cumpliendo todo lo que prometa, con honestidad y honradez, reconociendo errores.

En esos valores me criaron mis padres para los que permítanme que tenga unas palabras de reconocimiento, de amor y de agradecimiento infinito, porque sacaron adelante a una familia unida y trabajadora con muchísimo esfuerzo.

El mismo esfuerzo que estoy convencida hacen millones de ciudadanos en nuestra tierra todos los días, que con mucho trabajo y con mucho sacrificio sacan adelante a sus hijos y nietos y esperan tener un futuro mejor. Esos millones de andaluces confían en la política, saben que es en la política donde está la solución a sus problemas y sobre todo la garantía para la igualdad de oportunidades.

En mis padres veo a esos millones de andaluces que tienen que mirar a sus instituciones, que tienen que volver los ojos a quienes les representamos en la vida pública y se tienen que sentir identificados porque la política les pertenece. Son ellos el objetivo final de nuestro trabajo.

Hay mucha gente en Andalucía que lo está pasando mal y a esa gente, en primer lugar, tienen que tener como decía esa respuesta de las instituciones públicas.

El éxito de una acción de gobierno no puede medirse solo por las grandes cifras económicas. Hay que pensar en que hay trabajadores que no encuentran un empleo acorde con su formación y con salarios dignos y suficientes. A mí lo que me importa es cuántas empresas hacemos más competitivas para que puedan crecer y para que puedan crear ese empleo.

A mí lo que me importa es cuántos chavales salgan del fracaso escolar, cuántos talentos sean aprovechados gracias a las becas; cuántas vidas salvemos y mejoremos gracias a nuestra sanidad pública y universal; cuántos investigadores pueden profundizar en la ciencia y cuántos transformar su conocimiento básico en innovación.

Lo que importa es cuántos desahucios somos capaces de evitar, cuántos niños sacar de la pobreza infantil; cuántos jóvenes que se han marchado pueden cuanto antes volver a su tierra con su familia, con su gente, invirtiendo ese capital humano que hemos formado entre todos en hacer grande a Andalucía; cuántas mujeres alcancen más igualdad en todos los terrenos; cuántos dependientes pueden tener una vida más autónoma y más digna.

Esas son las cifras que deben importarnos. Porque son, de verdad, las que miden el progreso auténtico de las sociedades, el que da dignidad a las personas y el que evita sufrimientos a las familias.

Por eso mi compromiso absoluto con la defensa, consolidación y expansión de los servicios públicos que son la base de nuestro Estado del bienestar.

Sé muy bien lo que la educación pública puede ofrecer a una persona. Yo soy hija de la educación pública y mi compromiso es que en Andalucía cada día se amplíe y se garantice la igualdad de oportunidades, que es la palanca decisiva para la movilidad social. Y sé perfectamente que ese trabajo tenemos que hacerlo de la mano de nuestros docentes, de los profesores y profesoras, que cada mañana se hacen cargo, con mucho un entusiasmo y una capacidad de sacrificio innegable, de la educación de nuestros hijos. Están moldeándolos como personas, están garantizando que lleguen al límite de sus posibilidades, de su esfuerzo y su talento, de lo que son capaces de dar de sí.

Sé muy bien también que nuestra sanidad pública, gratuita y universal es un bien preciado que debemos de cuidar como su fuera la niña de nuestros ojos porque nos hace a todos los andaluces más iguales en los momentos más difíciles. Nuestra sanidad pública no sólo cuenta, que también, con grandes hospitales y buenas infraestructuras de salud que nos permiten estar a la vanguardia en investigación o trasplantes. Contamos, además, con un capital humano de enorme valía y preparación y que hace mucho tiempo, pero especialmente en estos años de gran dificultad, han demostrado un gran compromiso personal con la salud y con la vida de todos.

Sé muy bien que necesitamos amparar y proteger más y mejor a nuestros mayores y a nuestros dependientes. Yo no voy a aceptar nunca ese falso dilema que algunos predican entre atender a los mayores o atender a los más jóvenes, a las nuevas generaciones.

Lo que necesitamos es renovar todos los días el pacto generacional que hace fuerte a nuestras sociedades, el que permite dar seguridad a los mayores y proporcionar esperanza y oportunidades que nos demandan, que merecen y que tienen derecho los más jóvenes. Porque estoy convencida además de que todos juntos somos mucho más fuertes.

Sé también que para sostener y desarrollar un potente estado del bienestar sólo es posible con una economía fuerte, diversificada, abierta y competitiva. Si queremos garantizar la igualdad de oportunidades y dar seguridad a las personas, tenemos que crecer aún mejor de lo que lo hemos hecho.

Por eso, en este nuevo tiempo, mi propósito es impulsar un ambiente cada día más favorable a la actividad productiva, a la inversión, a la competitividad y al crecimiento sostenible. Por eso vamos a reducir cargas fiscales y trabas administrativas innecesarias, vamos a ayudar a los autónomos y a las pymes, fundamentales en el tejido económico andaluz; y vamos a propiciar una renovación de nuestro modelo productivo y vamos a relanzar el diálogo social, que siempre es necesario.

Y todo orientado a la creación de empleo de calidad y a la mejora de las condiciones laborales, ese tiene que ser el gran objetivo para todos.

Quisiera también revalidar mi compromiso con una política honesta y con la lucha más enérgica contra la corrupción en cualquiera de sus formas. La corrupción no sólo ofende y humilla a los trabajadores, a los empresarios, a los contribuyentes en general, sino que también desvirtúa la democracia, porque arrebata a los ciudadanos una parte de su capacidad de decisión y de control y porque los aleja de las instituciones que tienen que ser de todos. La corrupción debe ser eliminada, extirpada y nuestra obligación no sólo es intentarlo, es conseguirlo.

Una Andalucía más justa, más próspera y más igualitaria; una Andalucía con más y mejor empleo con una economía más fuerte que no deje a nadie atrás; una sociedad cada día más educada, culta y preparada para los desafíos del presente y de futuro; una política honesta, participativa, dialogante y sensible a los problemas de las gentes: ésa es la Andalucía que juntos hemos imaginado.

Y ese sueño compartido es también un contrato solemne entre los andaluces y esta presidenta: ésa es la médula de mi programa de Gobierno. Ése es mi compromiso y ésa es mi esperanza.

Y por alcanzarla no voy a regatear ningún esfuerzo porque mi mayor orgullo será siempre contribuir a hacer realidad las aspiraciones que en estos momentos tienen millones de andaluces y andaluzas.

Nuestra obligación es conseguirlo. La crisis y sus efectos más perniciosos siguen estando todavía hoy presentes entre nosotros, pero es cierto que hemos dejado atrás la recesión económica. Ahora tenemos una oportunidad, pero hay que saber aprovecharla. Y debemos aprovecharla juntos, unidos todos los andaluces.

También todas las instituciones andaluzas. Ayer mismo se constituyeron los ayuntamientos surgidos de las elecciones del 24 de mayo. Aquí mismo tenemos representantes de las nuevas corporaciones locales.

Y quiero decirles a todos los alcaldes y alcaldesas de esta tierra, de todos los colores políticos y de todas las provincias, que en la presidenta de la Junta van a ser una colaboradora más en beneficio de los pueblos y ciudades de Andalucía.

Porque tenemos esa obligación política y moral. Tenemos que impulsar entre todos de manera leal la cooperación entre instituciones.

Como lo es la colaboración con el Gobierno de España, cuya presencia en este acto agradezco. Andalucía es una parte sustancial de España. Creemos en España. Queremos a España y queremos lo mejor para nuestro país y en ese propósito hay, con toda seguridad, un amplísimo margen para el diálogo, la colaboración y el entendimiento pensando en el interés de los ciudadanos.

Acabo de jurar mi cargo como presidenta de la Junta de Andalucía. Lo he hecho ante la Constitución y el Estatuto de Autonomía, ambos nos representan y nos amparan a todos.

Para algunos, la solución a los problemas de nuestra sociedad pasa por poner en cuestión los cimientos de nuestro sistema democrático, que es el que nos garantiza nuestra propia convivencia.

Otros, parecen concebir nuestra Constitución y nuestras leyes como una excusa para ignorar el sufrimiento y justificar el retroceso en los derechos y en las libertades que están sufriendo millones de ciudadanos en nuestro país.

Creo, honestamente, que hay un camino intermedio que ofrezca a nuestra tierra, a Andalucía y a toda España, lo que realmente necesitamos: seguridad y garantía de progreso. Respeto a las leyes y reformas necesarias para que nuestro sistema sea sensible y nos permita dar pasos decididos hacia una sociedad que merezca verdaderamente llamarse avanzada.

Ahora mi deber es empezar a trabajar, y estar a la altura de millones de andaluces que nos están mirando.

Voy a cumplir lo prometido y voy a hacerlo en un marco de diálogo con todas las fuerzas políticas y también con las entidades y organizaciones sociales. Ése es el mandato recibido y para eso estoy aquí.

Yo tengo una idea clara de Andalucía, un proyecto que requiere de todas las miradas, sin excluir a nadie porque tenemos que contar con todos los que quieran trabajar por el interés general de nuestra tierra y que además sea efectivo.

Inclusión y no exclusión, diálogo y no imposición, suma y no resta: ése es el camino por el que vamos a transitar con toda ilusión y con toda determinación porque estamos convencidos de que vamos a abrir un nuevo ciclo histórico de cambios, de empleo, de oportunidades y de prosperidad para nuestra tierra.

Soy plenamente consciente de que presido una tierra forjada con la savia de las civilizaciones más brillantes de Europa y del Mediterráneo. Una tierra con proyección, con enorme talento, un auténtico referente cultural, con raíces muy profundas y con unas grandes potencialidades cargadas de futuro y esperanza. Una tierra poblada por gentes con una enorme sabiduría de la vida, a las que nos debemos todos. Yo, la primera.

Mi orgullo no puede ser mayor. Tampoco la gran responsabilidad que siento en estos momentos. Y, como les decía al principio, la gratitud por el apoyo y el cariño que recibo en la calle y que recabo también de todos los responsables públicos para lograr una mayoría mejor que nos tiene que permitir abrir esos buenos años para nuestra tierra.

Sólo quiero añadir que para la consecución de ese gran objetivo colectivo, les garantizo que me voy a dejar la piel y, desde este momento, empeño mi palabra ante todos los andaluces y andaluzas.