Docentes de Europa ante el desafío de enseñar durante la pandemia (I)

Nadie duda ya de que la propagación del coronavirus ha supuesto en toda Europa un enorme esfuerzo de adaptación por parte de cualquier comunidad educativa. Hemos podido comprobar que no hay país o que se haya librado del cierre de escuelas, institutos o universidades, de ahí que los centros se hayan encontrado ante la coyuntura de tener que transformar en tiempo récord el modelo de clases presenciales por una enseñanza online. De cualquier modo, la pandemia no ha golpeado en la misma medida a todas las regiones y ese es uno de los motivos de que la reacción de cada administración también haya sido diferente, acorde con las circunstancias y con la propia intensidad de la enfermedad (al menos, en teoría). A pesar de las distintas situaciones, se pueden constatar claras similitudes en los recursos y medios usados para continuar el proceso educativo en este nuevo contexto; tras el desconcierto inicial, el profesorado ha tenido que adaptarse, a menudo con sus propios medios, a las directrices de cada administración, y aún persisten interrogantes comunes en torno a la forma de evaluar, cómo será el próximo curso o en qué condiciones se podrá regresar a las aulas. 

Hemos preguntado a docentes de diversas enseñanzas y niveles educativos repartidos por distintas ciudades europeas sobre su experiencia personal, desde qué ha supuesto el cierre de las aulas hasta los medios que han utilizado para mantener el contacto con el alumnado para continuar el proceso educativo. Por otro lado, algunos países como Alemania y Dinamarca han iniciado antes este regreso, lo cual puede ser un buen referente práctico a la hora de organizar nuestra vuelta a las aulas o de hacer planes con vistas al próximo curso, sobre todo si tenemos en cuenta que un rebrote de la enfermedad nos podría hacer volver a la casilla de salida. Mejor que nos pille prevenidos.

Primera parada: Londres 

Iniciamos este recorrido en Londres, ciudad británica que se enfrenta a las cifras más elevadas de contagios de todo el país. Allí trabaja Manuel, un profesor de Secundaria que consiguió plaza este curso en el Instituto Español Vicente Cañada Blanch. Se trata de un centro con algo más de 500 alumnos, de entre 5 y 18 años de edad, es lo que en la enseñanza española en el exterior se conoce como "centro integrado", donde se imparte Educación Infantil, Primaria, Secundaria Obligatoria y Bachillerato, con una mayoría significativa de hijos de matrimonios mixtos (español y británica o a la inversa) o de familias españolas, de segunda o tercera generación de españoles residentes en Londres. También cuentan con alumnos matriculados en 4º de la ESO y en Bachillerato que, aunque sus familias residen en España, se desplazan a Londres para perfeccionar sus conocimientos de inglés.

Acerca de la adaptación del centro a la pandemia, como sabemos, en Reino Unido tardaron algo más en suspender las clases presenciales, el cierre no se produjo hasta el 20 de marzo, una semana más tarde que en nuestro país: “La situación era un poco tensa, con alumnos yendo y viniendo a Italia, España y otros lugares a pasar las vacaciones del half term. Muchos alumnos y algunos profesores mostraban síntomas compatibles con coronavirus y fueron puestos en cuarentena”. La adopción de medidas, como en todas partes, al principio fue un poco caótica, dado lo abrupto de la suspensión. Los profesores prepararon tareas y la dirección, por su parte, también programó actividades, incluyendo videoconferencias con el alumnado y reuniones virtuales de coordinación. Para estos menesteres en el centro usan Meet, y de forma particular Manuel se vale de iDoceo Connect, para gestionar las aulas, o Discord para el trabajo en grupo. Tras este inicio un poco abrupto, afirma: "Afortunadamente, las vacaciones de semana santa permitieron ponerse al día en tareas sin corregir y todo fue un poco más racional a partir de entonces".

En cuanto a las perspectivas, de momento son muy cambiantes: “La última noticia en el Reino Unido es que pretenden abrir el 1 de junio, pero los cambios de opinión son constantes, yo creo que la enfermedad está aquí en pleno apogeo y veo complicado que se empiece en esas fechas. En todo caso, hablan de abrir progresivamente por niveles, porque, como en todas partes, lo primero es lo primero, hay que volver a poner en marcha la economía, y alguien tiene que hacerse cargo de los niños, que es lo que subyace en todo esto”. Sobre la forma de evaluación, piensa que los exámenes, casi con toda probabilidad, serán online.

Segunda parada: París 

Al otro lado del canal de la Mancha, Francia es uno de los países que, al igual que España, está iniciando el proceso de desescalada. La región Isla de Francia, donde se encuentra la capital francesa, es la que cuenta con más casos positivos por coronavirus. Nos ponemos en contacto con Jeannia Gane, una enamorada de Andalucía que baja a visitarnos cada vez que tiene ocasión, aunque este año todo se ha complicado. Jeannia, que imparte idioma español en un colegio de la periferia norte de París, describe de este modo a su centro: “Está situado muy cerca de París, lo que da una mezcla interesante y variada, hay alumnos cuyos padres tienen una categoría socioeconómica elevada y otros que vienen de clases profesionales menos privilegiadas. Culturalmente, ya se sabe que las clases de las periferias son muy heterogéneas y variadas. Es un placer enseñar a este tipo de alumnado, aunque no es muy fácil todos los días”.

Sobre su adaptación a la actividad no presencial, este es su relato: “Cuando ha empezado el confinamiento se terminaba el segundo trimestre y entrábamos en el tercero. De inmediato, se decidió que teníamos que poner en marcha una continuidad pedagógica. Para eso, cada profesor tenía la libertad de actuar. Yo decidí volcar toda mi enseñanza en un blog. Intento proponer ahí un análisis guiado de diferentes tipos de documentos: texto, vídeo, imagen, música, etc. Nos piden también mantener contacto con los padres y los alumnos, llamarles regularmente para poder seguir los deberes, solucionar los problemas de conexión, ayudar a los alumnos a mandar un correo, añadir documento adjunto, etc. También he tenido que adaptarme a los perfiles de mis clases para que los alumnos sean autónomos en el aprendizaje del español. Ciertas clases necesitan guardar un horario fijo de enseñanza, mientras que otros son más autónomos y estudian a su ritmo”. 

A la hora de calificar las actividades hechas en casa, también ha tenido que adaptarse: “El Ministerio nos pidió no poner notas a los alumnos para que no haya diferencias de trato entre los que tienen internet e impresora en casa y pueden entregar los trabajos y los que no, así como con los alumnos que ya tenían dificultades, que se incrementaron durante el confinamiento. Se propone entonces convalidar a los alumnos mediante competencias, por ejemplo, 'soy capaz de encontrar la información necesaria' o 'puedo escribir un texto corto siguiendo las consignas'..."

Las perspectivas, como en todas partes, son inciertas: “De momento, mi zona se prepara para una posible reapertura en toda la región. En este departamento la propagación del virus sigue fuerte y el desconfinamiento se hará probablemente más tarde. Muchos de los centros educativos se plantean un mes de junio como un mes de despedida, ya que con todas las restricciones sanitarias en las aulas no se podrá acoger a más de 15 alumnos, todos los padres no están a favor de una vuelta de sus alumnos a la escuela y habrá que reorganizar los horarios de los profesores”.

A pesar de todo, la experiencia tiene una vertiente positiva: “Creo que este periodo será beneficioso para mí, porque estoy aprendiendo mucho de pedagogía: como hacer entender una consigna sin el profesor, cómo se puede guiar el análisis de cuadros y de textos, pero sobre todo, estoy descubriendo múltiples recursos numéricos que facilitan el aprendizaje y que reutilizaré en mi práctica”. Piensa Jeannia que los alumnos también pueden beneficiarse de esta situación: “muchos saben ahora mandar correos, otros han conseguido involucrarse más en su aprendizaje. Al final, conseguimos crear vínculos más fuertes con los alumnos”.

Tercera parada: Duisburg 

Alemania es uno de los primeros países en iniciar un regreso paulatino a las aulas presenciales. Este “adelanto” puede ser una buena referencia para otros países. Miriam-Vogel enseña los idiomas español y alemán en KBM, un Instituto de Formación Profesional de Duisburg, ciudad con un carácter marcado por el pasado industrial y comercial. Situada en la confluencia de los ríos Rin y Ruhr, en el Oeste de Alemania, es el mayor puerto fluvial de Europa, y también el mayor centro siderúrgico, lo cual explica el volumen de emigración extranjera que ha atraído desde los años 50 del pasado siglo: “Los alumnos en nuestro instituto o se preparan para el bachillerato (dos o tres años) o hacen un aprendizaje y tienen clases dos días por semana. También hay alumnos que trabajan durante seis o siete semanas en sus empresas y luego tienen clases durante seis o siete semanas” explica Miriam.”El instituto tiene una orientación económica. Se imparten educación comercial y administrativa y otras asignaturas como matemáticas, alemán, inglés, español etc. Tenemos alumnos de diferentes capas sociales y de distintas nacionalidades”. 

Al igual que ocurre en otros países, la llegada de la pandemia ha coincidido con la última parte del curso: “ahora empiezan los exámenes finales”. Hasta llegar a este punto, aunque la fase de confinamiento ha sido más breve y más flexible en Alemania, las clases presenciales han tenido que ser sustituidas por el modelo online. Para ello usan la plataforma Teams de Microsoft, que ya contaba con una trayectoria de dos años de uso en el centro, aunque no todo el alumnado está integrado en ella, de ahí que a veces tengan que compensarlo a través del correo electrónico: “Después del cierre de los colegios (el 16 de marzo) empezamos con la educación digital, es decir, que enviamos deberes a los alumnos y ellos tienen que hacerlos y enviar los resultados en un plazo determinado. Algunos profesores entre los que me encuentro— organizamos clases por videoconferencia”.  Sin embargo, al igual que hemos visto en Francia, las actividades realizadas en confinamiento no son calificadas: “no podemos poner notas a estas tareas. Incluso cuando no nos envían nada, tampoco podemos evaluar eso. El motivo es la falta de igualdad en cuanto al equipamiento digital de los alumnos”. Acerca de la respuesta por parte del alumnado ante esta modalidad de enseñanza, Miriam reconoce que es muy variable y que, con el tiempo, los alumnos se han relajado un poco. 

Sobre la vuelta a las aulas presenciales, en el país germano ya pueden empezar a hablar de la experiencia: “Hace dos semanas los alumnos que ahora tienen sus exámenes finales regresaron al instituto. Trabajamos con grupos de diez personas. En las próximas dos semanas tienen los exámenes. Luego está previsto que los demás alumnos vuelvan al instituto”.