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Intervención del presidente de la Junta en su visita al galeón La Pepa en Sevilla

12/01/2012
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Es un honor recibir al Galeón La Pepa en el puerto de Sevilla. Un barco que representa a un tiempo la vocación marítima de esta tierra y las ansias de libertad de los españoles, a las que dio forma, de modo ejemplar, nuestra primera Constitución.

En las vísperas de esta gran celebración que va a ser el Bicentenario, toda Andalucía se une para dar a conocer el valioso legado de 1812 en el que todos podemos reconocer las bases de nuestra democracia. Este Galeón se ha convertido en el mejor embajador de La Pepa.

En su visita los andaluces tendrán la oportunidad de conocer los acontecimientos que tuvieron lugar en el Cádiz de las Cortes y que abrieron nuestro país al sistema de libertades y derechos de los que hoy disfrutamos. Quiero agradecer todos los esfuerzos institucionales y profesionales realizados para que la conmemoración de la Carta Magna sea un éxito.

Cádiz y Sevilla comparten la misma vocación americanista. Dos ciudades volcadas al mar, que durante la Edad Moderna contribuyeron decisivamente a ampliar los horizontes del mundo conocido y estrechar los lazos con el continente americano. A comienzos del siglo XIX, Andalucía entera fue el epicentro de una revolución cultural, ideológica y política que nos condujo a la libertad.

Sevilla, la Isla de León y Cádiz simbolizaron esa conquista. Primero Sevilla, con la llegada de la Junta Central, y luego las ciudades gaditanas, fueron capitales de la España libre.

El nacimiento de la nueva nación se hizo realidad en la Sevilla de Blanco White, Alberto Lista y los demás representantes de la generación de 1808.

Ellos protagonizaron un profundo debate sobre temas esenciales para la vida democrática que luego se trasladó a las sesiones constituyentes. En el ánimo de todos ellos estaba la convicción profunda de que el pueblo debía ser dueño de su propio destino y que sólo con educación podría alcanzarse esta honda aspiración. Se hicieron eco de la voluntad del pueblo y supieron impulsar un proceso de reforma política fundamental que sentó las bases institucionales de un Estado moderno.

Las Cortes de Cádiz supieron dar respuesta en la Constitución a la honda crisis nacional. A pesar del clima bélico reinante, los diputados defendieron sus ideas con la sola fuerza de la palabra. Una auténtica lección del valor de la política para emprender las reformas necesarias y proyectar el futuro.

Nuestra primera Carta Magna contiene la voluntad de los ciudadanos por conservar la paz social y política en el marco de una democracia representativa. Y esto la convierte en verdadero baluarte de la libertad.

Este es el gran legado que va a celebrar Andalucía y toda España este año. La Pepa diseñó una nueva patria común para todos. Estableció la soberanía popular, la división de poderes, la libertad de expresión y la libertad de imprenta. Valores, libertades y derechos civiles que hoy son incuestionables y forman parte de nuestra identidad democrática.

Por su testimonio de civismo, modernidad y adelanto se convirtió en referente para el movimiento constitucionalista contemporáneo. Fue la primera Carta Magna de corte liberal que hubo en Europa y fue fuente de inspiración para el primer liberalismo en América Latina. De modo que puede decirse que trazó un nuevo puente entre los dos continentes.

La celebración del Bicentenario es un acontecimiento de primera magnitud que sitúa Andalucía en el foco de todas las miradas a nivel internacional. Hoy, doscientos años después, este aniversario constituye una oportunidad para ahondar en los valores y principios que La Pepa consagra y que volvieron a unirnos a todos los españoles en la Constitución de 1978.

Hacer memoria histórica no es sólo un acicate para sentirnos orgullosos de nuestro pasado, también es un impulso para recuperar la ilusión por el futuro. 1812 supuso la culminación de una aventura colectiva, de un compromiso unánime con lo público. Esta es quizás la herencia más notable que deberíamos recuperar a propósito del Bicentenario. La participación ciudadana es la columna vertebral de la democracia. Sólo un pueblo que cree en sí mismo tiene la confianza necesaria para ganarse su futuro y ser capaz de dirigirlo.