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Discursos

Intervención del presidente de la Junta en la inauguración de las jornadas 'Factor universitario: la educación pública a debate'

20/02/2013
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Es un placer participar en este foro de debate sobre el Factor Universitario y el valor de la educación pública. Quiero felicitar a la Universidad de Sevilla y a su Centro de Iniciativas Culturales por estas jornadas que nos invitan a lo que es más propio de la universidad: la reflexión.

Una reflexión que además hacemos en un tiempo que cambia día a día porque se enfrenta a desafíos nuevos, aunque pensamos a veces en viejas recetas para tiempos nuevos. La crisis económica es el más perentorio, pero también vivimos una crisis de muchas certidumbres y nos encontramos ante retos decisivos, como la evolución demográfica, la lucha contra el cambio climático, la necesidad de saber que la economía no puede ser gobernada solo por el capital especulativo, sino que debe primar lo productivo, y la emergencia de nuevos modos de comunicación que se transforman con una rapidez difícil de asimilar. Cambios que están afectando a todas nuestras instituciones y también a la universidad.

Creo que se pueden dar muchas respuestas a la pregunta de cuál es el sentido de la universidad hoy. Y quizá todas coincidan en que la universidad, por encima de todo, es la gran casa de la educación, depositaria de una tarea primordial, como es impulsar el pensamiento crítico, la cultura humanística, el conocimiento científico y la transferencia de ciencia al mundo de la empresa.

Reivindicar el carácter humanista de la universidad es seguir apostando por una universidad orientada a la formación integral de ciudadanos capaces de abordar con responsabilidad ética y crítica los problemas de nuestro tiempo; y también a la formación de profesionales comprometidos con el desarrollo económico en general y social en particular. Y hacerlo desde dentro, desde el corazón mismo de la sociedad.

Creo que es una obligación no solo de la comunidad universitaria, sino de toda la sociedad, seguir luchando por una universidad desarrollada y competente, con capacidad para crear conocimiento. Una universidad que ha de ser fuente de polémica intelectual, de contraste crítico de doctrinas. Una universidad que fomente el pensamiento libre, si es que hay otra clase de pensamiento.

Todo eso es imprescindible. Para conseguirlo, nosotros, en Andalucía, vamos a seguir luchando por una universidad pública y por la educación pública. Porque lo que le corresponde al poder público es garantizar una educación pública, de calidad y accesible universalmente. Porque en la universidad es precisamente donde confluyen los dos grandes valores que sustentan nuestro modelo de convivencia democrática: la igualdad y la libertad.

La universidad cumple un servicio público esencial. Se ocupa de la formación y la mejora del capital humano, y de la generación y transferencia de conocimiento a la sociedad, y con ello impulsa y refuerza los valores culturales, sociales y económicos.

La educación pública ha sido, y ha de seguir siendo, la base de la cohesión social y territorial, que se mira ahora con recelo desde Europa. En las reuniones para aprobar el presupuesto de la UE, lo primero que se ha recortado ha sido la cohesión social, pero la crisis no tiene salida si la salida es fomentar las desigualdades.

Tras cinco años de crisis, algo estaremos haciendo mal. Hay que apostar por soluciones que resuelvan los problemas aunque no coincidan con fundamentalismos intelectuales.

El principal problema de nuestro país reside en que no estamos fijando bien las prioridades. Mientras que la crisis se debe a la codicia de los mercados financieros, son los gastos públicos y la protección social los que sufren las consecuencias. Los recortes son solo consecuencia de lo urgente y no de la reflexión.

Corregir esta tendencia requiere no sólo flexibilizar los plazos de reducción del déficit público, sino exigir que se acompañe de políticas de estímulo al crecimiento. No se entiende, por ejemplo, que la financiación de la investigación se esté vinculando al cumplimiento de unos objetivos de déficit público en la medida en que sabemos en que un retroceso en la investigación hoy es un retroceso del progreso mañana.

Priorizar las inversiones que nos permitan salir de la crisis en las mejores condiciones supone mantener los recursos en áreas estratégicas para nuestro futuro como son la formación superior y la investigación, que nos ayuden a intensificar nuestra capacidad de innovación en aras del bien común. Porque el talento tiene una repercusión directa en nuestra economía.

Sabemos que invertir en educación mejora la productividad. De ahí la importancia de incorporar programas de apoyo al emprendimiento en todas las etapas del sistema educativo, como queremos hacer en Andalucía.

Conocimiento, creatividad y emprendimiento son los elementos claves de la necesaria transformación de nuestro modelo económico. Y todo ello está en el factor universitario.

Un modelo que sepa aprovechar el conocimiento de sus recursos humanos en actividades innovadoras, con proyección exterior; un modelo  preparado para afrontar los desafíos de un mundo globalizado. Hoy no es viable competir desplomando los costes salariales, empeorando las condiciones del trabajo, debilitando el diálogo social o recortando la negociación colectiva.

Nuestro tejido productivo necesita de la innovación para modernizarse, crecer y crear empleo. La I+D+i es un factor imprescindible para mejorar la competencia de nuestros factores productivos porque competitividad se deriva de competencia.

Nos estamos jugando el futuro en un contexto en el que los países de nuestro entorno están priorizando y aumentando la inversión en la educación superior a pesar de la crisis. Por el contrario, en España en 2012 se han reducido las subvenciones a la I+D un 15%, y un 14% este año.

Debemos entender que la educación superior y la investigación son políticas que se desarrollan a largo plazo. La innovación es un proceso acumulativo cuyos efectos transcienden hacia todo el entorno económico y social. Se necesita tiempo para que una idea se convierta en una realidad, en una oportunidad para el desarrollo económico, para transformar el conocimiento en un valor de la sociedad en su conjunto.

Si en estos momentos se alzan voces sobre los costoso que es invertir en educación, yo les digo que es mucho más costoso no hacerlo. Habría que pensar en el coste de la no-educación, como hace años pensamos en el corte de la no-Europa. De cada euro que invertimos en la universidad pública, se generan otros cuatro.

La inversión en educación también aumenta el bienestar social, porque la universidad sabe conjugar los niveles productivos y culturales de la sociedad.

Antonio Gala dice que existen una edad y un privilegio que merecen la pena vivirlos; y esa es la experiencia universitaria, en la que se disfruta de la admirable tarea de enseñar y aprender.

No podemos resignarnos a la idea de que los jóvenes de hoy constituyan una generación que irremediablemente va a perder calidad de vida respecto a sus mayores. El progreso y desarrollo de Andalucía sólo será posible con una educación pública de calidad que garantice la igualdad de oportunidades y favorezca la movilidad social.

Es la sociedad en su conjunto la que ha de ser protagonista en el diseño de las políticas públicas. Este es el espíritu del Pacto por Andalucía que estamos promoviendo no solo entre los partidos políticos, sino con la sociedad en su conjunto.

Kant hablaba de una disposición moral de la humanidad hacia el progreso. Y yo pienso que la Universidad es quizá uno de los lugares donde mejor está encarnado ese anhelo que tenemos todas las personas.

Quedan inauguradas las Jornadas 'Factor Universitario: la educación pública a debate'. Les deseo un buen trabajo.