Actuación en el carnaval gaditano.
Otros géneros y estilos emergen y toman su forma original en Andalucía como la llamada cadencia andaluza, el carnaval andaluz y la música cofrade.
Los primeros fandangos que se conservan de principios del siglo XVIII son para guitarra y ya contienen la llamada cadencia andaluza -asociada al toque flamenco como procedimiento armónico básico: la secuencia La menor, Sol mayor, Fa mayor, Mi mayor- que hoy goza de gran notoriedad gracias a la difusión internacional del flamenco. La cadencia andaluza utiliza una variante del modo frigio, también conocido como modo andaluz o escala andaluza, característico de la música popular andaluza, prácticas que comparten asimismo el acompañamiento de la guitarra y la posibilidad de interpretar secuencias armónicas asociadas al toque flamenco.
El carnaval era ya una manifestación festiva y musical fuertemente arraigada en el mundo europeo medieval. Desde la vivencia o la concepción de la fiesta como 'el mundo al revés' hasta su regularización y normalización festiva en la Andalucía del siglo XIX -como en el resto del mundo occidental-, el carnaval andaluz iría pasando por diferentes etapas. Los años previos a la prohibición de la fiesta, en la década de los treinta, los concursos de carnaval y sobre todo de comparsas, van configurándose como una celebración característica y emblemática, de periodicidad anual, al menos el carnaval gaditano. Bajo la dictadura, la fiesta queda reducida a celebración musical y a feria local en la ciudad de Cádiz y en algunas otras ciudades de Andalucía.
Coros de carnaval, comparsas y chirigotas serán las modalidades de agrupaciones que pervivan hasta la llegada de la democracia. A partir de mediados de los ochenta se recuperan en casi toda Andalucía, tomando el superviviente modelo gaditano como referencia y, especialmente, el concurso de agrupaciones del Gran Teatro Falla de Cádiz, en el que convive lo tradicionalista con lo renovador, la crítica con la alabanza, la transgresión, la subversión, e incluso lo grotesco. Un carnaval, el gaditano, andaluz, europeo y universal.
En esos mismos años ochenta de revitalización festiva, se configura el modelo de celebración de la Semana Santa andaluza como espejo para el resto de regiones y comunidades del Estado español, recibiendo la denominación de estilo sevillano o estilo andaluz.
La marcha como forma musical de la Semana Santa, así como las propias agrupaciones con sus rasgos y carácter militar inicial (en la música, la indumentaria, formación para el desfile, configuración espacial, etcétera) han ido tomando elementos de tradiciones musicales andaluzas para adoptar nuevas sonoridades y modos de representación singulares, como los solos de corneta en las bandas de cornetas y tambores, con sus melismas prolongados y su recreación de los ayeos del flamenco.