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Intervención de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, tras el Consejo de Gobierno de anuncio de convocatoria de elecciones

26/01/2015
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Quiero informar al conjunto de andaluces y andaluzas que, conforme a lo dispuesto en el artículo 127.1 de nuestro Estatuto de Autonomía, y dentro de las facultades que tengo como presidenta de la Junta de Andalucía, voy a firmar el decreto de disolución del Parlamento de la Comunidad Autónoma y vamos a proceder a convocar elecciones autonómicas en Andalucía para el próximo 22 de marzo.

He tomado esta decisión con la absoluta convicción de que, en estos momentos, tenemos que dar la palabra a los ciudadanos porque es lo mejor para Andalucía. Se trata, pues, de una decisión muy meditada y comprometida con los intereses de nuestra tierra.

Quiero, igualmente, explicarles el conjunto de motivos que me han llevado a tomar esta decisión.

Cuando en septiembre de 2013 fui investida presidenta de la Junta de Andalucía, lo hacía animada a abrir un nuevo tiempo, nuevo y mejor, para Andalucía.

Ahora, cuando se han cumplido tres cuartas partes de esta legislatura y restaría un año para su conclusión de acuerdo a nuestro Estatuto, creo que lo mejor que puedo hacer para fortalecer e impulsar ese proceso de cambio es dar la palabra a los andaluces y andaluzas, y convocarlos al ejercicio de un derecho que es la piedra angular de nuestra democracia: que los ciudadanos decidan con su voto quién y cómo deben gobernarles.

Tengo que decirles que yo estoy orgullosa del trabajo de la Junta de Andalucía en este período. Creo que hemos podido demostrar que otra forma de gobernar es posible.

Que es posible gobernar pensando en las personas, defendiendo el Estado del Bienestar, defendiendo una educación pública y de calidad, defendiendo una sanidad pública, universal  y de calidad, y defendiendo también nuestra atención a la dependencia.

Que es posible gobernar movilizando todos los recursos que tiene en estos momentos la Junta de Andalucía para contribuir a crear empleo, concitando alianzas con grandes empresas, con trabajadores y con los agentes sociales de nuestra tierra. Los últimos datos conocidos del empleo del último trimestre del pasado año demuestran lo que vengo diciendo desde hace tiempo, que este tiene que ser un gran año para el empleo en Andalucía.

También se ha demostrado que es posible gobernar con las puertas y ventanas abiertas de las instituciones, incluso derribando muros de opacidad, con plena transparencia, y siendo implacables en la lucha contra la corrupción.

Lo hemos demostrado, y lo más importante, lo hemos hecho. Y les aseguro que si yo tuviera la garantía de que pudiera seguir con esta hoja de ruta, agotaría la legislatura.

Lamentablemente, esa garantía ya no existe y creo que ningún gobernante responsable puede ejercer su tarea en las actuales circunstancias.

Los próximos años van a ser decisivos en Andalucía, pero lo van a ser sobre todo para los andaluces, porque en estos años se decidirá si todos nuestros esfuerzos y los sacrificios que han hecho el conjunto de los ciudadanos han servido para que tengamos una sociedad mejor que antes de la crisis, o simplemente, el sufrimiento por el que han atravesado miles de familias resultará estéril.

En los próximos años se decidirá si el crecimiento y la riqueza se reparte con justicia, o si el sufrimiento de la crisis solo ha servido para que unos pocos sean aún más ricos que cuando empezó la crisis.

En un horizonte así, lo último que necesitan los andaluces es un gobierno a la espera de unas elecciones. Así que en Andalucía no vamos a perder un año entre dimes y diretes, entre especulaciones y encuestas, porque estamos hablando del futuro de nuestra comunidad. En lugar de perder un año vamos a ganarlo. Cuando otros gobiernos todavía estén pensando en su futuro como gobiernos, nosotros ya estaremos labrando y trabajando por el futuro de nuestra tierra.

Desde el principio de mi mandato, expuse con claridad que más que pedir confianza, un gobierno lo que tiene que hacer es dar confianza a los ciudadanos. Tiene que ofrecer estabilidad, solidez, fortaleza y tiene que dedicar todos sus esfuerzos, todas sus energías, a lo que debe ser lo principal, contribuir con todas sus fuerzas a resolver los problemas de la gente, los  problemas de los ciudadanos que nos tienen que mirar y tienen que encontrar gobiernos que tengan puesta toda la energía y toda su atención en resolver esas dificultades que vienen atravesando miles y miles de familias.

En los últimos meses he llegado a la conclusión de que mi Gobierno carece de la solidez en sus apoyos parlamentarios y de la estabilidad suficiente y necesaria para continuar con su tarea. Y por eso ha llegado la hora de oír el veredicto democrático de los ciudadanos, que son, y eso convendría que nadie lo olvidara, quienes dan y quitan razones en una democracia.

Las elecciones de marzo de 2012 dieron una mayoría clara a dos fuerzas de izquierdas en Andalucía. Sobre esa realidad, se suscribió el Pacto por Andalucía que creo que hasta esta fecha se ha cumplido razonablemente bien.

La última prueba de ello fue la aprobación, hace sólo un mes, del Presupuesto de la Junta de Andalucía para el presente año. Un presupuesto que se elaboró en unas condiciones extremadamente difíciles, teníamos una asfixia económica por parte del Gobierno central, del gobierno del Partido Popular y, pese a eso, pudimos sacar adelante un presupuesto que era bueno para Andalucía y que, por primera vez, desde el inicio de la crisis, empezaba a devolver derechos al conjunto de los ciudadanos.

Puedo asegurarles que, como presidenta del Gobierno, puse todo el empeño personal y político para que dicho acuerdo presupuestario fuera posible.

De forma incomprensible, el haber acordado unos buenos presupuestos para todo el año 2015, que debería ser la garantía para agotar la legislatura, no fue motivo suficiente para tener garantizada la finalización de la legislatura.

En efecto, todos los andaluces saben que la víspera de la aprobación de los Presupuestos para 2015, IU aprobó en una asamblea, la celebración de un referéndum entre sus bases para decidir una vez celebradas las elecciones municipales si continuaba su apoyo o no a este Gobierno.

Lo reconozcan o no, lo hicieran o no por problemas internos, lo cierto es que esa decisión de IU, uno de los dos socios de Gobierno, ponía fecha de caducidad al Gobierno, y lo situaba en una situación de interinidad precaria para agotar la legislatura.

En estas semanas, en las que privada y públicamente he advertido sobre esa circunstancia, IU no ha aclarado si, como en mi opinión debería desprenderse del hecho de haber aprobado el último presupuesto, la continuidad del gobierno estaba garantizada.

Sin esa garantía, no hay estabilidad. Sin estabilidad, como presidenta de la Junta de Andalucía, no estaba dispuesta a gobernar. A ese precio no estaba dispuesta. Ya les anuncié que no estaba dispuesta a ser presidenta a cualquier precio, si no tenía las garantías de poder dar respuesta a lo que los andaluces necesitan y merecen. Bajo la amenaza de que los militantes de un partido o de otro decidieran si el pacto continuaba, a ese precio no estaba dispuesta. Antes de que decidieran los militantes de un partido o de otro, decidirían el conjunto de los andaluces.

Andalucía no puede perder un año así y por eso, como les decía, he decidido que ganemos un año.

Ante una decisión de esta trascendencia, yo tengo que ser clara ante los andaluces. Lo que ha sucedido entre los socios de gobierno de Andalucía, lo que ha generado inestabilidad y provocado el adelanto electoral, no es un equívoco, ni un malentendido. Es, por el contrario, el fruto de un giro radical en la dirección nacional de Izquierda Unida a partir del pasado otoño.

A raíz de esos cambios, para la nueva dirección de IU, por increíble que parezca, el pacto de gobierno en Andalucía, el principal y prácticamente el único referente de gobierno de coalición de izquierdas que tenemos en España, se había convertido en un obstáculo.

Desconozco si hay razones de convergencia con otra fuerza política que lo motive.

Pero algo sí me importa y me expresaré con la mayor rotundidad: Andalucía no va a ser moneda de cambio jamás, en ninguna operación política, ajena a los intereses de esta tierra. Porque con el futuro de los andaluces, simplemente, no se juega.

La estabilidad de Andalucía, el Estado de Bienestar de Andalucía, las posibilidades de recuperación económica y de empleo en Andalucía, no pueden quedar al albur de pactos que nada tengan que ver con los intereses de nuestra comunidad.

Lamentablemente, y ante esta situación, no había alternativa de gobierno posible. Saben, además, que el Partido Popular es en la actualidad el grupo mayoritario en el Parlamento de Andalucía, y en este tiempo no ha dado muestras de solidez, ni de saber, por decirlo llanamente, qué es lo que quiere.

Un día exigía elecciones anticipadas -la última vez ha sido este mismo mes de enero- y al día siguiente criticaba la austeridad, cuando éramos una de las comunidades autónomas que cumplíamos con las exigencias -aunque no lo compartamos- del Gobierno de España. Y al otro día defendía que aquí no se hacía lo que en otras comunidades del Partido Popular, recortes del Estado de Bienestar y despidos a mansalva. Estamos ante un partido sin liderazgo, ni solidez, ni ideas claras, ni un proyecto razonable para Andalucía.

Y ante esta tesitura tomo una decisión impecablemente democrática: dar la voz a los andaluces y andaluzas, dar la palabra al conjunto de los andaluces. Ellos son los que la tienen ahora en sus manos. Solo en las manos de los andaluces está decidir el futuro de nuestra tierra.

Yo creo en Andalucía, creo en su futuro. Creo que es una tierra que tiene presente pero, sobre todo, tiene mucho futuro. Por eso, quiero terminar mostrando mi confianza en los andaluces y en las andaluzas. Y sé que con coraje, con entrega, con esfuerzo, con compromiso y con determinación, Andalucía va a salir adelante. Y Andalucía va a tener un futuro mejor para el conjunto de los ciudadanos. Ese futuro lo vamos a construir entre todos.