En la segunda mitad del siglo XIX Málaga vive un intenso proceso de transformación. Un impulso
de desarrollo basado en las industrias metalúrgicas y textiles y en el comercio en el que tiene
una patente influencia la generalización de la tecnología del vapor en sus diversas aplicaciones:
fábricas, locomotoras, barcos… Junto con el despegue industrial, el tráfico marítimo internacional y
transcontinental remonta hasta cotas desconocidas, participando en el creciente fenómeno de la
globalización que se sustenta en el agua como principal vía de transporte. Como nunca antes en
su dilatada historia, Málaga se vuelve cosmopolita, abierta al conocimiento de diferentes culturas
y mentalidades, liberal en lo político, rica y segura de sí misma. Es una urbe dinámica y populosa,
en rápido crecimiento, con más de 130.000 habitantes en la década de 1880. Sin embargo, por esos años empieza a
confirmarse que esta brillante entrada en la modernidad tenía mucho de efímera. La ciudad padece grandes carencias
que reducen sus posibilidades (limitaciones de abastecimiento y saneamiento, de comunicaciones con el interior, déficit
de infraestructuras, escasez de fuentes energéticas asequibles…) y manifiesta signos evidentes de agotamiento tanto de sus
recursos naturales por sobreexplotación (madera de las sierras, suelos fértiles, aguas subterráneas…), como de su potencial
industrial y mercantil en función de los cambios que se producen en la coyuntura nacional e internacional. Los intentos
por resolver estas dificultades son insuficientes o tardíos, y Málaga empieza a verse aquejada por las crisis y a sufrir una
progresiva decadencia. Fue el sueño de una ilusión quebrada.
Málaga industrial y portuaria, 1880
El puerto de Málaga, fotografía de J. Laurent hacia 1880.
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] A GU A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D
MÁ L A G A I N D U S T R I A L Y P O R T U A R I A . 1 8 8 0 [
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Los Montes padecen una aguda
deforestación por el suministro de
combustible a las industrias. Este
hecho agrava la pérdida de suelos y la
intensidad de las riadas.
La vid, para pasas y vinos,
es el principal cultivo de
los Montes, cubriendo sus
laderas. Desde 1878, la
plaga de la filoxera arruina el
viñedo malagueño.
Junto a los intentos por
desarrollar un servicio de
abastecimiento generalizado y
moderno proliferan modelos
basados en la explotación
individualizada de pozos.
La expansión urbana es
especialmente notable al
otro lado del Guadalmedina,
que se convierte en un área
industrial.
Málaga experimenta un gran
crecimiento demográfico
y urbano sobre los ejes de
la costa y los caminos del
interior.
Gran parte de la población
vive hacinada, surtiéndose
de aguas de pozos a
menudo contaminadas.
Los trabajos de
saneamiento cobran
impulso. Poco a poco se
moderniza el sistema de
alcantarillas.
A final de la centuria mejoran las condiciones de
salubridad gracias a medidas higienistas y reformas
urbanas como la calle Larios.
Los paseos y jardines de Málaga están
repletos de plantas exóticas, difundidas
gracias a los intercambios con ultramar.
En la segunda mitad del XIX
se acometen diversas obras en
el puerto, que culminan en su
ampliación a fines del siglo.
A lo largo del Ochocientos
se produce un importante
avance sobre terrenos
ganados al mar.
El litoral pierde el carácter
de frontera insegura. El
crecimiento urbano se abre al
mar más allá de las murallas.
En el mar y el Guadalmedina
se efectúan la mayor parte
de los vertidos, sin depurar.
Aparecen los primeros
episodios de contaminación.
La pesca se intensifica.
Los sistemas
tradicionales empiezan
a ser desplazados por
naves mayores, como
los bous.
Las fábricas se alinean junto a
las playas de San Andrés y de la
Misericordia, por sus facilidades
de espacio, acceso y agua.
El crecimiento de la demanda impulsa
los proyectos de diferentes sistemas de
captación y traídas de agua, como la de
los manantiales de Torremolinos.
Los cultivos de regadío, como la caña de
azúcar, se extienden entre el Guadalhorce
y el Guadalmedina, ganando terreno a
marismas y humedales.
Ejecución del general liberal Torrijos y sus compañeros en Málaga en 1831,
óleo de A. Gisbert de 1888. Museo Nacional del Prado.
Pablo Picasso, nacido en
Málaga en 1881.
A la derecha, la catedral de
Málaga, en una tarjeta postal
de fines del XIX.
La jábega, el cenachero y la
Farola, símbolos de Málaga,
en una etiqueta de vinos
malagueños.