El ámbito de gestión del
agua se amplía y las redes de
abastecimiento aumentan
de escala. El suministro viene
ahora de muchos lugares,
como los embalses del
Guadalhorce y La Concepción.
La gestión integral del servicio de
agua se garantiza mediante un
sistema de infraestructuras.
Gracias a las repoblaciones
forestales de las sierras, los
montes se van regenerando.
La mejora hidrológico-forestal
contribuye a amortiguar las
riadas.
Para prevenir las
avenidas catastróficas del
Guadalmedina se construye
en 1983 la presa del
Limonero.
A consecuencia de un
desarrollo urbanístico mal
resuelto, aún persiste la
amenaza de riadas en sectores
como El Palo y Pedregalejo.
Puertos deportivos, paseos marítimos,
espigones o emisarios submarinos alteran
la dinámica natural del litoral.
En un intento de paliar la pérdida de arena
en muchas playas se colocan espigones.
El espacio portuario comprende
más de un millón de metros
cuadrados y unas 7.000 ha de
superficie de flotación.
El tráfico portuario, tanto de
mercancías como de cruceros
turísticos, se reactiva, con
líneas con Ceuta y Melilla.
El puerto forma un gran
complejo con instalaciones
que se extienden ya a ambos
lados del Guadalmedina.
Desaparecen la mayoría
de los humedales, con
excepción de un enclave
en la desembocadura
del Guadalhorce.
Presas y encauzamientos
se multiplican. El
Guadalhorce y
Guadalmedina se
convierten en corrientes
de agua domesticadas.
El uso recreativo de la
playa adquiere un papel
protagonista. Un espacio
antes marginal, ahora
estratégico.
La urbanización e infraestructuras repercuten
en la dinámica hidrológica y sedimentaria, con
un gran impacto en el equilibrio de la costa.
Las fuentes de abastecimiento se diversifican: a
los manantiales y pozos de antes se añaden aguas
superficiales embalsadas, desaladas y recicladas.
Estaciones depuradoras de aguas residuales, como
la de Guadalhorce, posibilitan su reutilización para
usos menos exigentes, como el riego.
Málaga se ha convertido en una conurbación de 568.000 habitantes que se extiende
linealmente, sin solución de continuidad, por la Costa del Sol. Todos quieren vivir mirando
hacia ese gran espejo de agua que es el mar. El espacio litoral se satura, y también
crece hacia el interior trepando por las laderas de los Montes. Transmutada en imagen
de emporio turístico, y de servicios y negocios inmobiliarios, poco queda de la Málaga
decimonónica industrial. Este nuevo contexto supone un cambio radical de paradigma y
está fundamentado en “el sol y la playa”, o sea, en el clima y el agua de que goza el territorio.
Los cambios cuantitativos y cualitativos acaecidos resultan de tal envergadura, tan intensos
y sustanciales, que implican cambios en la escala de afección y gestión de los recursos
naturales en la matriz territorial en donde se encuadran. Así ocurre con el agua: al contrario que antaño, ahora se
trae desde lugares alejados, como la cabecera del Guadalhorce o el embalse de La Concepción, y se diversifican las
fuentes originarias de abastecimiento —manantiales y pozos— incorporándose aguas superficiales retenidas en presas
e, incluso, aguas desaladas que aprovechan nuevas tecnologías. Se implantan sistemas supramunicipales de gestión
integral que no sólo consideran el servicio de abastecimiento sino también la depuración y, en su caso, reutilización de
las aguas una vez tratadas.
Este desarrollo no sería posible sin un profundo y generalizado avance en los conocimientos científicos y técnicos, y en
profesionales especializados en gestionar un potente sistema de infraestructuras hidráulicas. Porque el agua es, y seguirá
siendo, un factor estratégico determinante del desarrollo, del bienestar y de la calidad de vida.
Málaga siglo XXI
Detalle del Parque Tecnológico de
Andalucía, en Málaga.
[
30
] A GU A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D
MÁ L A G A I N D U S T R I A L Y P O R T U A R I A . 1 8 8 0 [
3 1
]
Playas de Málaga y el Mediterráneo.
La plaza de la Marina, en una postal de la década de 1960.
Panorama de Málaga desde el castillo de Gibralfaro.
La Malagueta, óleo de
W. Nicholson, 1935.