Nos acaba de dejar ese gran gruñón lleno de bonhomía que era Chus Cantero. Hombre de extensa experiencia, al que no se le escapaba, más que un detalle, un recuerdo. Experto conocedor de todo tipo de archivo, se encontraba en su elemento entre dossieres, recortes de prensa y fotografías antiguas. Por sí solo constituía todo un centro de documentación. Pionero en este país del difícil “arte” de la gestión cultural. Trabajaba tan intensamente como vivía la vida.

Pero por encima de todo, era una persona generosa: generoso con su tiempo, con su dinero y con él mismo. Nos ha dejado con mil proyectos por hacer, con mil proyectos que compartir y muchas más de mil cervezas por tomar, mientras aprendíamos teatro. Otras cosas del teatro que no salen en los libros, y  que todos esperábamos que algún día él las escribiría. Con Chus hemos perdido una parte irrecuperable de la historia de la escena del siglo XX, y este Centro, más que un gran colaborador, que lo era, ha perdido a un compañero y un benefactor que enriqueció nuestros fondos con multitud de donaciones de libros y documentación, además de estar siempre dispuesto a echar una mano a todos y a cada uno de nosotros.

Gracias Chus.

Imagen: Florentino Yamuza / CIRAE