De Stefano Massini Dirección: Lluís Pasqual Con Míriam Iscla.

Con la colaboración de Institut Ramon Llull. Lengua y cultura catalanas.

COFUNDADORA DE LA COMPAÑÍA T DE TEATRE, MÍRIAM ISCLA, LA ACTRIZ QUE NOS ENCOGIÓ EL CORAZÓN LA ÚLTIMA VEZ QUE LA VIMOS EN EL CENTRAL CON SOLO SON MUJERES, ESPECTÁCULO TEATRAL TRIUNFADOR DE LOS MAX 2017, VUELVE A SEVILLA

Y LO HACE DE LA MANO DE LLUÍS PASCUAL UNO DE NUESTROS MEJORES Y MÁS RECONOCIDOS DIRECTORES DE ESCENA PARA DARNOS OTRA LECCIÓN DE INTERPRETACIÓN.

Una pequeña joya teatral viene a instalarse en nuestra sala más íntima, porque, a veces, hay que disfrutar muy de cerca del talento de una actriz superlativa, como es Míriam Iscla, y de un maestro de la dirección y la puesta en escena, como Lluís Pascual.

Si a los dos nombres citados -el de Iscla y Pascual- le sumamos el nombre de Stefano Massini, esa nueva voz del teatro europeo que desde que se iniciara en el Piccolo Teatro de Milán de la mano de Luca Ronconi y que ahora está presente en los teatros y festivales más importantes de Europa, el resultado es evidente… TEATRO, así, con mayúsculas.

Nosotros somos los responsables de las políticas de Putin ya que la sociedad ha demostrado una apatía sin límites. Solo respeta al fuerte y devora al débil.

En Rusia existe un vacío de información que aleja la muerte de nuestra ignorancia, sólo nos queda Internet. Quien quiera trabajar como periodista o es servil a Putin o puede pagar su activismo con la muerte, la bala o el veneno.

Estos dos fragmentos extraídos del Diario ruso y otros escritos de Anna Politkóvskaya, nos dan idea de lo que le costó la vida a esta periodista.

Un año después de su asesinato, Stefano Massini escribió este retrato sin concesiones, una inmersión teatral total en violaciones y represalias, sobornos y chantajes, desesperación y coraje. Un viaje al precipicio de los horrores ruso-chechenos del siglo XXI, espiados y relatados por una testigo definida por el Kremlin como “no reeducable”: las cabezas cortadas de los guerrilleros colgadas de los gaseoductos, restos humanos volados con granadas, competiciones entre los militares para llevarse el récord de violaciones, atentados suicidas en el centro de Grozni. Episodios de profunda corrupción camuflados por una propaganda al son de la ficción televisiva, por no hablar de la carnicería del teatro Dubrovka de Moscú y de la escuela de Beslan. Un descenso a los infiernos y una reflexión sobre la libertad de prensa y el oficio de periodista.

Iscla construye un personaje vivo y apasionante, comprometido con su oficio, con la necesidad de revelar la verdad que la llevará a ser asesinada. Genial en su movimiento, la voz, la fuerza interpretativa, la capacidad de transmitirnos el horror... Lluís Pasqual, para inaugurar la temporada del Lliure, nos enfrenta a un nuevo autor, con unas situaciones contemporáneas, con dos textos difíciles y apasionantes que nos hablan del aquí y ahora. No podemos más que aplaudirlos. María José Ragué. El Mundo.