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Informe de
Medio Ambiente en Andalucía
El empleo de técnicas de agricultura de
conservación retiene en gran medida los
fertilizantes y productos fitosanitarios en la
zona en que fueron aplicados, hasta que son
utilizados por el cultivo o descompuestos en
otros componentes inactivos.
Así, las técnicas de conservación no
sólo reducen muy considerablemente la
escorrentía, sino que también propician
una fuerte disminución de la cantidad de
abonos, herbicidas, etc., disueltos en el
agua de escorrentía o adsorbidos en el
sedimento.
Según los datos recabados en diversas
investigaciones, en siembra directa se
reduce la pérdida de nitrógeno casi en
un 89%, la de fósforo en un 95,6% y de
potasio en casi un 79%. En el caso de las
cubiertas, las reducciones son de un 38%
en el caso del nitrógeno, un 52% en el
caso del fósforo y de un 57% en el caso del
potasio.
De la comparación de la siembra directa con
el laboreo convencional se ha comprobado
también que el transporte de herbicidas en
las aguas superficiales se reduce un 70%, el
de sedimentos en un 93% y la escorrentía
se ve también reducida en un 69%. Fruto de
ello, en experiencias bajo siembra directa
en cultivos de secano, se han constatado
incrementos de agua en el suelo entre
un 2% y un 18%. Todos estos datos nos
hacen ver que las técnicas de agricultura
de conservación (siembra directa y laboreo
de conservación) evitan en gran medida la
contaminación de las aguas, mejorando su
calidad.
Reducción de la contaminación difusa
Asociación Española Agricultura de Conservación. Suelos Vivos (AEAC.SV).