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Cambio climático y agricultura de conservación
J. De la Rosa.
Beneficios de la agricultura de conservación en un entorno de
cambio climático
Desde la perspectiva ambiental, toda práctica agrícola que contribuya a conservar y mejorar los recursos
naturales de los que el sector agroalimentario hace uso, así como a realizar un uso racional de éstos,
permitirá la mejora de la calidad ambiental de los ecosistemas, la preservación de la biodiversidad y la
conservación de los recursos genéticos. Al mismo tiempo, no hay que olvidar que la agricultura genera
paisajes considerados sistemas de alto valor ambiental y modelos de gestión sostenible.
Desde la perspectiva económica, cualquier sistema que se implante ha de permitir el desarrollo económico
del sector y que, tanto las explotaciones agropecuarias, como las industrias agrarias y los distintos agentes
de la cadena agroalimentaria, desarrollen una actividad competitiva y rentable.
Desde la perspectiva social, íntimamente ligada a la económica, se persigue mantener la actividad en los
núcleos de población rurales cuya principal fuente de ingresos es el sector agroalimentario.
En este contexto, la agricultura de conservación ofrece soluciones para lograr una gestión más sostenible
de los recursos y aumentar la sostenibilidad de los procesos, desde un punto de vista técnico, ya que
ofrece a los ecosistemas agrarios beneficios tanto en el plano ambiental, como en el económico y social,
contribuyendo a la sostenibilidad del sector en su conjunto.
La degradación de los suelos agrarios debido a los procesos de erosión y compactación
es posiblemente el principal problema ambiental causado por la agricultura basada en el
laboreo.
Casi el 20% de la superficie europea sufre pérdidas de suelo que exceden las 10 toneladas
por hectárea al año. Además, algo más del 7% de las tierras cultivadas, están afectadas por
un riesgo de erosión de moderado a alto.
A partir de los datos provinciales del
Inventario Nacional de Erosión de Suelos de España,
las medias para el territorio español de erosión son 14,42 toneladas por hectárea al
año. Teniendo en cuenta la baja tasa de formación de suelo, se pueden considerar como
irreversibles pérdidas superiores a 1 tonelada por hectárea al año. La agricultura de
conservación reduce la erosión del suelo hasta un 90% en comparación con el laboreo
convencional, frenando así la degradación de los suelos, uno de los principales problemas
ambientales de España y Andalucía.