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Didáctica del paisaje.

Realidad y reto educativo

Alfonso García de la Vega

Geógrafo y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid

alfonso.delavega@uam.es

La configuración cultural

del concepto de paisaje

El concepto de paisaje comienza a regis-

trarse en la cultura al formar parte de la

pintura y la poesía. Desde el siglo XV, la

pintura flamenca refleja paisajes en el fon-

do de los retratos. Las primeras vivencias

en el entorno natural provienen de los pa-

seos de Petrarca por la fuente de Vaucluse,

Francia (Clark, 1971: 21). Este mismo autor

afirma que los paisajes representados en

el arte constituyen las etapas culturales por

las que ha pasado nuestro concepto de la

naturaleza.

Desde el siglo XVIII, esta perspectiva es-

tética adquiere un valor añadido con el

excursionismo científico y el romanticismo,

que ensalzan el respeto a la naturaleza.

Farinelli (2009: 160) denomina “astucia del

paisaje” a esa doble vertiente que este

concepto adquirió cuando Humboldt trans-

forma el concepto estético –pictórico y

poético– en científico –conocimiento del

mundo natural–. Así, la mirada al paisaje

se modifica progresivamente por cuanto

abandona el predominio de la estética y

adquiere un renovado conocimiento y valor

ético de la naturaleza.

La relación de las diferentes culturas con

sus lugares de identidad ha suscitado una

mirada poliédrica del paisaje, que forma

parte del acervo cultural de toda la hu-

manidad. La intervención humana en el

entorno natural sobre los espacios que les

han servido de cobijo y los recursos natu-

rales resisten indelebles como vestigios de

estas transformaciones espaciales. La asi-

milación cultural de estas transformaciones

define la identidad cultural del paisaje.

Las huellas de la civilización egipcia en las

pirámides situadas en la meseta de Gizeh

conforman esta identidad. Así, tampoco se

podría entender Segovia sin el acueducto

romano, ni Granada sin la Alhambra. Las

transformaciones culturales se han adue-

ñado tanto del entorno natural, que en

muchos casos resulta difícil encontrar el

umbral de la naturaleza y la intervención

humana. Al norte de Túnez, los restos de

las termas romanas de Dougga comparten

con los olivares el paisaje mediterráneo

(Fotografía 1). El aprovechamiento secular

de los recursos hídricos en las sierras del

Magreb ha proporcionado cambios sucesi-

vos en los paisajes bajo distintas culturas.

Martínez de Pisón (2009: 35) define el pai-

saje como “la configuración morfológica

de ese espacio básico y sus contenidos

culturales; en ese sentido es una categoría

superior al fundamento territorial”.

El paisaje en la cultura y

en la educación

El Convenio del Paisaje de 2000, ratificado

por España en 2007, constituye el marco

normativo, donde aún quedan por cubrir

espacios educativos referidos al paisaje. El

paisaje forma parte de nuestro patrimonio,

tanto cultural como natural. Esto es, resulta

muy difícil eliminar de nuestro acervo y de

nuestra vivencia los olivares andaluces y la

dehesa extremeña. De la misma manera,

la percepción de las cumbres y los valles

de los Pirineos, los berrocales de la Pe-

driza, en la Sierra de Guadarrama, o bien,

el perfil de Sierra Nevada desde la llanura

granadina.

Desde finales del siglo XIX, la Institución Li-

bre de Enseñanza proporciona y mantiene

el impulso dado al respeto por la naturale-

za. De hecho, la influencia cultural de Giner

de los Ríos sobre el aprecio del paisaje se

consolida en la literatura de la generación

del 98 y la enseñanza. Azorín se expresaba

así: “el paisaje somos nosotros; el paisaje

es nuestro espíritu, sus melancolías, sus

placideces, sus anhelos, sus tártagos”

(1917: 37).

La estela pedagógica marcada por la

Institución Libre de Enseñanza también

intervino sobre un numeroso grupo de

profesores. En el siglo pasado, el profesor

Carandell realizaba excursiones con sus

alumnos de instituto de Cabra (Córdoba).

El conocimiento de los montes y sierras

egabrenses se impulsa con los valores

que contribuían a una educación integral.

Y, en la provincia de Madrid, el profesor

Vidal Box ofrecía un conjunto de recursos

didácticos para realizar excursiones por el

entorno próximo.

La creación de entornos culturales en

los distintos espacios requiere una com-

punto de vista

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