IMA 2013. Informe de Medio Ambiente en Andalucía - page 83

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Buenas prácticas para los paisajes
Entrada aBogarre, (Granada).
E.Murcia Sánchez.
La relación entre las infraestructuras viarias y las buenas prácticas paisajísticas tiene
una amplia y fértil trayectoria, aunquemás en el plano normativo reciente que en su
desarrollo y aplicación. No obstante, hay también ejemplos de buenas prácticas que
suponenunabuena integraciónde las infraestructurasenel paisaje.Hayque recordar,
en primer lugar, que al tratarse de un desarrollo lineal a través del territorio, ofrecen
una gran diversidad de tejidos y atraviesan diferentesmosaicos. Estas infraestructu-
ras son, a la vez, generadoras de impactos, pero también creadoras de nuevas pers-
pectivas y paisajes. Entre los diversos tipos de infraestructuras, las carreteras son el
elemento preponderante, aunque estasmismas consideraciones valen también para
otras vías. En el diseño de las carreteras predominan las necesidades funcionales
(conectividad, seguridad, comodidad…) y económicas, pero cada vez más hay que
ser tambiénexigentes con los factores ambientales y de calidadpaisajística. Así loha
entendido la legislación andaluza, una de lasmás avanzadas eneste sentido.
La interacción entre carretera y paisaje se produce a dos niveles: para intervenir
en el control de cambios a que induce su construcción; y por las posibilidades que
ofrece para promover nuevas relaciones entre las personas y el territorio: por una
parte,permite la observación del paisaje desde la vía y apreciar sus componentes
(naturales, históricos y culturales); por otra, la observación de la propia vía permite
percibir su grado de integración en el territorio, un diálogo que resuelto de forma
satisfactoria permitiría hablar de integración. Es decir, las carreteras pasan a formar
parte del paisaje, como un componente más, si están correctamente integradas
en el paisaje. De lo contario se producirá una relación en términos de agresión o
impacto negativo.
Los impactosmás frecuentesse refierena lossiguientesaspectos: la intrusiónvisual,
por la aparición de nuevas formas que rompen el mosaico preexistente; el efecto ba-
rrera que, en función del tamaño de la plataforma, puede aislar las partes y afectar el
aspecto de los lugares; la artificialización (mayor en losmedios rurales y naturales); la
fragmentación, que con frecuencia comporta la generación de espacios residuales; y
la pérdida de vegetación.
La visión del paisaje desde la vía está directamente condicionada por la forma del
trazado, que comporta una sucesión de escenas, perceptibles en función de factores
como la anchura o la velocidad permitida. El diseño de una carretera no debe ceñirse
aestrictos criterios funcionales, debiendo tomar en consideraciónotros aspectosque
contribuyan aminimizar de forma significativa los impactos negativos, como la adap-
tacióndel trazado de la vía a la geometría del lugar.
Paraprevenir laaparicióndeesosposibles impactos, la integraciónpaisajísticaplantea
tres objetivos: el mantenimiento y recuperación de los valores del paisaje preexisten-
te; la dotación de un carácter significativo a las nuevas vías; y la creación de nuevos
paisajes de calidad. Es decir, la estrategia de las buenas prácticas paisajísticas sobre
las infraestructuras viarias afecta a lapropia concepcióndel proyecto y formapartede
sus diferentes fases: planeamiento, proyecto, construcción y gestión.
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