Calidad del aire y cambio climático: dos variables de una misma ecuación

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Interacciones entre la calidad del aire y el cambio climático

A pesar de estar estrechamente relacionados, la contaminación del aire y el cambio climático todavía se consideran como dos cuestiones distintas, de las que se encargan diferentes comunidades científicas y se abordan dentro de marcos políticos separados. Sin embargo, no es posible clasificar las emisiones antropogénicas en dos categorías separadas –contaminantes atmosféricos, por un lado, y sustancias que afectan al clima, por otro– dado que muchos contaminantes del aire, como el ozono troposférico y los aerosoles, repercuten de forma directa o indirecta en el clima.

Conforme ha ido avanzando la investigación sobre el cambio climático, se evidencia que la contaminación atmosférica y los efectos sobre el clima son desafíos ambientales que están estrechamente vinculados entre sí –con respecto a las fuentes que los originan, los procesos atmosféricos que desencadenan y los efectos ambientales que acarrean.

Para hacer frente a dichos desafíos, diferentes organismos internacionales instan a los gobiernos a reforzar los vínculos entre las políticas que abordan la contaminación del aire y las que se centran en el cambio climático, determinando políticas que proporcionen soluciones beneficiosas para los dos ámbitos.

Considerando las sinergias y los efectos asociaciados a ambas temáticas, en Andalucía se está trabajando para acometer las mismas, desde un punto de vista global, en la Dirección General con competencias tanto en calidad del aire como en cambio climático.

No todas las políticas sobre el clima contribuyen a la reducción de la contaminación del aire, y viceversa. Un ejemplo de ello es el uso de combustibles para la calefacción de hogares e inmuebles comerciales e institucionales (dentro de estos combustibles, cobra cada vez mayor protagonismo la quema de leña y otras formas de biomasa), que conlleva una reducción de las emisiones de CO2, pero contribuye al aumento de los niveles de partículas finas, con gran impacto sobre la salud. Por lo tanto, se necesita un enfoque integrado para evaluar qué políticas tratan de manera interrelacionada los objetivos en materia de calidad del aire con los de mitigación del cambio climático.
Recientemente, la Junta de Andalucía se ha dotado de un documento estratégico en materia de calidad del aire que, al considerar que la contaminación atmosférica tiene efectos importantes sobre el clima y el desarrollo sostenible, aborda estos fenómenos como desafíos estrechamente vinculados con soluciones comunes. En el contenido de la Estrategia Andaluza de Calidad del Aire subyace la necesidad de definir de manera interconectada los objetivos en materia de calidad del aire con los de mitigación del cambio climático (emisiones de gases de efecto invernadero), sobre todo para el caso de algunos contaminantes climáticos de vida corta –aquellos que tienen un tiempo reducido de permanencia en la atmósfera–, como el ozono (O3) y el carbono negro u hollín, presente en las partículas, así como los denominados otros gases de efecto invernadero indirecto: NOx, CO, SOx y COVNM. Todos ellos, con importantes repercusiones en el clima y en la contaminación atmosférica.

Es un poderoso gas de efecto invernadero con una vida en la atmósfera de aproximadamente 12 años. El incremento en sus emisiones ha causado un calentamiento más significativo que cualquier otro gas de efecto invernadero después del CO2. El metano tiene influencia directa en el clima, pero también es sustancial por ser un precursor muy importante del ozono troposférico (O3).

Emisiones de metano en Andalucía:

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Es uno de los contaminantes atmosféricos que más preocupan en la actualidad. La comunidad científica lo considera responsable del 16% del calentamiento global, porque tiene la capacidad de absorber la radiación solar e irradiarla de nuevo en la atmósfera en forma de calor, afecta a la formación de las nubes y los patrones de lluvias, y cuando se deposita sobre la tierra puede favorecer que el hielo y la nieve se derritan.

Es un residuo resultante de la combustión incompleta o ineficiente de combustibles fósiles y biomasa. Forma parte de partículas de diferentes tamaños que, a pesar de que permanecen durante poco tiempo en la atmósfera, son responsables en gran parte de la mala calidad del aire que respiramos, y tiene un gran impacto sobre la salud.

En la mayoría de los países desarrollados ya se han establecido regulaciones sobre este tipo de emisiones, y existen medidas de bajo coste, como utilizar filtros en motores diésel, o apostar por el transporte público o por medios no motorizados como la bicicleta para los desplazamientos en la ciudad, muy sencillas de poner en práctica para reducir los niveles de carbono negro.

Por su parte, los países en vías de desarrollo se han convertido en los principales emisores de este contaminante en los últimos años. Por eso, es fundamental implementar sistemas eficientes de uso de biomasa, o sustituirlos por recursos energéticos cuya combustión emita menor cantidad de carbono negro.

Emisiones de Black Carbon (Carbono negro) en Andalucía:

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Es un gas que existe en dos capas de la atmósfera, la superior (estratosfera) y la inferior (troposfera). En la estratosfera el ozono protege la vida en la Tierra de la dañina radiación ultravioleta. Sin embargo, a nivel del suelo, este contaminante del aire es nocivo para la salud humana y los ecosistemas. Es también el mayor componente del smog urbano y el tercer contribuyente al calentamiento global después del metano y el CO2. Permanece en la atmósfera entre unos días hasta semanas. Es un contaminante que afecta a la salud y a la vegetación.

El ozono no es emitido directamente, sino que es un contaminante secundario que se forma cuando sus precursores, como los óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, reaccionan en presencia de la luz solar. Razón por la cual, es tan importante reducir las emisiones de todos estos compuestos.

Emisiones de gases precursores del ozono troposférico en Andalucía:

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Son un grupo de productos químicos industriales que se producen, principalmente, para su uso en refrigeración, aires acondicionados, espumas aislantes y aerosoles propelentes y, en menor medida, como disolventes y para protección contra el fuego. Muchos de estos compuestos son poderosos gases de efecto invernadero y tienen un tiempo de vida en la atmósfera de entre 15 y 30 años. Algunos de los HFC tienen un potencial de calentamiento 2.000 veces más poderoso que el CO2.

Emisiones de Hidrofluorocarbonos (HFC) en Andalucía:

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Calidad del aire y cambio climático: dos variables de una misma ecuación

La hora de actuar. Beneficios de mitigar los CCVC

Ciertos contaminantes climáticos de vida corta son contaminantes atmosféricos que tienen efectos nocivos para las personas, los ecosistemas y la productividad agrícola. Las medidas para reducir estos contaminantes proporcionan múltiples beneficios que, además, pueden percibirse casi de inmediato en aquellos lugares donde se han adoptado medidas para tal fin.

Los contaminantes climáticos de vida corta (CCVC) son forzadores climáticos muy potentes. Sin embargo, debido a que están presentes en la atmósfera durante un período mucho más corto, reducirlos puede disminuir rápidamente el calentamiento a corto plazo. Y ahí está la clave: la velocidad a la que se pueden eliminar de la atmósfera representa una oportunidad de cara a emprender una acción rápida y coordinada para afrontar el calentamiento global.

El informe especial de 2018 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) sobre los efectos del calentamiento global de 1,5 °C, revela que la mitigación simultánea de contaminantes climáticos de vida corta y CO2 es el único escenario posible para alcanzar la meta del Acuerdo de París.

Una acción rápida e inmediata contra los contaminantes climáticos de vida corta puede evitar más de medio grado de calentamiento de aquí a 2050. También, evitará más del 50% del calentamiento previsto en el Ártico para 2050 y reducirá significativamente el riesgo de desencadenar puntos de inflexión climáticos peligrosos, como la emisión irreversible de dióxido de carbono y metano debida al deshielo del permafrost del Ártico.

En un estudio de evaluación sobre esta problemática, la Coalición Clima y Aire Limpio para reducir contaminantes climáticos de vida corta (CCAC, por sus siglas en inglés), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente  (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), identificaron 16 medidas de control para los CCVC.

Estas medidas de control involucran tecnologías y prácticas existentes que ya han sido implementadas a nivel global con un enfoque dirigido a los sectores que emiten este tipo de contaminantes, incluyendo la producción y distribución de combustibles fósiles, el uso de energía para uso industrial y residencial, así como el transporte, el manejo de los residuos y la agricultura.

Si se aplican de manera global, estas medidas podrían reducir las emisiones de metano en un 40%, y de carbono negro en un 80% para el año 2030. Además, las medidas para mitigar los HFC’s con potencial de calentamiento global podrían ofrecer beneficios climáticos a corto plazo.

¿Cuáles son esas medidas, sobre qué contaminantes actúan y a qué sectores van dirigidas?

Las medidas que se pueden implementar se extienden a una variedad de sectores: desde el manejo de residuos –donde las emisiones de CH4 se pueden aprovechar como fuente de energía–, hasta el transporte –los vehículos con altas emisiones pueden ser retirados de la circulación para reducir las emisiones de carbono negro–, pasando por la industria –donde las nuevas tecnologías pueden ponerse en marcha para evitar el uso de HFC’s con un alto potencial de calentamiento global (PCG)–.