Criterios de iluminación sostenible para el alumbrado exterior

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Una iluminación sostenible es aquella que emplea la luz sólo donde, cuando y como sea necesaria. Esto implica, en primer lugar, decidir qué es oportuno iluminar y qué no y, en segundo lugar, durante cuánto tiempo y con qué niveles. 

Dirigir el flujo luminoso hacia la superficie a iluminar, utilizando luminarias y ópticas que no emitan luz hacia el hemisferio superior y otras zonas no deseadas y que aseguren, a su vez, una uniformidad adecuada. De este modo, se minimiza la emisión directa hacia el cielo, los deslumbramientos y la intrusión lumínica en viviendas o espacios naturales.

En el caso de iluminación con proyectores, se utilizarán preferentemente asimétricos y con la orientación adecuada que evite la emisión de luz directa hacia el cielo.

Además de reducir la contaminación lumínica, el empleo de estas luminarias y proyectores correctamente orientados, posibilita la reducción de la potencia de las lámparas instaladas, pues se optimiza el envío de la luz hacia la zona que se desea iluminar, lo que redunda en un considerable ahorro energético y económico.

Criterios de iluminación sostenible para el alumbrado exterior

Ejemplos de iluminación excesiva

Los niveles máximos de iluminación permitidos en Andalucía son los determinados en el Real Decreto 1890/2008, de 14 de noviembre. En dicha norma se atribuye a cada clase de alumbrado un nivel de iluminación medio, denominado valor mínimo de referencia (no obligatorio), que si bien no puede superarse en más de un 20%, si puede reducirse en pro de una mayor preservación del medio nocturno y ahorro energético.

En cualquier caso, se debe iluminar con los niveles justos que garanticen la seguridad en las zonas iluminadas durante la noche, puesto que niveles excesivos de luz redundan en mayor gasto energético y económico y en un incremento innecesario de la contaminación lumínica.

Hay espacios que no es necesario iluminar a partir de una hora determinada, como puede ser el caso de parques y jardines que permanecen cerrados en horario nocturno. Igualmente, tampoco es necesario que permanezcan encendidos carteles o anuncios luminosos de actividades que no ofrecen servicios durante la noche.

Por otra parte, también se consiguen importantes ahorros ajustando el horario de encendido y apagado del alumbrado público al orto y ocaso de cada zona. Para alcanzar este objetivo se recomienda el uso de relojes astronómicos en los cuadros de mando de las instalaciones de alumbrado.

Otra forma de reducir la contaminación lumínica y el consumo energético es el uso de reguladores de flujo luminoso, cuya función consiste en reducir en un porcentaje determinado, la cantidad de luz que emiten las instalaciones cuando la afluencia de personas o tráfico es reducida.

La mayoría de los efectos nocivos de la luz se incrementan cuando ésta es blanca, rica en longitudes de onda corta (azules).

Este tipo de luz se dispersa más por la atmósfera que la amarilla o roja. Además, multitud de especies cercanas a la base de la cadena trófica, como los insectos nocturnos, son más sensibles a la misma.
Igualmente, la luz rica en componente azul, también causa mayor afección al ser humano.

Por tanto, si iluminamos con tonos cálidos, disminuye el alcance de la luz dispersa y el efecto causado sobre los seres vivos; se reduce, en definitiva, la contaminación lumínica.

En la siguiente imagen se puede observar que más grados Kelvin mayor componente en luz azul:

Distribución espectral de tecnología LED con distintas Temperaturas de color. Fuente: Philips.