Formaciones singulares

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Ampliar imagen: hermoso paisaje andaluz, de vegetación baja

Las comunidades vegetales presentes en el territorio son el resultado de la combinación de las condiciones ambientales, por tanto, se puede decir que las comunidades vegetales son representativas del ecosistema del que forman parte. De esta manera, podremos reconocer los diferentes ecosistemas de un área por delimitación de las comunidades vegetales allí presentes. 

La vegetación andaluza ha sido objeto de numerosas intervenciones desde que el hombre está presente en estas tierras. Las roturaciones de bosques para expansionar los cultivos, el uso de leñas para abastecer la industria metalúrgica, el pastoreo, la extracción de madera para la construcción de barcos y viviendas e incluso la quema de bosques durante innumerables guerras han formado el actual paisaje andaluz. 

El Plan Forestal Andaluz, marco de referencia sobre la política forestal en nuestra comunidad, en su Tercera Adecuación Horizonte 2015, define un total de 30 formaciones vegetales desde el punto de vista de utilidad para la futura gestión forestal, no obstante, podemos destacar aquéllas que por su alto valor ecológico o repercusión socioeconómica tienen un papel importante en nuestra comunidad: 

Las formaciones adehesadas son formaciones arbóreas abiertas, sobre todo de Quercus esclerófilos, de origen antrópico y uso agrosilvopastoral, conocidas como dehesas, que albergan pastos anuales y vivaces y, a veces, matorrales y cultivos.

La  Ley 7/2010 de 14 de julio para la Dehesa define como formación adehesada aquella "superficie forestal ocupada por un estrato arbolado, con una fracción de cabida cubierta (superficie de suelo cubierta por la proyección de la copa de los árboles) comprendida entre el 5% y el 75%, compuesto principalmente por encinas, alcornoques, quejigos o acebuches, que permita el desarrollo de un estrato esencialmente herbáceo (pasto) para el aprovechamiento del ganado o de las especies cinegéticas".

Por tanto, son hábitats seminaturales, creados y favorecidos por el hombre para un aprovechamiento múltiple en los que predominan, bien formaciones monoespecíficas o mezcla de encinas (Quercus ilex subsp. rotundifolia),  alcornoques (Q. suber) y quejigos (Q. faginea, Q. canariensis y Q. pyrenaica), o de otras especies de frondosas como el acebuche (Olea europea var. sylvestris), el castaño (Castanea sativa)el algarrobo (Ceratonia siliqua) y el fresno (Fraxinus angustifolia).

Respecto a la fauna, ésta es muy rica. El principal aprovechamiento de estas formaciones es ganadero, siendo explotado por ganado vacuno, ovino, caprino o porcino, en régimen extensivo, aunque, de modo alternativo o complementario, son aprovechados por ungulados silvestres como ciervos (Cervus elaphus), jabalíes (Sus scrofa), gamos (Dama dama) o corzos (Capreolus capreolus), etc., generalmente con uso cinegético. Además, esta formación es fundamental para la fauna natural de muy diverso tipo, especialmente si las formaciones adehesadas se alternan con zonas de bosques o matorrales en sus proximidades. Junto a especies animales más comunes y abundantes, estos medios son aprovechados por especies muy amenazadas actualmente, destacando las aves rapaces (águila imperial ibérica), la grulla común (Grus grus), la cigüeña negra, el lince ibérico (Lynx pardinus), etc.

Dentro de las formaciones más típicas encontramos:

  • Encinares de Quercus ilex subsp. rotundifolia. Es la formación arbórea más extendida en Andalucía, representada por la especie arbórea más característica del bosque esclerófilo andaluz.
  • Alcornocales, formaciones arboladas de Quercus suber, que sustituyen a los encinares cuando los suelos presentan mayor humedad y carácter ácido. 

Encinares y alcornocales son las formaciones más características de la Dehesa andaluza.

Ver más información sobre las Dehesas.
  • Pinar de Pinus halepensis: Las formaciones naturales son características de la zona oriental de Andalucía, aunque se localizan masas artificiales por todas las provincias.
  • Pinar de Pinus pinea: Formaciones procedentes principalmente de repoblaciones en zonas de suelos arenosos y pobres. Ver más información sobre Pinares de Pino piñonero. 
  • Pinar de Pinus pinaster: Se localizan formaciones naturales en diversos puntos de Andalucía y artificiales principalmente en Sierra Morena. Es considerado sucesor de formaciones de Quercus sp.
  • Pinar de Pinus sylvestris: Formaciones en las que domina la especie P. sylvestris, en ocasiones la subs. nevadensis. Destacan las masas localizadas en Sierra Nevada, Sierra de Cazorla, Sierra de Baza y Sierra de Filabres.
  • Pinar de Pinus nigra: Localizadas principalmente en las Cordilleras Béticas, en las Sierras de Cazorla y Segura y las de Catril-La Sagra.
  • Otros pinares: Formaciones dominadas por otras especies de pinos menos extendidos en Andalucía (P. radiata, P canariensis o P. ponderosa).

Los pinsapares están considerados como una reliquia de los bosques de coníferas que cubrían grandes extensiones de Europa durante el Terciario. El pinsapo está considerado un vestigio de época pasadas que ha sobrevivido a duras penas hasta convertirse en un endemismo estricto de la Serranía de Ronda, estando emparentado con especies norteafricanas. Principalmente se encuentra distribuido en tres núcleos: Sierra de las Nieves, Sierra de Grazalema y Sierra Bermeja.

Las manchas boscosas formadas por Abies pinsapo  pueblan las laderas y cumbres montañosas que se sitúan entre los 1.000 y 1.800 m de altitud, aunque ejemplares aislados pueden bajar a través de las barranqueras y cañadas favorables hasta los 300 m. Los suelos donde se asienta pueden ser muy pedregosos, con pendientes en algunos casos muy pronunciadas. De forma natural elige como lugar de residencia zonas sombreadas y umbrías, con elevada humedad ambiental y clima fresco, en exposiciones norte principalmente. Se desarrolla sobre calizas grises, calizas dolomíticas y peridotitas. Prefiere suelos frescos y bien drenados, aunque requiere a la vez que estos mismos tengan una elevada capacidad de retención de agua de lluvia.

Aunque en sus áreas relícticas puede considerarse como un bosque climácico, en general convive con pinos, encinas, alcornoques y quejigos, con los que forma masas mixtas. 

Aunque su tendencia a largo plazo es regresiva, el pinsapo se encuentra en una fase de expansión en la práctica totalidad de sus núcleos. Esta recuperación se explica porque los factores de amenazada, derivados principalmente de la actividad humana y continuados en el tiempo, se han visto mitigados en los últimos años

Ver más información sobre los Pinsapares.

Los bosques de ribera o también llamados bosques en galería,  reciben este nombre por el modo en que las copas de los árboles se cierran sobre los cauces de agua. Se desarrollan en zonas cercanas a ríos o arroyos, o en la misma orilla de estos, por lo que las especies vegetales que nos vamos a encontrar, han de estar muy ligadas a la presencia de agua para desarrollar su ciclo vital. Entre las peculiaridades de estos bosques encontramos: que mayoritariamente están compuestos por especies de hoja caduca, muy adaptadas a las avenidas fluviales como riadas estacionales y que suelen tener una distribución en bandas paralelas al curso fluvial, según sus necesidades de agua de manera que la zona más pegada al agua estaría ocupada por sauces, muy adaptados a avenidas e inundaciones; a continuación, encontraríamos alisos, fresnos y álamos negros; finalmente, las bandas más alejadas del agua estarían ocupadas por olmos.

En función de qué especie arbórea sea la dominante, nos encontraremos con alamedas, alisedas, fresnedas o choperas. Por regla general, las plantas que conforman el bosque de ribera son de crecimiento rápido, pero no muy longevas. Suelen acompañarse de especies trepadoras y lianas, llegando a dar lugar en ocasiones a formaciones muy densas que dan cobijo a numerosas especies, siendo de especial importancia las aves vinculadas a ellas. 

Ver más información sobre los Bosques de Ribera. 

Los bosques isla son formaciones vegetales procedentes de bosques de llanura, que instalados primitivamente sobre los suelos más fértiles y frescos del territorio, fueron poco a poco sustituidos por la acción del hombre en campiñas destinadas a la explotación agraria, o bien tienen su origen en formaciones plantadas por el hombre para recuperar, al menos en parte, unas materias primas y unos servicios que habían perdido con la invasión agrícola.

Compartiendo un papel similar con los bosques isla y apareciendo a veces conjuntamente en el paisaje se encuentran los setos. Como ellos, son reductos de vegetación natural que introducen diversidad, cumpliendo además otras funciones como linde entre fincas, cortaviento, etc. Su existencia está en muchos casos ligada a la de las vías pecuarias, elemento del patrimonio histórico y cultural de primer orden.

Ambas formaciones presentan un enorme valor desde distintos puntos de vista. Su presencia diversifica el paisaje que los integra, jugando un papel destacado en la conservación de la biodiversidad y la conectividad de las poblaciones de plantas y animales silvestres en el medio agrario. Con frecuencia son el último testimonio del paisaje vegetal que existía antes del cultivo o el único elemento de vegetación natural en kilómetros a la redonda, por lo que muchas especies vegetales y animales propias de estos hábitats pueden vivir en un entorno, en principio, poco favorable gracias a las posibilidades de cría, refugio, descansadero y alimentación que les ofrecen; para muchas especies amenazadas constituyen el único lugar favorable, ante la progresiva pérdida y fragmentación de su hábitat.

Ver más sobre bosques isla y setos.

La flora típica de altas cumbres de las sierras Béticas incluye comunidades vegetales que ocupan los pisos bioclimáticos oro y crioromediterráneo. Está dominada por especies de porte almohadillado o rastrero y por herbáceas efímeras, bien adaptadas a unas condiciones muy estrictas caracterizadas por fuertes oscilaciones climáticas, con episodios de sequía, largos periodos con bajas temperaturas, nieve, fuertes vientos, etc. El aislamiento geográfico de estas comunidades limitadas a las cumbres más altas de los grandes sistemas montañosos, así como las condiciones climáticas extremas a las que se encuentran sometidas se manifiesta en la presencia de numerosos endemismos restringidos al territorio de Sierra Nevada y de algunas de las sierras béticas que la circundan (Sierra de la Sagra, Gádor, Baza, Tejeda, Cazorla, etc.).

Son diversos los factores de amenaza que explican la situación actual de la flora de altas cumbres en Andalucía. En primer lugar es preciso reseñar, que aunque en la actualidad no se sabe a ciencia cierta de qué forma pueden afectar los cambios ambientales en el clima a los hábitats y ecosistemas de alta montaña. Por otra parte, los factores de fragilidad intrínseca de origen natural (endemicidad y aislamiento) hacen que la flora resulte más vulnerable a la presión humana. 

Ver más información sobre Flora de altas cumbres.

Los artales son las únicas formaciones semiáridas arborescentes, junto con los zaufaifales, cornicales, y están constituidos por matorrales espinosos, que incluyen a las especies Maytenus senegalensis ssp europaea, en las zonas litorales cálidas, subiendo hasta los 400 m en situaciones favorecidas, preferentemente sobre suelos pedregosos, en barrancos y lugares protegidos donde se desarrolla plenamente, alcanzando gran tamaño y densidad (cobertura superior al 80% y hasta 2 m de altura). Ocupan depresiones, cauces de ramblas, zonas con corrientes de agua subterránea y regueros de laderas en los que circula o se acumula temporalmente la escorrentía superficial.

En general, son comunidades espinosas con especies de hojas pequeñas que pueden desaparecer en la estación seca o durante todo el periodo de sequía.

Destaca la función de estas formaciones en el control de la erosión y pérdida de suelos y, por tanto, en la prevención de la desertificación.

Son formaciones típicas de dunas estabilizadas cubiertas con matorrales o arbolillos adaptados al spray salino y los fuertes vientos costeros. Las especies representativas son el enebro marítimo (Juniperus oxycedrus subsp. macrocarpa) y la sabina costera (Juniperus phoenicea subsp. turbinata).

Los enebrales y sabinares pueden presentarse en diferentes situaciones: en las crestas de sistemas de dunas móviles caracterizados por una elevada influencia del aerosol marino cargado de sales, alta movilidad del sustrato, escasez de nutrientes y una baja disponibilidad de agua. En otras ocasiones, enebrales y sabinares se desarrollan al amparo de pinares de Pinus pinea, presentándose un cortejo florístico más diverso y menos heliófilo, con lianas, arenales tapizados por comunidades herbáceas de sombra y un matorral más rico y diverso.

Estos enebrales y sabinares son propios de las costas onubense y gaditana, estando presente también en Málaga (apenas unos fragmentos) y Almería. En los pastizales y matorrales se encuentran ocasionalmente otras plantas endémicas o amenazadas como Linaria tursica, la camarina blanca (Corema album) o el jaguarzo blanco (Halimium halimifolium).

 Ver más información sobre Enebrales y sabinares costeros.