Bosques de ribera

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Bosque de ribera

Los bosques de ribera son formaciones que se caracterizan por estar presididas por especies caducifolias en suelos húmedos junto a cursos de agua. Los bosques caducifolios constituyen formaciones raras y de elevado interés de conservación, tanto por su escasez como por su tendencia regresiva. Incluyen alisedas riparias presididas por Alnus glutinosa; bosques de ribera dominados por álamos blancos (Populus alba) y sauces (Salix) y formaciones fluviales dominadas por el olmo (Ulmus minor), bosques riparios presididos por el fresno (Fraxinus angustifolia), alisedas con ojaranzos (Rhododendron ponticum, ojaranzales aljíbicos, y abedulares endémicos (Betula pendula subsp. fontqueri var. fontqueri).

Estas formaciones desempeñan multitud de funciones ecológicas como hábitats y corredores ecológicos de comunidades faunísticas, contribuyen al control de los procesos de erosión y preservación de la calidad del agua, y aportan una inmensa variedad paisajística que pone de manifiesto la riqueza del patrimonio natural de Andalucía.

Por su importancia y abundancia destacamos las siguientes formaciones:

Bosques de ribera

Fresneda

Bosques caracterizados por la presencia de fresnos (Fraxinus angustifolia) situados en las márgenes de arroyos, generalmente de escaso caudal, sobre suelos silíceos, tolerando el encharcamiento del suelo, pero no la elevada sequía ambiental, y donde son características las especies Ranunculus ficaria, Rubus ulmifolius, Vitis vinifera subsp. sylvestris, Tamus communis, Geranium purpureum, Oenanthe croccata, Scirpus holoschoenus, etc.

Asociados a los bosques ribereños aparece una fauna muy variada (peces, anfibios, mamíferos,..), debido al microclima húmedo que generan.

Estos bosques aportan una destacada variabilidad al paisaje, representan corredores ecológicos e islas biogeográficas y albergan comunidades herbáceas y faunísticas muy variadas.

Las fresnedas riparias son mas abundantes en la mitad occidental de Andalucía, sobre sustratos silíceos, con representación puntual en la porción oriental de Sierra Morena.

Bosques de ribera

Aliso

Bosques aluviales dominados por el aliso (Alnus glutinosa) que prosperan generalmente en tramos altos y medios de cursos de agua con caudal constante o débil estiaje. La aliseda se establece en orillas de cauces fluviales de terrenos silíceos, sobre suelos siempre muy húmedos o encharcados, influidos por las crecidas periódicas, en ocasiones tras una banda de sauces (Salix atrocinerea, S. pedicellata, etc.). Son bosques cerrados y umbrosos, especialmente en cauces angostos, donde pueden formar galerías al contactar las copas de ambas orillas.

Al igual que otras formaciones de ribera, representan corredores ecológicos e islas biogeográficas de gran relevancia. Es destacable su función en la preservación de la calidad del agua (minimizan el riesgo de eutrofización), en el control de los procesos de erosión, en la recarga de los acuíferos y en la retención de sedimentos. Generan materia orgánica que alimenta al sistema ripario y determinan las condiciones microclimáticas del ecosistema (p. ej. limitan el calentamiento del agua con su sombra). Los alisos pueden vivir en sustratos muy pobres gracias a los actinomicetos simbiontes (fijan el nitrógeno atmosférico) que viven en los nódulos de sus raíces.

Las alisedas son muy sensibles a la disminución de la precipitación. Por ello, podrían verse en peligro si disminuyen las lluvias debido al cambio climático, ya que los ríos de carácter permanente donde se establecen pueden transformarse en estacionales y, por tanto, en no aptos para estas formaciones.

Bosques de ribera

Alameda

Bosques riparios dominados por álamos blancos o sauces arbóreos, sobre todo Salix alba, S. neotricha y S. atrocinerea, en tramos medios y bajos de ríos, sobre sustratos de textura fina (limos o arcillas) básicos o incluso algo salinos. Las alamedas prosperan hasta los 1.400 metros de altitud, en áreas desde termomediterráneas hasta supramediterráneas. Suelen alcanzar un porte elevado y, en muchos casos, contienen un estrato inferior con olmos y/o fresnos. Se establecen en orillas de ríos de caudal continuo, en lechos de cauces estacionales o en las vegas de los cursos fluviales de mayor entidad, constituyendo la vegetación de ribera de mayor madurez.

Juegan un importante papel en el control de la erosión y en la estabilización de cauces y sus riberas, en la recarga de acuíferos y en la retención de sedimentos. Además, aportan materia orgánica al sistema fluvial y determinan sus condiciones microclimáticas (aumentan la humedad relativa, reducen la temperatura respecto al medio circundante, generan sombra y diversos ambientes, regulan la temperatura del agua, etc.).

Respecto a la fauna, estas formaciones corresponden al hábitat donde viven, se refugian y se reproducen numerosas especies de invertebrados, anfibios, reptiles, mamíferos y aves, tanto invernantes como migradoras. 

En Andalucía, se encuentran por casi toda la región, estando presente en los ríos de mas entidad, siendo mas raro en Huelva, norte de Córdoba y Almería. 

Bosques de ribera

Olmeda

Las olmedas son bosques riparios propios de tramos medios y bajos de cursos fluviales, aunque localmente pueden aparecen en tramos altos que prosperan tanto en las vegas más amplias como en orillas de cursos de agua de escasa entidad y carácter temporal. Cuando están bien conservadas forman bosques de gran cobertura, con varios estratos y una altura media entre trece y veinte metros. Representan el bosque ripario caducifolio maduro de los cauces de escaso caudal o de caudal intermitente sobre suelos arcillosos.

La superficie que ocupan actualmente se limita a pequeños reductos más o menos degradados y con una composición florística muy alterada. Por un lado, durante los últimos años, la grafiosis ha afectado gravemente la población de olmos, causando la perdida de miles de individuos y, por otro, la posible superficie potencial de ocupación (tierras fértiles de las vegas) se ha destinado a uso agrícola desde tiempos inmemoriales.

Las olmedas bien conservadas son bosques frondosos de gran valor ecológico y paisajístico. El olmo ha sido una especie con aprovechamiento silvícola y ornamental, muy apreciada en la cultura popular. De hecho, se ha utilizado mucho (lo que ha contribuido a su dispersión) por su capacidad para generar sombra, por alcanzar grandes tamaños y por su facilidad de plantación, crecimiento y multiplicación.