Las aves comunes de Andalucía, un termómetro del estado de nuestros ecosistemas
En el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, el informe publicado en 2024 sobre la densidad y abundancia de aves comunes en Andalucía reúne más de 25 años de seguimiento continuo (1998–2023) a través de los programas SACRE (en primavera) y SACIN (en invierno). Su finalidad es ofrecer una visión precisa del estado y la distribución de las poblaciones de aves, información esencial para orientar las estrategias de conservación y gestión del territorio.
A partir de métodos científicos estandarizados, el estudio estima cuántas aves hay por kilómetro cuadrado y con qué frecuencia aparecen las distintas especies. Los resultados muestran que el gorrión común, una de las aves más familiares de nuestros pueblos y ciudades, está disminuyendo. También se detectan fluctuaciones en las poblaciones que podrían estar vinculadas al cambio climático o incluso al efecto temporal del confinamiento durante la pandemia.
Este trabajo forma parte del “Servicio para la estimación de la densidad de aves comunes en los ecosistemas andaluces”, un proyecto que va más allá del estudio de las aves y que contribuye al análisis de los ecoservicios que estas proporcionan. Tal como señala el informe, su propósito es proporcionar información de base sobre la que poder “calcular los servicios que los ecosistemas ofrecen para el bienestar humano”, poniendo de relieve el papel fundamental de la biodiversidad en el equilibrio ecológico y en la calidad de vida.
Las aves comunes son auténticos indicadores del estado de los ecosistemas, además de ofrecer beneficios invaluables: ayudan a controlar plagas, favorecen el equilibrio natural y aportan un gran valor cultural, educativo y recreativo. Por ello, los programas de seguimiento a largo plazo son esenciales para entender cómo la salud de los ecosistemas repercute directamente en el bienestar y la economía de las personas.
Así, conocer cuántas aves habitan nuestros ecosistemas y cómo cambian sus poblaciones no es solo un ejercicio científico: es una forma de proteger la vida silvestre, cuidar nuestros entornos y entender mejor la relación entre las personas y la naturaleza, impulsando una gestión más responsable y sostenible.
