Patrimonio cultural del Geoparque Cabo de Gata-Níjar

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Torre de Los Lobos - Geoparque Cabo de Gata-Níjar (Autor: María del Mar Molina)

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Fenicios, romanos y árabes ocuparon sucesivamente este territorio dejando un patrimonio cultural rico y variado. Tras la expulsión de los moriscos quedó prácticamente despoblado y bajo la amenaza continua de piratas de origen norteafricano, motivo por el cual, entrado el siglo XVII, empezó a diseñarse un dispositivo de torres y fortalezas por la costa que alcanzó su máximo desarrollo durante el reinado de Carlos III.

En torno al agua se crearon los primeros asentamientos humanos y se diseñaron pequeños huertos que aún hoy destacan frente a las tonalidades ocres dominantes. Los escasos rendimientos de los cultivos de secano motivaron la ocupación de grandes extensiones de suelo, creándose la estepa cerealista, sustento de ganado y hábitat de reconocida importancia para una singular flora y fauna. En su paisaje se reconocen estructuras lineales hechas a base de piedra, tiempo y esfuerzo, que cortan la escorrentía y capturan la escasa agua que desliza por sus laderas descarnadas. Los recursos pesqueros y mineros también influyeron en la distribución actual de los núcleos.

La cultura del agua y del viento ha dejado un legado de infraestructuras como aljibes, tanques, pozos, norias, o acequias, así como molinos y norias de viento, hitos fundamentales en la configuración histórica del paisaje. Muchos de estos elementos siguen siendo funcionales a día de hoy y otros han sido rehabilitados por la administración en los últimos años.

Destaca la herencia industrial minera, sobre todo en Rodalquilar y Aguamarga, aunque encontramos muestras por todo el espacio. Precisamente fue junto al núcleo de Rodalquilar donde se descubre oro por primera vez en el año 1883, aunque no será hasta entrado el siglo XX cuando se materialice su explotación. Tras el cese de la actividad aurífera en Rodalquilar, la entonces Consejería de Medio Ambiente compró la finca propiedad del Instituto Nacional de Industria, convirtiéndola en centro neurálgico para la gestión de toda el área protegida.