

La estimación paisajística de la dehesa presenta una valoración altamente positiva, ya que se trata de un espacio abierto, con presencia de arbolado disperso y un estrato herbáceo continuo, que permite una gran visibilidad y un gran contraste de formas y perspectivas. Hay presencia abundante de fauna, pocas modificaciones y escasa humanización. Las formaciones adehesadas conforman un paisaje con gran capacidad expresiva, despertando emociones y sentimientos evocadores (sensación de antigüedad, quietud, naturaleza...).
Presenta edificaciones y otras construcciones de tipo tradicional (cercas de piedra, abrevaderos, pozos, cortijos, chozos, zahúrdas, lagares, etc.) de una gran dimensión paisajística que a menudo se encuentran en deterioro. La arquitectura vernácula, puede resultar dañada a consecuencia de los nuevos sistemas de vallado, más acordes con la normativa vigente y de fácil manejo, pero altamente discordantes en el contexto del paisaje local. El manejo de los elementos vegetales (diversificación de las especies, renovación y cuidado sanitario del arbolado) influye también a nivel paisajístico, por lo que es conveniente considerar este valor añadido, a la hora de gestionar las explotaciones teniendo en cuenta las finalidades productivas y ecológicas entre otras.
La incorporación del enfoque paisajístico a los planes de gestión integral de las dehesas podrá permitir el mantenimiento de su valor paisajístico e identificar elementos y reconocerlos, contemplando la posibilidad de corregir los impactos negativos.