La prevención es el escalón más alto y prioritario de la jerarquía de residuos. Consiste en adoptar medidas antes de que una sustancia, material o producto se convierta en residuo, buscando así reducir la cantidad, la peligrosidad y los impactos negativos de los desechos en la fuente misma de producción.
Es fundamental distinguir la prevención de la reutilización: la prevención significa que el residuo no llega a generarse.
La verdadera prevención se centra en el diseño y el consumo para que la necesidad de deshacerse de un material se posponga o se elimine por completo:
- Ecodiseño: Diseñar productos más ligeros, con menos materiales, o que sean intrínsecamente más duraderos y reparables.
- Reducción en Origen: Cambiar procesos productivos o hábitos de consumo para usar menos recursos (ej. eliminar envases superfluos, usar servilletas de tela en lugar de papel).
- Fabricación eficiente: Optimizar los procesos industriales para reducir las mermas o los subproductos inútiles.
La reducción material y energética conseguida por la prevención tiene un valor ambiental superior a cualquier otra operación de gestión:
- Ahorro de Materias Primas: Se evita la extracción y procesamiento de recursos naturales, que son finitos y cuya obtención genera impactos (minería, deforestación, consumo de agua).
- Ahorro Energético: Se elimina el consumo de energía asociado a la extracción, transporte y fabricación del producto que ya no se genera. Este ahorro es mucho mayor que el que se conseguiría reciclando (que también consume energía).
- Menos Contaminación: Se reduce la contaminación asociada a todo el ciclo de vida del producto:
- Emisiones por la fabricación.
- Vertidos por el procesamiento.
- Necesidad de infraestructura de gestión final (vertederos y plantas de reciclaje).
Los Planes de Minimización son la herramienta práctica y legal que materializa la prevención a nivel empresarial (Ley 7/2022). Aplica de forma obligatoria a las instalaciones generadoras de residuos peligrosos con generación de más de 10 t/año y a las de no peligrosos con generación superior a 1.000 t/año.
- Objetivo Legal: Obligan a los grandes productores de residuos (especialmente peligrosos) a ir más allá del cumplimiento básico y a establecer metas cuantificables para reducir la cantidad y peligrosidad de sus desechos.
- Identificación de Oportunidades: Requieren un análisis riguroso de la actividad para identificar dónde y cómo se están perdiendo recursos.
- Medición del Progreso: Aseguran que los esfuerzos de prevención no se queden en intenciones, sino que se traduzcan en resultados medibles (ej. "reducir el uso de disolvente X en 15% en 4 años").
La prevención es, en esencia, la eficiencia máxima llevada al terreno ambiental, evitando el problema en lugar de tratar de resolverlo después.
El desperdicio alimentario (DA) se refiere a los alimentos aptos para el consumo humano que, a lo largo de la cadena alimentaria (producción, distribución, restauración y consumo), se desechan o se pierden. Legalmente, la Ley 7/2022 lo aborda como una pérdida económica, social y ambiental que debe minimizarse activamente, siendo un objetivo prioritario de la prevención.
El principio rector es la Jerarquía de Uso de Alimentos, que obliga a la cadena a priorizar el destino de los excedentes aptos para el consumo humano, antes de que se conviertan en biorresiduos.
- Prioridad 1: Consumo Humano: El uso principal de los alimentos excedentes es la donación o redistribución a bancos de alimentos u organizaciones sociales.
- Prioridad 2: Usos Alternativos: Si ya no son aptos para personas, se prioriza la transformación para otros fines, como su uso como subproductos para alimentación animal (piensos) o para la industria (ej. cosmética).
- Prioridad 3: Valorización de Residuos: Solo si no es posible lo anterior, el excedente debe gestionarse como biorresiduo mediante compostaje o digestión anaerobia (valorización material).
- Última Opción: Eliminación: El vertido es la última opción.
Las obligaciones recaen en todos los actores, desde el productor primario hasta el minorista, con foco especial en la restauración y la distribución:
- Donación: Establecer convenios y mecanismos para facilitar la donación de alimentos a empresas y entidades sociales. Los alimentos donados deben cumplir con todas las garantías de seguridad y trazabilidad.
- Estrategias de Venta: Desarrollar y promover estrategias para reducir las pérdidas, tales como:
- La venta de productos feos o imperfectos (pero aptos).
- La venta a precios reducidos de productos con fecha de consumo preferente cercana.
- Información al Consumidor: Ofrecer información clara sobre la diferencia entre la "fecha de caducidad" (riesgo sanitario, no se puede consumir) y la "fecha de consumo preferente" (solo indica pérdida de calidad, pero se puede consumir después).
- Medición y Control: Los grandes operadores (distribución y restauración) deben llevar un registro y un análisis de sus niveles de desperdicio alimentario. Esto es esencial para que las Administraciones puedan evaluar el progreso y fijar objetivos de reducción.
- Hostelería y Restauración: Deben ofrecer a los clientes la posibilidad de llevarse los restos de comida que no hayan consumido (el conocido "taper" o doggy bag), sin coste adicional por el envase.
