Adaptación al cambio climático: soluciones basadas en la vegetación
El proyecto tiene como objetivo estudiar y valorar los servicios de la regulación climática que la vegetación aporta en ambientes urbanos. Desarrolla en la ciudad de Córdoba, demuestra que los modelos urbanos ajardinados pueden amortiguar hasta en 7,7ºC ...
El proyecto tiene como objetivo estudiar y valorar los servicios de
la regulación climática que la vegetación aporta en ambientes urbanos.
Se pretende desarrollar en la ciudad de Córdoba, y domostrar que que
los modelos urbanos ajardinados pueden amortiguar hasta en 7,7ºC la
temperatura en periodos de ola de calor.
El manejo de la vegetación es uno de los instrumentos más potentes y
conocidos desde la antigüedad para modificar el clima general de un
espacio abierto y transformarlo en un microclima confortable. Las
ciudades continentales del sur de Europa están sometidas a un periodo
estival cálido y seco, al que se suma un sobrecalentamiento extra
causado por el efecto isla de calor, hasta tal punto que sólo es
posible mantener una calidad de vida aceptable a costa de un alto
consumo de energía. Se prevé que este problema va a aumentar en
amplitud (número de meses estivales) e intensidad (máximos de
temperatura alcanzada) hasta extremos insostenibles desde el punto de
vista social y económico.
En este sentido, la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del
Territorio, a través de la REDIAM, tiene previsto impulsar el proyecto
“Estrategias de adaptación al cambio climático: soluciones basadas en
la naturaleza”. Con desarrollo en la ciudad de Córdoba, tiene como
objetivo principal medir la capacidad que tienen los vegetales para
cambiar el clima local.
Es fundamental el trabajo en el diseño de las ciudades para la
adaptación al clima y al cambio climático.
No todo el peso de la adaptación puede recaer en la mejora de las
condiciones internas de edificios y vehículos mientras los espacios
abiertos quedan expuestos al rigor climático. La adaptación al clima
debe realizarse a diferentes escalas, recayendo el peso más importante
sobre el propio diseño de la ciudad. Las características y
distribución de los materiales inertes y la vegetación, junto a la
gestión del agua de riego y lluvia, son los puntos claves que permiten
a una ciudad minimizar el efecto isla de calor, o incluso hacerlo
revertir, creando islas frescas o ciudades oasis. La arquitectura
vernácula es una fuente ilimitada de ideas para la adaptación a climas
cálidos. En este sentido, la vegetación en la arquitectura y el
urbanismo entra a formar parte en este esquema como un material más,
cuya distribución y formas permiten realizar un manejo de la radiación
solar para proyectar sombras a las horas y lugares más idóneos para
mejorar el confort climático. Este escenario de conocimiento ha
derivado con frecuencia en la sustitución de elementos vegetales por
objetos que cumplen semejante función de sombreado y que no demandan
el mantenimiento tan delicado que requiere una planta. Las plantas, y
por antonomasia los árboles, sin entrar en temas artísticos y
sensoriales, no son sólo sombra, y es muy importante entender la razón.
Las plantas despliegan sus hojas para capturar los rayos de sol y
realizar la fotosíntesis.
Para poder mantener las hojas frescas, las plantas cuentan con un
sistema de refrigeración eficaz, muy potente y que no consuma energía:
la transpiración estomática. La transpiración es un mecanismo físico
que permite disipar calor. Es lo que se denomina enfriamiento
evaporativo o adiabático.
En climas cálidos las plantas evacuan hasta el 3% de la radiación
solar por medio de la fotosíntesis, mientras que para proteger su
delicado funcionamiento, las hojas deben disipar entre el 30 y 70% de
la radiación solar.
Sin plantas y agua esta energía procedente del sol se invertiría en
recalentar el suelo y la atmósfera. La transpiración de los vegetales
no sólo es capaz de reducir la contribución de una zona al
calentamiento del ambiente, también puede evacuar un porcentaje
importante de calor procedente de lugares colindantes. La vegetación
en zonas urbanas no sólo tiene un papel a la hora de hacer ciudades
agradables a la vista, sino que es un instrumento de climatización
pasiva, un servicio inestimable que es imprescindible medir, valorar y
conocer en un contexto de sostenibilidad urbana. Sin embargo, esta
herramienta no es considerada en el ordenamiento de la ciudad o la
vivienda, y apenas ha sido estudiada de forma seria. Gracias a la
coyuntura energética actual, la comodidad de la climatización en
viviendas y en los desplazamientos motorizados ha permitido banalizar
la función de plantas y jardines en la ciudad.
Desarrollo del proyecto
Para cumplir con los objetivos del proyecto se pretende a diseñar una
red de estaciones meteorológicas que midan las variables más
importantes. El funcionamiento de la red se puso a prueba en las
campañas estivales de 2016 y 2017, siguiendo la siguiente metodología.
1. Se decide la ubicación de cada estación teniendo en cuenta el
objetivo del proyecto, comparar el comportamiento en las diferentes
tipologías urbanas. 2. Cada estación de la red mide la temperatura y
humedad relativa del instante con un minuto de frecuencia. 3. Análisis
de los datos obtenidos con el fin de sacar conclusiones que apoyen a
la toma de mediciones
Algunas conclusiones:
A continuación mostramos un gráfico en el que quedó registrada una de
las olas de calor sufridas en Córdoba en el mes de junio de 2017. Se
comparan los datos recogidos por la estación de la Agencia Estatal de
Meteorología -AEMet- (curva azul), con los datos registrados por dos
estaciones del proyecto ubicadas modelos urbanos opuestos. El Us
(curva roja, plaza sin vegetación) y el Vuh (curva verde, patio
ajardinado). Éstas últimas situadas a menos de 100 m de distancia
entre ellas.
Centrándonos en las horas más calurosas del día (de 12:00 a
20:00), la estación Vuh registra medias de 33,7 ºC, con picos de
36,3 ºC de máxima y mínimos de 30,9ºC. La situada en el modelo Us,
carente de vegetación, registra una media de 43,6 ºC, con máxima de
47,4º C y mínima de 41,01ºC.
La diferencia media entre ambas es de 9,9 ºC, llegándose a
registrar picos diferenciales de 12,8ºC.
El modelo urbano ajardinado amortiguó la temperatura en 7,6ºC, con
picos de 12,7ºC
El modelo urbano no ajardinado amplificó la ola de calor en una
media de 2,2ºC, con máximos de 5,6ºC
Enlaces de interés:
* El presente artículo ha sido extraído del monográfico publicado en
el Informe de Medio Ambiente de 2016. Puedes ver todo lo relacionado
con el proyecto y el Informe completo en el siguiente enlace: http://lajunta.es/15la4 * Más artículos sobre el
Informe
de Medio Ambiente de Andalucía en el Blog de la comunidad
REDIAM. * Más artículos sobre clima y
cambio climático en el Blog de la comunidad REDIAM.
03 de octubre de 2018
, 83 visitas