Preguntas frecuentes sobre Cambio Climático y Clima

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Respuestas a las dudas y consultas más habituales, planteadas a la Consejería con competencias en medio ambiente, en materia de contaminación cambio climático y clima.

La permanencia de un determinado gas en la atmósfera está definida por su “tiempo de vida”, es decir, la relación entre sus niveles de concentración y la tasa total de eliminación. De esta forma puede estimarse de forma certera la permanencia de ciertos gases como el metano (CH4, unos 10-12 años), el óxido nitroso (N2O, entre 120-150 años) o los hidroclorofluorocabonados (HCFCs, unos 12 años). Por contra, el CO2 no posee sumideros claros que eliminen su presencia de manera definitiva de la atmósfera, sino que se limita a circular lentamente por diferentes depósitos (biosfera, atmósfera y océanos). Como resultado, aún cuando la emisión de dióxido de carbono se redujese sustancialmente, su concentración en la atmósfera seguirá aumentando durante mucho tiempo.

En estas gráficas extraídas del informe del IPCC 2007 puede observarse la evolución en la concentración de determinados gases suponiendo una reducción en las emisiones de un 10%, un 30%, un 50% y un 100% respecto al actual. En la primera de ellas (a) se recoge el caso de un gas sin tiempo específico de permanencia como el CO2, la segunda gráfica (b) representa la evolución de la concentración de un gas con un tiempo de vida de unos 100 años (por ejemplo el N2O) y en la tercera (c) la evolución de gases con un tiempo de permanencia entorno a una década (los casos del CH4 y los hidroclorofluorocarbonados). 

Sí. Las variaciones orbitales de la Tierra, la modificación de su distancia y posición respecto al Sol están ampliamente consideradas en la generación de estos modelos. De hecho, este comportamiento más que previsible de la Tierra en largos periodos de tiempo (conocido como ciclo de Milankovitch) es clave para adaptar y contrastar los datos estimados del clima pasado.

En este esquema se representan los principales cambios orbitales de la Tierra respecto al Sol. La “E” hace referencia al ciclo definido entre 90.000 y 100.000 años, por el que la Tierra pasa de describir una órbita casi circular en torno al Sol a una elíptica (excentricidad). La “T” representa los cambios en la inclinación del eje de la Tierra que varía entre 24,4º y 21,8º en períodos de 40.000 años (oblicuidad). Por último, la “P” hace referencia al movimiento de precesión del eje de rotación de la Tierra y que con un ciclo de unos 26.000 años determina la coincidencia de las estaciones con el momento más cercano al Sol (perihelio) o el más alejado (afelio).

Tanto el CO2 como el vapor de agua son componentes naturales de la atmósfera y es cierto que el vapor de agua tiene mayor poder de efecto invernadero. Sin embargo, la cantidad de vapor de agua en la atmósfera se debe a procesos naturales ajenos a la actividad humana y se mantiene más o menos constante en períodos de tiempo comparables en climatología.

Por el contrario, se observa que el dióxido de carbono toma valores cada vez mayores de concentración debido a la actividad humana y por tanto se le considera responsable del aumento de las temperaturas globales.

Recientemente algunos científicos están certificando un incremento del vapor de agua contenido en la atmósfera debido al aumento de las temperaturas, lo cual retroalimenta el proceso e incrementa el efecto invernadero global. 

La adaptabilidad de un determinado ecosistema a nuevas condiciones está siempre en función de dos factores: la intensidad del cambio y la velocidad a la que éste se produce.

Centrándonos exclusivamente en las repercusiones para los ecosistemas del planeta, lo que realmente preocupa no es el cambio en sí mismo sino la velocidad a la que se está produciendo.

Por otro lado, no todos los ecosistemas tienen la misma capacidad de adaptación; por ejemplo, los ecosistemas litorales o los de altas latitudes son más sensibles ante un cambio de las condiciones ambientales y posiblemente sean éstos los que antes lo padezcan. 

Se sabe con certeza que:

  • Ha habido un incremento de 0,6ºC de media desde finales del siglo XIX.
  • La actividad humana aumenta las concentraciones de gases de efecto invernadero y por tanto acentúa el efecto invernadero natural de la Tierra.
  • Este calentamiento afectará a las precipitaciones, la aparición de episodios torrenciales y sequías.

No se sabe con exactitud:

  • Cuál es grado de influencia de los gases de efecto invernadero en el calentamiento global ni cómo éste seguirá aumentando por su influencia.
  • Cuáles serán las consecuencias exactas de este cambio en un momento y lugar concreto.
  • Cómo y en qué sentido, afectará este cambio a fenómenos meteorológicos extremos como de "El Niño" o "La Niña”.
     

No. El cambio climático es un proceso general que afecta a todo el planeta y aunque algunas zonas se viesen beneficiadas por este proceso, las consecuencias sociales, ecológicas y económicas crearían tensiones difícilmente sostenibles. Además, aunque inicialmente favoreciese por ejemplo a la agricultura de ciertas zonas, el continuo crecimiento de las temperaturas anularía ese beneficio.

Por otro lado, existen evidencias que sugieren que si la temperatura sube más de 2,5ºC conllevaría, de hecho, un recrudecimiento de las condiciones atmosféricas en Europa. El deshielo del casquete polar norte influiría y desplazaría la “corriente del golfo” que transporta aguas cálidas hacia nuestras latitudes y que permite que, a igualdad de latitud, disfrutemos de un clima mucho más benévolo que el reproducido en la costa Este de EEUU. 

No. Hay que tener en cuenta que el tiempo atmosférico y el clima son conceptos diferentes. Mientras que el tiempo atmosférico se refiere al comportamiento eventual de la capa inferior de la atmósfera (troposfera) en un momento y lugar determinado, el clima, sin embargo, hace referencia al comportamiento medio de la atmósfera en períodos de tiempo comparables (20-30 años como mínimo).

El cambio climático hace referencia, por tanto, a la alteración en la tendencia natural del clima de la Tierra. Pero una modificación o cambio en esta tendencia repercutirá necesariamente en el comportamiento del tiempo atmosférico. 

La lucha contra el cambio climático supone la adopción de importantes medidas por parte de los gobiernos, sobre todo en lo referente a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y a la dependencia de los combustibles fósiles.

A nivel particular, supone perseverar en los pequeños gestos, en las buenas prácticas que día a día pueden significar una reducción en el consumo de energía. Los costos de estas medidas son, en cualquier caso, mucho menores que los que a largo plazo supondrían las repercusiones económicas de este cambio climático. 

No. El acontecimiento de un fenómeno extremo aislado no puede ser explicado por la tendencia general del clima. Los modelos climáticos manejan unidades de tiempo en torno a 30 años, por lo que, por ejemplo, difícilmente podrá explicar el suceso concreto de un tornado en un momento y lugar determinado.

No obstante, y aunque no existe un completo consenso en cuanto a la relación directa entre el cambio climático y algunos fenómenos extremos, podemos afirmar que es más que probable que el aumento general de la temperatura de la Tierra conlleve también un aumento en la frecuencia e intensidad de fenómenos como las sequías, las olas de calor y las precipitaciones intensas. 

Las predicciones meteorológicas tratan de describir la probabilidad de suceso de unos hechos determinados en un momento y lugar concreto. A mayor anticipación de una predicción, mayor será la incertidumbre, es por ello que la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) no suele ofrecer predicciones superiores a 4 o 5 días.

En cambio, los estudios climáticos analizan el estado promedio de las condiciones atmosféricas que caracterizan una determinada región en períodos de tiempo comparables (20-30 años). Estos estudios están basados en modelos climáticos que caracterizan los factores que intervienen en el sistema climático mundial