Cuando la salinidad condiciona la vida
La alta concentración de sales en el medio da lugar a múltiples mecanismos de adaptación de los organismos que se desarrollan en estos hábitat. Consecuencia del efecto de la insolación, la aridez, el viento o la baja presencia de nutrientes, a los que se une el propio estrés producido por la salinidad de estos medios.
La alta concentración de sales en el medio es una característica que
provoca a los organismos que viven en estos hábitats desarrollar
distintos mecanismos de adaptación. El fuerte efecto de la
insolación, la aridez, el viento o la baja presencia de nutrientes
están unidos al propio estrés producido por la salinidad de estos medios.
Es obvio pensar que estos medios salinos, clasificados por la
Directiva Hábitat de la Unión Europea como Hábitats Costeros y
Vegetación Halófila, se encuentran en las zonas próximas a la costa,
pero es mucho menos evidente la gran superficie que ocupan en zonas de
interior. Tanto es así, que el 94% de la superficie de estos hábitats
en Andalucía están tierra adentro. Este es el caso de por ejemplo, la
laguna malagueña de Fuente de Piedra. Ésta se encuentra en una cuenca
donde el agua no fluye hacia el mar y se evapora, dejando en el
sustrato gran carga de salinidad. El la imagen de portada, se puede
observar como la laguna comienza a secarse y a dejar un halo
blanquecino de sal sobre la superficie.
La flora y fauna propia de estos ambientes
Estos componentes del medio están adaptados a la zona de transición
entre el medio acuático y el medio terrestre. Esto supone una gran
diversidad biológica, un elevado grado de adaptación y diferentes
niveles de salinidad. En estos medios salinos las plantas adaptan su
fisiología y aspecto, disminuyendo su tasa de crecimiento, y suelen
presentar hojas pequeñas, tallos u hojas engrosados o pelos y
glándulas que les permite eliminar el exceso de las sales en su
organismo. Entre ellas encontramos, por ejemplo, la salicornia o
espárrago de mar, una planta muy de moda en la actualidad por sus
cualidades gastronómicas, siendo muy apreciada como guarnición o en
ensaladas. La fauna más característica se estos hábitats son los
invertebrados acuáticos y las aves, siendo en general los primeros
alimento para los segundos. El caso más llamativo es el del crustáceo
acuático Artemia salina. Sus pigmentos son los responsables del color
rosado de los flamencos (Phoenicopterus ruber), para los que este
pequeño camarón es un bocado exquisito.
Flamencos en la laguna Fuente de Piedra, Málaga.
Son tres básicamente los tipos de hábitats que podemos encontrar allá
donde la salinidad es uno de los factores más condicionantes:
Hábitats puramente marinos
Están localizados más allá de la línea de costa y sumergidos bajo
agua. Encontramos los bancos de arenas, las praderas de fanerógamas
marinas, los estuarios, calas, bahías, los arrecifes y estructuras
submarinas asociadas a emisiones de gases. Estos hábitats presentan
una gran biodiversidad. En estas zonas habitan especies de gran
interés ecológico como la fanerógama marina Posidonia oceánica. Esta
clase forma praderas submarinas que, además de proteger la línea de
costa de la erosión, da cobijo a diversos animales y vegetales.
La fanerógama marina Posidonia sirve de alimento y protección a los
seres vivos en las praderas donde se localiza. Además, estamos ante
una especie considerada como un buen bioindicador de la calidad de las
aguas marinas costeras.
Fanerógama Marina
Posidonia Oceánica.
Hábitats costeros
Se encuentran en la zona de transición entre el mar y la tierra, en
la línea de costa o en zonas adyacentes a ésta. A ellos pertenecen las
lagunas costeras, las costas acantiladas, las playas y las marismas.
Entre las lagunas costeras se incluye la Albufera de Adra, donde
confluyen aguas dulces y saladas conectando el mar con la tierra. Esta
laguna, poco conocida por los andaluces aunque esté catalogada como
Reserva Natural desde 1989, está rodeada por otro “mar”. No obstante,
en este caso no es natural: el “mar de plástico”, formado por los
innumerables invernaderos que la “sitian”. Aún así, es un humedal de
gran importancia por las más de 140 especies de aves que se pueden
encontrar en él.
Albufera de Adra, Almería.
Hábitats salinos de interior
Son aquellos en los que afloran sales del interior de la tierra. Este
grupo comprende las Lagunas de Cuencas Endorreicas, como la ya citada
laguna de Fuente de Piedra, así como las Estepas Continentales. Estas
se localizan en las zonas más áridas de Almería y Granada, en las que
el albardín, usado para la fabricación de cestería, campa a sus
anchas. Estas estepas, pese a su aspecto desolado y estéril, acogen a
especies endémicas y exclusivas. Frente a un medio tan hostil, han
desarrollado complejos mecanismos de adaptación. Otros hábitats más
raros que también se pueden encontrar en Andalucía son los Manantiales
y Ríos Salinos. Están presentes, por ejemplo, en la campiña cordobesa
y los Mares Desecados Prehistóricos.
Laguna de Fuente de Piedra, Málaga.
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09 de agosto de 2019
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