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Las tareas de la nueva
cultura del agua
3
septiembre 2013
En estas condiciones, la restauración de
los ecosistemas acuáticos es un objetivo
ya impostergable. Tomárselo en serio exige
una reorientación de las prioridades de la
política del agua, cuyo requisito previo es
frenar el deterioro de los ríos, acuíferos,
lagos y aguas litorales. Por este motivo,
el planteamiento de los límites del uso del
agua emerge con fuerza como un tema cla-
ve en los planes hidrológicos actualmente
en fase de aprobación.
Las posibilidades de aumentar la eficiencia
y el ahorro en los usos urbanos, industriales
y agrarios del agua son muy altas. Uno de
los principales retos actuales es aplicar los
recursos que se liberan por modernización
de abastecimientos y regadíos a la recupe-
ración de la calidad de los ríos y acuíferos.
Por su parte, las nuevas tecnologías de
tratamiento y depuración del agua están
permitiendo aumentar el reciclaje e introdu-
cir en el ciclo de usos las aguas residuales,
salobres y salinas, que aportan nuevos
recursos disponibles. Estas tecnologías,
sin embargo, no pueden ser una trampa
para intensificar el crecimiento y acabar de
desconectar el desarrollo territorial de los
condicionantes y límites naturales.
Las cuestiones relacionadas con la ética
y la equidad tienen una importancia cru-
cial en los debates sobre el agua. Existe
un nivel básico de derecho al agua, el
agua vida
, el agua que necesitamos para
mantener los abastecimientos domésticos
básicos y la salud de los ecosistemas. Los
niveles y las condiciones del
agua vida
son
el objeto de lo que se entiende por dere-
cho humano al agua, cuya satisfacción no
debe condicionarse a criterios de eficien-
En Andalucía y en toda Europa estamos inmersos en la aplicación de un nuevo modelo de gestión del agua en medio
de una grave crisis financiera, económica, social y ecológica. Las presiones que padecen los ecosistemas acuáticos
han alcanzado, en muchos casos, un nivel muy alto: buena parte de nuestras aguas presentan un grave deterioro,
con el consiguiente empobrecimiento de los servicios que prestan al bienestar humano. El cambio climático ya está
manifestándose en perturbaciones del ciclo hidrológico, dando lugar a alteraciones de la calidad y a reducciones
significativas de las aportaciones hídricas en las cuencas hidrográficas.
cia o racionalidad económica. El acceso a
una dotación de agua doméstica suficien-
te tiene que ser un derecho garantizado,
independientemente de la capacidad de
pago de la población. Pero más allá de los
recursos necesarios para cubrir las necesi-
dades vitales, las sociedades modernas se
han dotado de servicios de abastecimien-
to y saneamiento domiciliario de agua de
cobertura universal, en cuya gestión sí es
necesario aplicar criterios de eficiencia y de
responsabilidad ciudadana. En la gestión
del agua urbana venimos aceptando como
normal y deseable, por ejemplo, la idea de
la tarifación progresiva: los que más con-
sumen pagan más por unidad consumida.
Por otra parte, la buena administración y la
eficiencia no están reñidas con la gestión
pública. Por el contrario, el mantenimiento
de estos criterios de buena administración
aconseja rechazar la privatización de estos
servicios: la experiencia internacional acu-
mulada recomienda la defensa de modelos
de gestión pública eficiente, participativa y
bajo control social.
Por otra parte, el 90% del agua se usa
como un factor de producción en activida-
des económicas agrícolas, industriales o
terciarias. En todos estos casos, el uso
del agua requiere responsabilidad y racio-
nalidad económica. Sin embargo, todavía
existe un alto nivel de subvención pública
para actividades privadas lucrativas que
no deben confundirse con el ámbito de los
derechos humanos o ciudadanos; por no
hablar del grave problema del descontrol e
ilegalidad que rodea con frecuencia estos
usos productivos, sobre todo en lo que se
refiere a la extracción de aguas subterrá-
neas y a los vertidos de aguas residuales
a los cauces.
Ya hace tiempo que está fuera de cues-
tión que los problemas del agua son
inseparables de los procesos urbanísticos,
agroforestales, industriales y energéticos.
Pero, además, es imprescindible incorporar
las dimensiones culturales y paisajísticas
que implica el agua. Los responsables del
urbanismo, agricultura, industria, turismo y
energía tienen que estar más directamente
implicados en las decisiones sobre el agua,
y los condicionantes de los ecosistemas
acuáticos se deben respetar mucho más
de lo que hasta ahora lo han sido por estos
sectores.
La complejidad, las incertidumbres, la di-
mensión ética y emocional del agua, los
riesgos implicados y la multiplicidad de
actores motivan que los enfoques tecno-
cráticos convencionales sean insuficientes
para abordar los problemas del agua: es
imprescindible impulsar las visiones inte-
gradas, la transparencia y la participación
social activa en la producción compartida
de conocimiento y en la evaluación de los
procesos de decisión. La propia experien-
cia de esa participación constituye una
ocasión para contribuir al gran reto: ir mo-
dificando el pensamiento colectivo de la
sociedad, cambiando el lenguaje y los dis-
cursos hasta ahora dominantes.
Leandro del Moral Ituarte, Fundación Nueva Cultura del Agua
“Las cuestiones relacionadas
con la ética y la equidad tienen
una importancia crucial en los
debates sobre el agua”
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