Un juego de luces poco sostenible
Informe de
Medio Ambiente en Andalucía
Desde que Thomas Alva Edison patentara la primera bombilla incandescente comercialmente viable
en el año 1880, los sistemas de iluminación han experimentado una evolución significativa, en la cual
han tenido cabida una variada gama de tipos de lámparas.
Las incandescentes eran lámparas económicas y la luz que proporcionaban tenía un color cálido.
Sin embargo, con la tecnología existente, actualmente se considera poco eficiente, ya que el 85%
de la electricidad que consumen la transforman en calor y sólo el 15% restante, en luz. La directiva
Ecodesign 2009/125/CE fija la eliminación de este tipo de bombillas no eficientes de forma progresiva,
entre 2009 y 2016.
Con las luces halógenas, el cristal era sustituido por un compuesto de cuarzo que soportaba mejor el
calor y producía una mayor eficiencia y una luz más blanca. No obstante, se decía que podían emitir
más radiaciones de luz ultravioleta que las bombillas de filamento.
Las lámparas fluorescentes, por su parte, suponen una significativa mejora en la eficiencia, con
consumos más reducidos y mayor duración. En su contra, tienen un cierto potencial contaminante
por su contenido en mercurio, su elevado consumo inicial tras su encendido, la drástica reducción
de su vida útil en los ciclos de encendido y apagado frecuentes, su tamaño mayor y el tipo de luz
generalmente blanca (fría) que proporcionan.
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