

Desde el punto de vista del análisis estratégico, dos cuestiones constituyen el obligado marco de referencia para el futuro del sector pesquero andaluz:
El proceso de liberalización del comercio mundial.
Los cambios de hábitos de consumo, consecuencia de los muevos modos de vida.
En este marco general, los principales estrangulamientos del sector pesquero son los siguientes:
La actividad pesquera en Andalucía responde, en términos generales, a las características propias de un sector económico primario, atrasado, pequeño y periférico, cuya significación económica debe necesariamente contemplarse en el contexto más amplio y complejo de su contribución a las economías locales y provinciales y, sobre todo, a su importancia social. La modernización del sector pesquero andaluz a de partir, por tanto, de una situación actual claramente insatisfactoria que, en un análisis económico general, presenta muchas de las características de un modelo de subdesarrollo: economía de 'enclave', escasa integración sectorial, baja productividad general, extraversión, etc., cuestiones todas que se incrementan cuando se consideran a la luz de una economía como la andaluza, con un bajo grado de desarrollo en relación con otras regiones españolas y europeas.
Todo ello hace necesario no sólo tener en cuenta las importantes cifras absolutas del sector pesquero andaluz, una producción anual superior a los 116.040 Tm generaba 19.171 empleos directos; sino también establecer, junto a los agentes sociales y económicos, una orientación estratégica del futuro de una actividad que representa, como hemos visto, un porcentaje muy significativo en la producción y el empleo de las economías provinciales de Huelva y de Cádiz y cuya productividad aparente, pese a ser baja, presenta en Andalucía valores considerablemente más elevados que los del sector pesquero español.
Durante los últimos ocho años, la flota pesquera andaluza ha experimentado una profunda reconversión que la ha hecho perder posiciones tanto en el contexto español como comunitario. Como hemos indicado, al finalizar 1994, la flota andaluza desplazaba cerca de 95.000 TRB. Tras una primera fase de crecimiento producida durante las décadas de los años 60 y 70, siguió una segunda fase de contención del crecimiento e incluso de ligera recesión en los años 80. La década de los 90 está siendo la década del ajuste rápido de la capacidad (el tonelaje total desplazado por la flota ha pasado de las 120.061 TRB en 1986 a las 94.820 TRB al finalizar 1994).
Parece evidente también, que la estrategia emprendida para afrontar la crisis del final de los años setenta, que consistía en favorecer una flota con mayor capacidad de almacenaje y autonomía de desplazamiento (modelo claro de 'huida hacia adelante'), se quiebra en los primeros noventa, ante el ajuste obligado por la consolidación de la P.P.C., y las restricciones internacionales de acceso a caladeros de países terceros.
La bipolarización de la estructura técnica de la actividad provocada por el aumento de la flota artesanal, la caída de la flota semi industrial, y la tendencia sostenida a la concentración en la flota de gran altura, plantea un preocupante panorama, no tanto desde un punto de vista cuantitativo, como cualitativo. Varias son las razones que avalan el preocupante panorama:
La desvertebración sectorial y el consiguiente aumento del riesgo económico social concentrado en la periferia litoral de una región caracterizada por su poca capacidad para vertebrar las actividades económicas.
El escaso margen de maniobra que queda a los responsables de elaborar una política pesquera adecuada con la existencia de una flota bipolarizada.
La ruptura del proceso de acumulación del capital en la base social como consecuencia de la quiebra del modelo 'patrón de pesca artesanal armador preindustrial empresario industrial'; lo que provoca la fisura del tejido social y, lo que aún es peor, la imposibilidad de que se genere un empresariado moderno surgido desde la base del propio sector.
La tendencia al desarrollo de modelos de economía sumergida en la flota artesanal de pequeña escala, al ser ésta el 'colchón' de la traumática reducción de la flota de porte medio.
La caída de los rendimientos tiene su razón de ser en todo lo apuntado de manera general y, en particular, se concreta en:
El envejecimiento de la flota, que incrementa los costes de operación y hace disminuir su eficiencia tecnológica.
El deterioro de los caladeros andaluces, consecuencia del incumplimiento de las medidas de conservación y gestión, problemas de contaminación, ausencia de regulación de la actividad por puertos, flotas y zonas de pesca, etc., y del aumento de la presión sobre los mismos por el aumento de la flota artesanal de menor porte.
Las fuertes resistencias para el acceso a las pesquerías de terceros países, consecuencia del cambio operado en el contexto internacional en los últimos veinte años y de las dificultades que emanan de la propia Política Pesquera Comunitaria, con un inestable equilibrio entre la coherencia de su política de recursos internos y externos y las exigencias de abastecimiento de su mercado interno de productos pesqueros.
El descenso experimentado por los precios de los productos pesqueros andaluces durante los últimos diez años.
No obstante, el descenso del volumen de los desembarcos no debe ser considerado como el mayor estrangulamiento que sufre la actividad pesquera andaluza en este momento; el valor de la producción, la aminoración de costes vía reducción de personal y/o prácticas de economía sumergida, junto a la fuerza inversora del empresariado más organizado, puesta de manifiesto en los últimos años, no parecen indicar una caída de los rendimientos netos de la actividad, si bien si sitúan a los mismos por debajo de los rendimientos potenciales.
La estructura de la flota, ya analizada, conforma en el sector pesquero andaluz la existencia de un empresariado con características más propias de actividades artesanales que industriales. En efecto, en su conjunto, la actividad pesquera en Andalucía no dispone de un empresario dinámico, moderno y flexible, capaz de adaptarse a las circunstancias de un entorno cambiante, y donde el mercado adquiere un protagonismo que antes reposaba en el volumen de la producción, y ahora lo hace en la calidad de la misma.
La distribución de la propiedad de las unidades de producción se manifiesta por una amplísima base de economías de subsistencia con régimen de propiedad familiar de las explotaciones y un número escaso de sociedades que concentran la propiedad de las embarcaciones de carácter industrial.
Además, y como consecuencia de la bipolarización apuntada, el asociacionismo empresarial se caracteriza por la heterogeneidad, la dispersión y la resistencia a superar el tradicional individualismo inherente al pequeño propietario de las actividades económicas del primario.
Los nuevos modos de consumo, ligados a las transformaciones en el sector comercial (grandes superficies, disposición de medios frigoríficos de conservación) y de distribución, se orientan hacia el aumento de la demanda de productos preparados congelados y/o refrigerados, que hacen imprescindible la modernización de lonjas. Por otra parte, la demanda de pescado fresco se mantiene en Andalucía sobre la base de unos hábitos de consumo muy arraigados en la población, (que hacen que incluso se mantenga ante la presión creciente de las importaciones, como consecuencia de la apertura de los mercados y cuya repercusión más evidente se ha dado en la caída de los precios de las producciones con una elasticidad/renta más baja).
La comercialización mayorista de pescados y mariscos, frescos y congelados, se realiza básicamente por medio de tres canales: los mercados mayoristas y las empresas de distribución ubicadas en las Unidades Alimentarias de la Red de MERCAS (los más importantes), los mercados centrales dependientes directamente de los ayuntamientos y los mayoristas distribuidores privados.
En cualquier caso, uno de los estrangulamientos estratégicos más importantes del sector pesquero andaluz se sitúa en la persistencia de canales opacos de comercialización, caracterizados por la pluralidad de figuras intermedias, la no participación de la oferta en la formación del precio en primera venta, el oligopolio de la demanda y el encarecimiento del producto para el consumidor final que, en ningún caso, repercute en un mayor nivel de las rentas de los productores. La situación es tan irregular que precisa insistir en que es absolutamente necesario corregir esta situación, favoreciendo una mayor presencia del productor en la defensa de la calidad y el precio de sus productos en el marco del libre mercado y apoyándose en las posibilidades que ofrece la incorporación de las nuevas tecnologías de la informática y la telemática en canales comerciales transparentes.
Ya se ha indicado que la Unión Europea tiene reguladas a este fin las Organizaciones de Productores dentro de la Política de Mercados de la P.P.C.; sin embargo, las dificultades de adaptación de los distintos agentes sociales, su debilidad estructural y la resistencia de las figuras interpuestas en la comercialización, suponen serias dificultades para el funcionamiento eficaz de las O.P.P. andaluzas. Además, ofrece otro amplio conjunto de posibilidades en el marco de la consolidación del mercado único pesquero y el uso de las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones por sectores económicos tradicionales, instrumentos de enorme potencialidad para modificar la insatisfactoria cadena de valor añadido del sector pesquero que encontramos en la actualidad.
La industria derivada de la pesca tuvo un auge considerable, que ha ido desapareciendo a medida que han aumentado los costes de transformación, y las exigencias de competitividad se han endurecido por la incorporación a un mercado mundial más abierto, al que Andalucía se ha incorporado, justo es decirlo, en condiciones desfavorables, como consecuencia de un período transitorio impuesto por el Tratado de Adhesión demasiado largo y discriminatorio, incluso en relación con las producciones de países terceros.
Se trata de un sector muy atomizado, de pequeñas empresas, aunque el mercado está dominado por pocas muy grandes. El sector ha pasado por un excesivo desarrollo de empresas con débil estructura financiera y escasa capacidad inversora. Muchas tendrán que hacer fuertes inversiones para adecuarse a la normativa sanitaria. Están previstas ayudas financieras comunitarias, cofinanciadas por España, para la modernización de instalaciones. Tiene dos subsectores fundamentales, elaboración de productos del mar (manipulación, elaboración y congelación) y conservas.
La demanda de pescado congelado, en sustitución del fresco, se mantiene con un crecimiento sostenido, lo que implica una diversificación de la oferta y la necesidad de estrategias comerciales más agresivas. Aún así, las conservas tradicionales andaluzas de sardina, caballa y melva junto a las de salazón, han conseguido consolidarse, mediante un fuerte proceso de concentración y el riguroso respeto a la calidad secular, y hoy pueden situarse ante el mayor mercado unificado del mundo en condiciones relativamente aceptables, aunque no carentes de riesgo.
Desde el punto de vista estratégico, el futuro de la industria transformadora pasa por garantizar el aprovisionamiento de productos pesqueros autóctonos frescos de calidad, mejorar la tecnología, racionalizar el proceso productivo, diversificar la oferta, modernizar el diseño del producto final y afrontar la comercialización de manera agresiva, diferenciando el producto ante el consumidor mediante una imagen o denominación de origen que no ofrezca dudas, lo que requiere una cooperación inter empresas que redunde en mejorar su posición ante la competencia nacional e internacional. El principal escollo es la entrada en vigor de la nueva normativa sanitaria sobre producción y comercialización de productos pesqueros, que puede comprometer la viabilidad de algunas empresas.
Junto a la disminución cuantitativa del volumen de empleo total de la actividad pesquera regular, cualitativamente la dificultad mayor se observa en la sustitución de los trabajadores de más edad por la incorporación de jóvenes a la pesca. En los últimos siete años la distribución del empleo entre las distintas flotas ha cambiado sustancialmente: Los diez puntos perdidos por la flota de altura y los tres de la de gran altura se incorporan a la flota artesanal de litoral.
El riesgo de esta tendencia radica en que sólo la flota industrial estaría en condiciones de absorber una parte del excedente de mano de obra de la flota semi industrial. Pero las dificultades para este traspase son manifiestas: a) La calidad de vida que ofrece la flota industrial no es atractiva para la juventud; b) La mano de obra excedentaria procedente de la flota semi industrial no reúne los requisitos de cualificación profesional que requiere la actividad en caladeros lejanos (hay déficit de contramaestres, clasificadores, frigoristas, etc.) y, además, su estructura de edades no favorece el traspase apuntado, pues mayor división en la organización del trabajo a bordo, consecuencia de su nivel tecnológico, limita su incorporación; c) Los rendimientos económicos para el trabajador sin la cualificación profesional adecuada son mayores en algunos modelos de pesquerías artesanales e incluso, en algunas actividades eventuales en tierra (construcción, hostelería familiar, agricultura de 'campaña', etc.).
Esta situación nos hace enfatizar la necesidad de una Política Social que atienda a las condiciones de trabajo, retiro, asistencia social, educación y formación profesional, vivienda, sanidad, etc., atendiendo a criterios de justicia, bienestar social y mantenimiento de los niveles de renta.
Es urgente, por tanto, emprender actuaciones precisas en orden al aprovechamiento de las principales potencialidades señaladas, como son los productos de nuestras costas, de muy alta calidad, apreciados por consumidores exigentes, sobre todo en el litoral y especialmente en aquellas zonas en donde la principal actividad económica gira en torno al turismo, y una red de distribución y comercialización que llegue hasta los últimos rincones de Andalucía.
1. Significación económica de la actividad pesquera en Andalucía
1.1. Contribución de la pesca a la producción y al empleo
1.2. Significación económica de la actividad en la provincias del litoral andalúz
1.3. Conclusiones
2. Estructura productiva de las pesquerías andaluzas y sus actividades conexas
2.1. Volumen, composición y características de la flota
2.2. Localización de las pesquerías andaluzas
2.3. Mercados pesqueros y procesos de comercialización
2.4. Actividades conexas y acuicultura
4. Preocupaciones e intereses centrales del sector pesquero andalúz