El poblado ibero de Puente Tablas se desarrolló entre los siglos VII y finales del III a.n.e.

Antes de ese momento, entre los siglos IX-VII a.n.e. el lugar estaba habitado. Aquel primitivo poblado carecía de murallas y sus viviendas eran cabañas sencillas y sin organización precisa entre ellas. En torno al siglo VII a.n.e. (hace 2700 años) el poblado se transforma y se incorporan nuevas formas de construcción: levanta en su perímetro una muralla, y dentro del recinto se traza una trama urbana con casas y espacios públicos y donde se instala un palacio para el príncipe y varios siglos mas tarde, un santuario.

Aunque el lugar era bien conocido como un antiguo poblado, no fue objeto de atención por la arqueología hasta los años 70, de forma puntual, y de forma más continua, hasta los años 80 del pasado siglo, cuando la Universidad de Jaén pone en marcha un proyecto de investigación sobre el mundo ibero en la Campiña de Jaén, proyecto aún en desarrollo.

La visita a Puente Tablas tiene diversos puntos de interés que se van ampliándose conforme se avanzan nuevos resultados fruto de las investigaciones realizadas:

La Muralla y la Puerta del Sol

Las murallas del oppidum (ciudad en alto amurallada) de Puente Tablas se comienzan a levantar en la segunda mitad del siglo VII a.n.e. Se construyen en varias fases a partir de un muro macizo de piedra y un cuerpo superior de adobe. La ausencia de cimientos obligó a ir añadiendo refuerzos al muro, refuerzos que se conforman como torres o bastiones a modo de contrafuertes. La imagen que tendríamos de esta muralla es muy diferente a la que hoy vemos, ya que ésta contaría con una gran altura fabricada en adobe y estaría recubierta de barro enlucido con cal y, en ocasiones, de pintura blanca.

Esta muralla sufrió diversas reformas a lo largo del tiempo. Destacan, de entre ellas, la correspondiente al siglo V a.n.e., cuando se refuerza la muralla, se construyó un nuevo bastión y una nueva puerta de entrada a la fortificación, la llamada Puerta del Sol, flanqueada de dos pequeños torres y con forma de embudo. Esta puerta ha sido excavada en los últimos años y se ha relacionado con una serie de rituales de fertilidad en los equinoccios de otoño y primavera.

El poblado sufrió momentos en que fue abandonado y sus edificios derribados y, tiempo después, en el S. III a.n.e., vuelve a ocuparse reconstruyendo el poblado y reformando la muralla.

El Santuario

A la entrada del poblado se localiza el santuario del Sol, fechado en la primera mitad del siglo IV a. C. Se le ha relacionado con una diosa de la fertilidad representada en una gran piedra (betilo) ligeramente labrada que se localiza delante del santuario y de la puerta de la muralla. La primera terraza consta de cella (cámara interior de un templo), antecella y un patio donde encontraríamos la entrada al santuario y un altar. En la segunda terraza se localizan cuatro pequeñas cuevas, tres de ellas enfrente de una plataforma con tres pequeños orificios (probablemente un altar para libaciones) con una posible función oracular. La tercera terraza sólo tiene una habitación, mientras que el resto del espacio debe estar abierto y conectado con un pequeño canal que cruza el santuario en dirección norte-sur. La puerta del óppidum está orientada hacia la salida del sol, y se asocia a la diosa y al santuario de forma que ésta recibe durante cada equinoccio la iluminación directa del sol cuando entra por esa puerta de la muralla.

El Palacio

Este espacio fue el lugar de residencia del príncipe. Aunque está muy afectado por la erosión, lo que impide conocer mejor el conjunto, se ha podido documentar su construcción en el siglo VI a.n.e. La construcción original se fue ampliando a lo largo de los siglos V y IV a.n.e. En esta gran casa, con múltiples instalaciones, se han identificado tres construcciones independientes, los edificios A, B y C. De ellos, el principal, por ser la casa del príncipe, cuenta con varios espacios (zona de acceso, habitaciones de uso privado, almacenes, una posible “capilla”, aljibes, etc) del que cabe destacar un patio central con columnas de madera, de las que sólo conservamos la base de piedra de las mismas, que crean un pórtico desde el que se accede a la mayor parte de las habitaciones. Otros edificios identificados se relacionan con labores de producción de alimentos (lagar, tahona, hornos de diversos usos, almazara, etc).

Estas habitaciones sufren una transformación en el siglo III a.n.e., tras una etapa en que el poblado fue abandonado; una prueba de ello es la modificación que sufre el patio principal que se amplía, y se instala en él un “betilo” (piedra sagrada).

Urbanismo y viviendas

Las vivienda de los pobladores de Puente Tablas se distribuyen en el centro de la meseta. Las casas, rectangulares, estructuradas mediante muros medianeros, se agrupan en manzanas. Estas manzanas están enmarcadas por calles con una anchura de 3 m. Las casas muestran el estatus de las personas que vivían en ella y la importancia de la familia en la comunidad, de ahí que se observe una gran variación en tamaño y complejidad en éstas. El tamaño mas habitual está en torno a los 100 m2 de suelo, aunque algunas alcanzan los 130 m2. Pero además, estas casas suelen mostrar huellas de la existencia de escalera, lo que nos habla de una estancia en un segundo piso. Sea cual sea el tamaño, se construyen con una base de piedra y el resto del muro de tapial y de adobes. Aunque cuentan con varias habitaciones, la mayor parte del espacio de la vivienda está a cielo abierto formando patios que dan acceso a habitaciones donde se realizan las funciones necesarias para el sustento de la familia ( almacenamiento de productos, elaboración de telas, cardado, cocina, reparación de utensilios etc...).

Durante más de 500 años Puente Tablas estuvo ocupada, pero un conflicto armado, entre Roma y Cartago, La II Guerra Púnica (años 218-201 a.n.e.), en la que se vio involucrada la Península Ibérica y que acabó con la conquista de nuestro territorio por parte de Roma, provocó importantes cambios en el territorio. Lucio Escipión conquista la ciudad de Auringis (la antigua Jaén) para Roma en el 207 a.n.e. tras vencer a Asdrúbal Barca, y con esa victoria cayó también Puente Tablas. No volvió a ocuparse hasta varios siglos después, con un asentamiento residual de la etapa musulmana. Hoy, tras las investigaciones realizadas, podemos disfrutar de un lugar que está prácticamente intacto desde hace más de 2000 años y que nos ayudará a conocer mejor la civilización que se asentó en estos parajes hasta la llegada de Roma.

Visitas en grupo: se recomienda comunicar con antelación las visitas de grupos para evitar aglomeraciones, contactando por teléfono o por correo electrónico con el centro.

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